En el país del sol naciente

Artículo Localeando, 22 de Julio de 2010 
Jaime Villasana Dávila 

Yokohama, Japón.- Como cada año, me encuentro en el país del sol naciente por motivos familiares. Al igual que en otras ocasiones, las sensaciones al bajarme del avión en un país donde viví más de un año me resultan melancólicas, pues es indudable que donde se vive cierto tiempo se deja un pedazo de vida.

Del aeropuerto de Narita a Yokohama tomo el autobús para hacer un viaje de dos horas mismo que realizas cansado debido al cambio de horario. Mientras en Japón son las 2pm, en México es media noche. Pero hay que agregar la incomodidad de viajar en avión por 13 horas (Dallas-Tokio) y 1.5 horas (Monterrey-Dallas). Súmale la desmañanada para llegar un lunes a las 5am al aeropuerto de Monterrey.

Durante el viaje por autobús cruzas parte de los imponentes puertos de Tokio y Yokohama (los principales). Nunca dejan de sorprenderme a pesar de haberlos visto múltiples veces. Siempre me pregunto cuál de las decenas de barcos se dirige o vienen de México.

Con el anterior escenario de fondo, no dejo de pensar en la fortaleza de las instituciones públicas japonesas, pues habiendo tenido cinco primeros ministros en los últimos cinco años, el país sigue trabajando y lidiando con un estancamiento económico que lleva ya dos décadas. El último primer ministro que resignó fue Yukio Hatoyama, un carismático candidato de la oposición (izquierda) que arrasó en las elecciones de agosto de 2009, para unos meses después hacer pedazos las esperanzas de un pueblo japonés deseoso de estabilidad política.

El nuevo primer ministro Naoto Kan, del mismo partido, parece un político más serio pero es mejor hacer pronósticos reservados dada la experiencia. Lo cierto es que en las pasadas elecciones legislativas (julio 11), fueron elegidos a la cámara baja un mayor número de personas “comunes” (periodistas, artistas, etc.) pues los japoneses cada vez confían menos de los políticos profesionales.

Al tomar el taxi luego del autobús sigo reflexionando en lo que veo; un país estructurado como una máquina perfecta para producir bienes y servicios. Sus habitantes conviven en medio de una infraestructura física-urbana impresionante, extremadamente limpia y organizada. No hay nada fuera de su lugar. La tecnología te rodea por todas partes.

Ya por la noche mi esposa me sorprende con la cena pues había comprado una buena ración de mi platillo favorito; sashimi, una variedad de pescados crudos que bañas al gusto en salsa de soya. Lo acompañé de cerveza marca Kirin, para mí de las mejores en el mundo.

Voy a la cama y no dejo de comparar la realidad japonesa con la mexicana. Ambas conteniendo algo en común; retos, pero una enfocada al bienestar y la otra a la seguridad pública y en esto si hay una gran diferencia.

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