Artículo
Localeando, 15 de mayo de 2014
Jaime Villasana Dávila
Una de las primeras imágenes que
recuerdo de mi niñez temprana es caminando entre bultos de cemento en un
pequeño local comercial ubicado en la conocida calle de Urdiñola, de mi ciudad
natal Saltillo. Era por el año 1979-80. Tenía yo 5-6 años. La mayoría de tales
bultos era Cemento Monterrey, la marca que forjó al hoy enorme grupo cementero CEMEX.
Para la mayoría un simple bulto, para algunos otros recuerdos. Imagen: www.telediario.mx |
En aquel entonces mis padres
comenzaban su aventura de vender materiales para la construcción y el cemento
era el producto principal de venta. Recuerdo que el negocio prosperaba y la
relación con CEMEX se hacia mayor. Varios agentes de ventas de dicha empresa
fueron amigos de la familia.
Corría 1981, esto si lo recuerdo
bien, cuando mis padres adquirieron su primer tráiler. Era marca Autocar 1974
con transmisión 4 x 4. No cualquiera podía operar esa transmisión pues había
dos bastones al piso y en determinados cambios había que ser; a) demasiado
rápido con una mano para maniobrar ambas o b) demasiado arriesgado para con dos
manos mover ambos bastones simultáneamente (volante sujetado con piernas).
Por casi 10 años ese tráiler hizo cientos
de viajes a la planta de CEMEX, ubicada en la Ave. Ruiz Cortines de Monterrey, y en uno de sus primeros
participé yo. Para mí sí era el primer viaje en tráiler y su motor, alltura y
grandiosidad me dejaron impresionado de por vida. Mi madre se enojó con mi
padre por dejarme ir tan chico a traer cemento con el chofer (muy querido por
la familia – Chuy Limón, se llama).
Antes de llegar a la planta de
cemento Chuy me advirtió que me escondiera debajo del tablero pues obvio no
dejaban entrar niños. Al llegar a la caseta de entrada, el guardia le preguntó
si andaba sólo al tiempo que le entregaba los papeles para cargar. Mi
curiosidad pudo más.
Chuy trataba de impedirme que me
alzara para ver pero no lo logró. El guardia me descubrió y me bajó a pesar de
la insistencia de Chuy para que me dejara entrar. Ahí estaba yo sentado en la
caseta de seguridad triste y acongojado por mi impertinencia.
Con la lección aprendida, en los
siguientes viajes me escondía hasta más
no poder en la cabina del tráiler. En ocasiones subsecuentes y mientras se
cargaba el cemento salía de la cabina. Quería saber que había dentro de la
planta. Muchas más experiencias personales guardo con CEMEX.
Comento esta anécdota personal por el
lamentable y sorpresivo fallecimiento reciente del Sr. Lorenzo Zambrano, presidente
de CEMEX, quien como ser humano tuvo aciertos y desaciertos en su vida empresarial y como líder social.
Miles de personas de la zona noreste,
y luego de muchos países del mundo, seguramente guardan experiencias como la
mía. De ese tamaño fue su aportación.
D.E.P. el Sr. Zambrano.
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