Dos propuestas al gobernador de Coahuila

El tiempo pasa muy rápido y más en las administraciones de gobierno. En el caso del gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme, le resta a su administración poco menos de dos años, aunque 2023 prácticamente no cuenta debido a la elección estatal en ese verano.

Puedo aquí analizar sobre el pasado en cuanto a su gestión que, en términos generales y desde la distancia, creo ha sido buena; los niveles de inseguridad son bajos, crecimiento económico es superior al del país, pobreza se mantiene en niveles inferiores y la pandemia ha sido administrada con mensajes claros. 

Obvio hay temas donde prevalecen áreas de oportunidad, muchas de estas generadas por la incapacidad financiera para invertir, por ejemplo, en infraestructura debido a la deuda heredada.

Pero quiero concentrarme en el futuro, específicamente en el tiempo que le queda como gobernador, y en dos propuestas que le planteo y creo son de alta importancia: planeación en el estado (y por ende en sus municipios) e identidad coahuilense. En seguida las detallo.

Creación del Instituto de Planeación y Políticas Públicas de Coahuila (IPPPC) o como quiera llamársele

En el 2003 fue presentado el Plan Coahuila 2025, siendo en su momento el primer plan de largo plazo elaborado por un estado (incluso hoy en día pocos tienen uno así). En ese contexto se creó el Comité Interinstitucional del Plan Coahuila 2025, mismo que operó por algunos meses. En una de sus sesiones los representantes de la iniciativa privada propusieron crear un cuerpo de gobierno mixto integrado por representantes de la sociedad, con el fin de asegurar la aplicación y seguimiento del plan citado.

En los siguientes meses y hasta finales de 2005 operaron los Consejos para la Planeación Estratégica de Largo Plazo (COPLEP) en diversas regiones de Coahuila. Incluso en ese mismo año circuló la idea en el sector público estatal coahuilense y en el Congreso local de crear el Instituto de Planeación y Políticas Públicas de Coahuila (IPPPC), precisamente para darle continuidad a lo planteado en dicho plan.

Sobra decir el beneficio que mecanismos así generan no solo para el gobierno, sino para la sociedad coahuilense en general. Lamentablemente esa inercia positiva en el tema de planeación decayó en los siguientes años y a nivel estado nunca pudo revivirse de tal manera. A nivel municipal ha habido algunos avances. Hace alrededor de 10 años se crearon los Institutos Municipales de Planeación (IMPLAN) en Saltillo y Torreón. Sin duda son buenos pasos en la dirección correcta, pero su alcance geográfico es limitado, como debe ser.   

Hubo otro estado que sí retomó esas experiencias coahuilenses y las llevó a la práctica e incluso las institucionalizó. Me refiero al estado de Guanajuato, quien años atrás creó el Instituto de Planeación, Estadística y Geografía del Estado de Guanajuato, el cual ha sido un pilar para que ese estado haya tenido y tenga un crecimiento y desarrollo de los más altos en el país. Hoy el Bajío es referencia de inversiones, innovación e instalación de empresas de vanguardia. Su Plan de Desarrollo GTO 2040 es su guía. La planeación institucionalizada les ha dado sus frutos.  

Otro estado que camina en el mismo sentido y recién comenzó a elaborar su plan de largo plazo fue Yucatán; le denomina Agenda 2040 y estará vinculado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. En este estado también están sucediendo hechos interesantes en materia de desarrollo económico. La Agenda 2040 los potencializará dándoles rumbo y, principalmente, dará certidumbre a todos los actores privados, sociales, públicos y gubernamentales.   

Gobernador Riquelme, el futuro está lleno de grandes retos para el estado y la improvisación o planeación temporal no nos servirán de mucho para hacerles frente. Se requiere una planeación institucionalizada, integral, de largo plazo, participativa y con seguimiento puntual. Un mecanismo como el IPPPC debidamente regulado y operado es la solución.

El camino de la planeación institucionalizada para Coahuila está a la vista. Incluso hemos coqueteado con la idea. Solo falta que se quiera volver a transitar por él. Son legados que suelen perdurar por siempre.

Creación de la bandera para Coahuila

Guste o no el futuro del mundo tendrá como protagonista el tema de las identidades. De hecho siempre lo ha sido. Sube o baja su protagonismo en función de ciertas condiciones. México no ha sido la excepción.

La identidad de una sociedad juega un rol crucial para su desarrollo y/o progreso. Es ese amor por un territorio (con todo lo que cabe ahí), enriquecido por el valor de la familia, el que hace a cualquier persona sentirse ser parte de algo. Quienes vivimos fuera de él lo vivimos todos los días.

Hay distintos niveles de identidades cívicas y colectivas en un ser humano; familia, ciudad, estado y nación (país). Cada uno juega cierto rol. Para el caso de los dos últimos son dos los elementos esenciales en la construcción de una identidad colectiva: el himno y la bandera.

Hace casi dos décadas Coahuila dio vida a su himno. Fue una decisión muy acertada para el fortalecimiento de nuestra identidad, pero olvidamos el otro componente central o la pareja del himno; la bandera.

Hoy en día la mayoría de los estados mexicanos poseen una bandera genérica de fondo blanco con su respectivo escudo. Entre ellos está Coahuila. Son minoría los que poseen una bandera propia reflejando realmente su identidad, siendo algunos Tlaxcala y Jalisco. Quizá son los únicos.

Coahuila alguna vez ya tuvo bandera propia. Sucedió en la década de los 20’s y 30’s del siglo XIX. La bandera utilizada era similar a la de México (barras verticales verde, blanco y rojo), pero en lugar del águila devorando a la serpiente había dos estrellas; una en la parte superior y otra en la inferior.

Hay un debate entre historiadores respecto al color de las estrellas; algunos señalan que eran doradas, otros azul o verdes. Cada una de las estrellas representaba a las regiones de Coahuila y Texas, que en aquel entonces formaban un solo estado.

Algunos registros históricos señalan que esta bandera ondeaba en el fuerte del Álamo cuando las tropas mexicanas de Santa Anna arribaron ahí en 1836 con la finalidad de someter a los independentistas. El Coronel Juan Almonte, lugarteniente de Santa Anna, escribió en sus memorias lo siguiente; ...”el enemigo, tan pronto pudo ver la marcha de nuestra división, izó la bandera tricolor con las dos estrellas, que representaban a Coahuila y Texas”.

Bandera de Coahuila y Texas, siglo XIX.

Volviendo al presente, tenemos que la letra de nuestro himno puede ser un buen comienzo que nos puede guiar a diseñar la bandera de Coahuila, uno de los elementos centrales de la identidad. En el Internet puede ubicarse otras propuestas. Otra opción es retomar y oficializar la bandera del siglo XIX, pero con una sola estrella en el centro, de modo que se honre a la historia. 

Concluyo reiterando que las identidades cívicas o colectivas requieren de símbolos que las materialicen o hagan visibles. Una bandera es una vía y además es un componente central de este tipo de identidades. De hecho lo ha sido desde milenios atrás.

Es cierto que una bandera no reduce la pobreza o genera justicia. Tampoco nos hará un mejor estado. Esto lo hacen los ciudadanos / autoridades / sectores sociales cumpliendo con sus obligaciones respectivas.

Pero lo que sí hace una bandera es enriquecer la identidad de una sociedad y, en momentos complicados e incluso de sobrevivencia, sirve como unificador de voluntades para salir adelante. Esto no tiene precio cuando llega dicha hora. 

Gobernador Riquelme, nuestro himno y el estado merece y requiere su bandera propia. Usted puede guiar el proceso y concluirlo antes de que termine su gobierno.   

Comentarios

cambreehable ha dicho que…
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