El Congreso estatal

Artículo Localeando, 16 de Octubre de 2008 
Jaime Villasana Dávila 

Este domingo Coahuila tendrá elecciones sui generis al elegir únicamente a diputados locales, pero no por ello la elección es menos importante que la de un Alcalde-Cabildo o Gobernador.

En toda democracia, cual sea su forma de gobierno (presidencial, parlamentario, monarquía parlamentaria y constitucional, y los híbridos de todas), el cuerpo colegiado (Congreso o Parlamento) juega un rol crucial dentro de la vida política de una nación.

En nuestro país (presidencial y además federal), los cuerpos colegiados (Congresos Federal y estatales), son todavía más importantes porque su estructura político-gubernamental está diseñada para que funcione equilibradamente con la otra parte; el Ejecutivo. Por su naturaleza, cualquier desbalance puede ocasionar más perjuicios que en uno parlamentario.

A nivel nacional, el balance de poder entre Ejecutivo y Congreso está en plena construcción desde 1997, luego de 67 años de presidencialismo. Todavía no le encontramos el justo medio pero en ello estamos. El mejor logro hasta ahora es que hoy ya no vemos a un Presidente todopoderoso. Al menos ello nos ofrece oportunidades para que exista competencia política y se dé una mayor transparencia y rendición de cuentas, algo fundamental.

Pero en nuestra matria (Coahuila) y los demás estados las cosas son muy distintas. Si bien la alternancia en Ejecutivos y Congresos se dio primeramente en estos, la misma no se ha extendido a todos los estados (Coahuila por ejemplo) y donde sí, su efectividad ha sido muy limitada siendo una razón de ello el desbalance del poder estatal. Vivimos pues en un “feuderalismo”, dijo alguien y tenemos 32 “gobernadores imperiales”, agregó otro.

En Coahuila el mejor resultado de la oposición en una elección de diputados ocurrió en 1996, ganando el PAN 7 distritos de 20 y obteniendo el PRI una votación apenas del 44.89%. El entonces gobernador, Rogelio Montemayor, tuvo que hacer uso de sus habilidades políticas para transitar con un Congreso con fuerte presencia opositora y no hubo una catástrofe para él, al contrario salió más fortalecido que cuando entró.

El que un Ejecutivo goce de una mayoría de colegas partidistas en el Congreso no es algo nocivo. Incluso en ocasiones es deseable. Pero cuando en ese estado jamás ha habido una alternancia en el Ejecutivo y una efectiva mayoría de oposición, como votantes debemos pensarlo dos veces para darle a ese gobernador una nueva mayoría.

Mientras no crucemos ese sendero, en Coahuila no podemos hablar de una democracia probada. Votemos todos.

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