Sayonara (adiós) Tokio y arigato (gracias)

 Llegamos a Tokio para vivir por segunda vez en agosto de 2018 provenientes de la Ciudad de México, pero ahora éramos tres: mi hijo, mi esposa y yo mero. Para mi esposa y para mí era nuestra segunda ocasión, habiendo ocurrido la primera entre septiembre 2005 y diciembre 2006 (faltaba un buen rato para que nuestro hijo naciera). En aquella ocasión no disfruté mi estancia tanto como ahora, pero esa es otra historia que luego contaré.

Ese agosto que llegamos a Tokio por segunda vez era un infierno. De hecho fue uno de los veranos más calurosos de los que haya registro. Mi esposa y yo no sentimos tanto el cambio porque ya habíamos vivido en esta ciudad. Quién sí lo padeció fue nuestro hijo. Afortunadamente a los pocos meses se adaptó y hoy en día es quien no quiere dejar esta maravillosa ciudad (y país). Razones no le faltan. Es un lugar tan seguro para las y los niños que la ciudad toda es prácticamente el patio de la casa. Además, en estos años ha hecho muy buenas amistades en la escuela. De esas que muchos hacemos a esa edad.

En lo que a mi respecta, y como lo cité en el primer párrafo, en esta ocasión he disfrutado tanto Japón como he podido. Dos factores han ayudado. El primero es tener un hijo, lo cual a todas y todos nos cambia la vida. Hoy ya no me importa donde vivir siempre y cuando esté junto a ellos dos, aunque claro, no dejo de extrañar a mis padres, herman@s, amig@s y mi ciudad y estado (Saltillo, Coahuila).  

El segundo factor es tener un pasatiempo; la bicicleta, en mi caso una tipo gravel. Comencé a montarla nuevamente en 2015 y desde entonces no la dejo. Ella me brinda muchas cosas como un receso de lo cotidiano, libertad al pedalear y sentir el aire de frente, pensar en todo y en nada mientras pedaleo, además de mantenerme físicamente en buen estado. No sobra citar lo seguro y sencillo que resulta pedalear en la zona metropolitana de Tokio y apreciar sus hermosos paisajes.

 

Esos cerezos hermosos. 


Por ahora haré una pausa en el ámbito personal y familiar para abordar brevemente a la ciudad. De entrada diré que físicamente se reinventa y renace todos los días. Hoy en día es impresionante la cantidad de edificios enormes y medianos que están en construcción. Shibuya, Shinagawa y Nihonbashi, por citar algunos distritos, están viendo nacer la infraestructura del mañana. Proyectos que duran en concluirse más de cinco años y en los cuales caben una ciudad pequeña de 50 o 60 mil habitantes. Para muchos foráneos es algo gigantesco (y así lo es en realidad), pero para esta ciudad de más de 30 millones de habitantes se trata de una pared de casa y si acaso poco más.

 

Construcciones por todos lados. Reinventándose siempre.


Tokio fue y seguirá siendo una ciudad de futuro; una megaciudad con un caos ordenado donde destaca la limpieza, la calidad de su infraestructura, el respeto al orden público y… los baños públicos, que los hay por muchos lados (como en el metro) y el 99.9% están limpios. Los voy a extrañar sin duda, no porque los utilice mucho sino por lo que reflejan. Si tienes la oportunidad de visitar Tokio, hazlo. No te arrepentirás.   

Paso ahora al ámbito nacional (Japón) y su geopolítica. En 2005 – 2006 la amenaza de China aun no era tan patente como ahora lo es. Recién había entrado a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y los beneficios de la globalización y su mano de obra barata iban apenas sentando las bases de lo que ahora es. No es que China fuese antes menor. Ya pintaba desde inicios de los 80s cuando se abrió al mundo. Pero desde entonces, y gracias al desarrollo de la tecnología, su crecimiento económico fue espectacular.  

Y con su potencia económica se consolidó su ánimo de “revancha” ante el mundo occidental más Japón, quienes la había humillado a inicios del siglo XX. El caso es que de 2018 a 2023 la situación geopolítica de esta región se ha calentado y se calentará aun más debido a la ambición China, al caso Taiwán, a la beligerante Corea del Norte y a la Rusia de Putin. Ante esta amenaza de tamaño universal, una mayoría de japoneses de a pie siguen siendo ingenuos creyendo que la política tradicional pacifista los salvará de cualquier amenaza. Tremendo error. Al contrario; con limitada defensa y casi nula capacidad de ataque, se convierten en una dulce muy tentador.

Un territorio marítimo muy tentador para China


La buena noticia es que el gobierno ya se dio cuenta que depender de EE.UU. no les salvará y recién acaban de aprobar el incrementar el gasto en defensa al 2% de su PIB. Igualmente han dado los primeros pasos comenzar a desarrollar su capacidad militar para lanzar ataques ofensivos contra los países antes citados. Ya van tarde en esta carrera lamentablemente armamentista, pero la realidad es lo que es. Ojalá les alcance el tiempo para armarse como deben hacerlo, de manera que China no les arrebate por, ejemplo, las islas Senkaku o que Corea del Norte deje de estarlos humillando cada ciertos años lanzando cohetes sobre su territorio. Ningún otro país en el mundo lo permitiría.

 

Japón es sinónimo de montañas pero también de mar y costas.


Pero regreso a Tokio. No cabe duda de que la extrañaremos. El caminar por sus calles con un asfalto envidiable, andar por sus trenes y metros, el caminar por sus atestados centros comerciales y supermercados (Tokyu, York) , las caminatas por su zona montañosa (Ome) y parques hermosos (Ueno, Tachikawa, Yoyogi, Komazawa, Koganei), el encontrar una máquina expendedora de bebidas en casi cada dos o tres cuadras, su Ramen y sashimi, sus miles de cerezos floreando en marzo y abril, los colores cafés y ocres de sus árboles en otoño, la zona costera de sus ciudades vecinas (Hayama, Odawara), el pedalear por sus ciclovías (Ríos Tama y Ara), sus numerosos museos (Museo Nacional, trenes, historia), sus incontables templos / santuarios (Meiji, Todoroki, Asakusa), sus trenes y buses siempre puntuales, las líneas de tren Toyoko y Chuo, en fin, un sinnúmero de lugares asombrosos todos cargados ahora de recuerdos familiares y personales.

Y que decir de las maravillosas personas con las que nos reencontramos mucho o poco (Paul e Itsuko, Lina y Hayato) o de las que conocimos en esta segunda estancia (los Graham, los Cusi, Andrea y Alejandro). Se nos queda un trozo de vida, tal como sucede a todas las personas que por cualquier motivo deben mudarse.

Pero la vida sigue y solo hay una. Toca escribir un nuevo capítulo en otro país. Hay incertidumbre como es normal, pero también expectativa y ansias por conocer y vivir experiencias nuevas.

El mensaje es sea donde sea, aprende a disfrutarlo. Aun cuando te cambies un par de cuadras respecto a donde ahora vives, porque no será igual y el tiempo no regresará. Sayonara Tokio y ¡arigato!.     

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