Panorama de la Hacienda Municipal (2ª parte)


Localeando, El Diario de Coahuila, 6 de enero 2003

En la primera parte de este artículo platicamos un poco del origen de la hacienda municipal, cuando el constituyente de 1917 plasmó en el 115 constitucional lo relativo a los dineros locales. Posteriormente analizamos brevemente las modificaciones a dicho artículo y que fueron realizadas en 1983 y en 1999. Finalmente comentamos los ajustes realizados por el gobierno federal en 1998 y que consistió con la creación del Ramo 33 así como de otras disposiciones al sistema de coordinación fiscal.

En esta 2ª. parte analizaremos el sentir de los que viven día con día el reto de hacer funcionar de una manera eficiente y funcional a la hacienda municipal para que esta genere los recursos necesarios para satisfacer las demandas más básicas de la población.

En el Segundo Encuentro Nacional de Municipios 2002, celebrado el mes de octubre del año pasado en Monterrey N.L., las exigencias de los representantes de las tres asociaciones municipales del país giraron en torno a diversos señalamientos como: eliminación de las “etiquetas” a los recursos transferidos, incremento gradual del 20 al 25 por ciento de participaciones del Fondo General Participable, creación de fondos para la generación de ingresos, creación del fondo de aportaciones para el desarrollo de municipios con alta captación migratoria y el fondo de aportaciones para el desarrollo de los municipios metropolitanos.

La razón de los reclamos municipalistas pudiera bien resumirse en lo señalado por uno de los presidentes de una de las asociaciones municipales; "Somos el orden de Gobierno víctima de todos los centralismos, los cacicazgos y los rezagos de nuestra cultura política y de la administración pública".

Sin duda una frase que dá para desgajarla y que pone sobre la mesa el posible fortalecimiento centralista en los Estados (ya no en la Federación) y que pudiera ser como consecuencia de una mayor asignación de facultades y atribuciones fiscales a estos. En otras palabras, del centralismo federal pasaríamos a un centralismos estatal. De aquí la importancia de incorporar al municipio a la mesa de las discusiones del federalismo hacendario.

Flavio Lazos y Juan Pablo Guerrero señalan en su ensayo “Municipio y reforma del Sistema Nacional de Coordinación Hacendaria”  que desde el punto de vista cualitativo,  existen modificaciones de gran trascendencia que pueden convertirse de inmediato en ofertas muy atractivas de la federación hacia los gobiernos estatales: la transparencia y la coordinación entre agencias federales que lleva a cabo acciones a nivel territorial, lo cual debe ser un punto central de cualquier reforma fiscal federal. En cuanto al primer punto, la transparencia tiene dos componentes esenciales: a) la claridad en el proceso de las políticas gubernamentales y b) la claridad en al asignación de la responsabilidad de las acciones gubernamentales.

En el mismo documento añaden que la claridad en el proceso implica que la federación debe dejar claro lo siguiente: los objetivos buscados (resultados esperados) con la acción gubernamental; los mecanismos y lógicas de asignación de los recursos; los recursos humanos y administrativos usados (ejecutores); los recursos presupuestales utilizados en el presente y comprometidos en el futuro; las fases de la acción y su duración y las referencias de evaluación de la acción pública.

Desde mi perspectiva considero que la transparencia en los procesos y la claridad en la asignación de responsabilidad de las acciones de gobierno es el primer paso para pasar a metas cuantitativas (transferencias de facultades y de recursos a estados y municipios), aspectos hoy en día cargados de gran opacidad, ya que con ello se romperían las barreras de la desconfianza y el oscurantismo, mismos que impiden establecer una verdadera relación de confianza entre los ordenes de gobierno.

Al romper este círculo vicioso, la información fluiría de manera mas dinámica y la comunicación sería franca y abierta, dando posibilidades de que se lleven a cabo negociaciones con lo que esta sobre la mesa y no sobre bajo de ella, como actualmente sucede. En otras palabras; primero hay que transparentar lo que se tiene, es decir la actual realidad de la coordinación fiscal en todas sus etapas y procesos, para después poder negociar y construir sobre ello.

Pero pasemos a la otra parte de la cancha gubernamental: el gobierno local. Si bien las exigencias de las autoridades municipales y de los municipalistas son totalmente válidas, basados en principios federalistas y en tendencias mundiales de descentralización, también es cierto que el orden de gobierno municipal enfrenta tremendas áreas de oportunidad para eficientar la recaudación de aquellos impuestos locales a los que legalmente tiene derecho.

Haciendo referencia nuevamente al Segundo Encuentro Nacional de Municipios 2002, uno de los presidentes de una de las asociaciones exhortó a sus colegas a no sólo estirar la mano, sino a concretar una reforma administrativa que eleve la eficiencia en la recaudación de ingresos propios. Y es que en México el cobro del Impuesto Predial representa solo el 0.2 por ciento del PIB, mientras que en Latinoamérica el promedio es del 0.8 por ciento, en países de Europa el 2 por ciento y en los Estados Unidos el 4 por ciento.

Aunque los dirigentes de las asociaciones municipales reconocen dicho rezago y en algunos municipios realizan esfuerzos tradicionales (dar descuentos por prontos pagos) o modernos (pagos por Internet) con la finalidad de atraer a los contribuyentes a cumplir con los pagos, el dato duro que señalan las autoridades federales, debe ser atendido mediante la implementación de acciones específicas para abatir dicho rezago, no solo en el predial sino en todos los otros rubros que conforman los ingresos propios.

Continuará la 3ª. y última parte...

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