Dos casos de geopolítica reciente: realismo (Australia) e idealismo (México)

La semana pasada ocurrieron dos casos de geopolítica que reflejan muy claramente las dos tendencias que han prevalecido en el ámbito internacional en los últimos dos siglos. El realismo vs idealismo. Comienzo con el caso del realismo.

Hasta hace unos meses Australia enfrentaba un gran dilema respecto a su estatus internacional. Por un lado quería seguir manteniendo profundas relaciones económicas con China debido al enorme mercado que representa para todos sus productos, pero al mismo tiempo deseaba mantener la cooperación de EE.UU. en el tema de seguridad regional. En otras palabras, quería quedar bien con los dos.

Sin embargo, en este nuevo mundo polarizado que comienza a visualizar el amanecer de la Guerra Fría 2.0 entre ambos gigantes, la estrategia de Australia era simplemente inviable. Debía escoger un bando, con los pros y contras que ello significaba. Al final eligió la opción más razonable para sus intereses: EE.UU., país lejos de ser perfecto pero al menos más liberal y transparente que el de China. Obviamente los chinos se pusieron furiosos y comenzaron a bloquear las exportaciones australianas, entre otras acciones vengativas.

Por si lo anterior fuese poco, la semana pasada Australia tomó otra enorme decisión; cancelar su contrato con Francia para la construcción de una docena de submarinos con propulsión diésel – eléctricos para balancear un poco la presencia militar y naval en el sureste asiáticos, el cual ahora mismo los chinos buscan lograr una grosera hegemonía. Naturalmente Francia enfureció y ahora mismo hay un conflicto diplomático entre ambos países, pero también con EE.UU. y Gran Bretaña, quienes ahora le proveerán de submarinos de propulsión nuclear, con mucho mayor rango y autonomía para patrullar el inmenso océano pacífico.

En resumen, ante una situación muy compleja, Australia decidió actuar de manera firme, pero sobre todo realista para hacer frente a lo que se le viene para el futuro. Puso por encima de todo su seguridad nacional a expensas de sacrificar (al menos temporalmente) a un aliado (Francia) para enfrentar un futuro enemigo muy peligroso (China).

Pasemos al segundo caso; el idealista. La semana pasada México fue sede de la reunión de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), una asociación de las muchas que hay en la región. AMLO recibió a los dictadores de Venezuela, Cuba y Nicaragua, pero también a presidentes  (Uruguay) que le plantaron cara a AMLO y manifestaron su preocupación por la situación en estos tres países, así como también en otros que al parecer van para allá (Bolivia y Perú).


CELAC, una reunión Latinoamericana que servirá para lo de siempre: nada.

AMLO hizo el clásico llamado a la unión de Latinoamérica y a EE.UU. y Canadá para que cambien sus actitudes hacia esta región y que, incluso, se pongan las bases para formar una especie de Unión Europea a la latinoamericana. En resumen, pugnó y visualizó una Latinoamérica idealizada que claramente no existe y jamás existirá, siendo la historia la mejor prueba de ello: todas las organizaciones y asociaciones creadas en esta región han sido y serán disfuncionales por muchas razones históricas, culturales, sociales y económicas.

Algunos analistas consideraron que este movimiento de AMLO de celebrar la reunión de la CELAC en realidad se trató de una estrategia para hacerse de más cartas para negociar ante EE.UU. en el tema económico y, mayormente, en el migratorio.

En lo personal yo no lo creo así, pues la ideología amlista es completamente latinoamericana, inspirada en aquellos movimientos integracionistas de los 70s y del “tercer mundo”. AMLO desprecia todo lo que venga del norte (en parte porque no lo conoce) y prefiere mirar solamente a lo que dice “conocer” y habla su idioma; una región con los mayores índices de violencia y desigualdad en el mundo. Y si en realidad esa fue la estrategia de AMLO (hacerle manita de puerco a EE.UU.), la misma es totalmente equivocada. La historia lo dice una y otra vez.    

La postura internacionalista de AMLO es muy negativa para México y más para los estados norteños y otros con alta inversión extranjera, quienes ahora más que nunca deben fortalecer sus lazos económicos con EE.UU. (y Canadá) para atraer todas las inversiones que están dejando de hacerse en China debido a la desvinculación económica que ya se está dando entre las hoy dos potencias mundiales y que está dando vida al nuevo mundo bipolar.  

AMLO piensa y planea con el estómago y no con la cabeza. Se escuda en el idealismo y no aplica el realismo. Acude a sus recuerdos de infancia y juventud para estructurar su futuro, el cual quiere sea también para México. En materia internacional (y en otros temas también -seguridad y desarrollo social, principalmente) va por la ruta más incorrecta de todas las que hay y eso debilita la seguridad nacional de México, algo que en Australia sí saben entender y defender.

Finalmente, dado que las posturas internacionalistas de AMLO no cambiarán en sus últimos tres años de gobierno, retomo el tema de los estados mexicanos y su política exterior; deberán hacerla o mantenerla acorde a sus propios intereses locales. No dejen de reunirse con Embajadores o sus cónsules de EE.UU., Canadá y Unión Europea. Sigan manteniendo estrecha comunicación con sus empresas internacionales y otros grupos económicos, sociales y académicos de dichos países.


Guste o no el futuro está en el norte. Lo demás es...

Hagan lo que hizo el gobernador interino de Tabasco (estado natal de AMLO) los mismos días que el presidente idealizaba su mundo en la reunión de la CELAC; reunirse con el Embajador de EE.UU. para decirle que dicha reunión representa oportunidades para atraer inversiones de dicho país.

El gobernador de Tabasco aplicó realismo puro a la australiana; sabe perfectamente que las inversiones no llegarán de Cuba, Nicaragua o Venezuela.

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