Un plan regional limitado


Artículo Localeando, El Diario de Coahuila, 30 de mayo 2004

Las ciudades que ofrecen en la actualidad calidad de vida y satisfactores a sus habitantes es porque en el pasado sus autoridades se preocuparon y ocuparon por lo que hoy es el presente, pero que en aquel momento era el futuro. Es decir, en su momento hicieron planes sólidos, hoy los llevan a cabo sin concesiones y los actualizan cuando es necesario de manera conjunta con otros sectores de la comunidad.

Desgraciadamente, de estas ciudades encontramos muy pocas en México debido a la dinámica político-social que se desarrolla en ellas como consecuencia de la mezcla de varios factores: Ayuntamiento débil, visión de corto plazo,  politización de la planeación, incursión excesiva del gobierno estatal e inflexibilidad en las visiones de algunos sectores.

Dado lo anterior, las consecuencias de esa falta de planeación las podemos ver por todas partes: ciudades con desabasto de agua, crecimiento urbano anárquico, valores en decadencia entre los habitantes, instituciones gubernamentales débiles, flexibilidad en la aplicación de las leyes, decepciones en programas sociales, obras de infraestructura insuficientes, entre otros.

Si a lo anterior le agregamos que en México el horizonte de la planeación se limita a aspectos meramente urbanos y de infraestructura, entonces el futuro no pinta nada agradable. Un proceso de planeación para una ciudad implica la consideración de una infinidad de factores que incluyen hechos que tienen que ver con el mismo ser humano, como lo son los valores, la educación, cultura y el marco de convivencia.

En otras palabras, la planeación debe ser multidimensional y multilateral, que considere los recursos humanos, materiales, naturales y económicos con los que se cuenta, para que se ofrezca verdaderamente un rumbo y destino lo más posible apegado a la realidad y sin bandazos constantes.

Hago estas reflexiones iniciales porque esta semana (al parecer hoy lunes) será presentado en un acto el plan de desarrollo urbano para la zona sureste del Estado de Coahuila.

Pero  hagamos un poco de historia. No cabe ninguna duda de que el Gobierno del Estado ha realizado importantes esfuerzos en aras de  tratar de definir un futuro, que hasta hoy es incierto, en las principales ciudades coahuilenses. Era necesaria su presencia en este proceso debido a la inmovilidad que los gobiernos municipales han tenido para con el tema, debido a que su atención lamentablemente se enfoca a lo urgente del día a día.

Desgraciadamente, en su esfuerzo para el sureste (desconozco el proceso en las otras regiones), el gobierno del Estado siguió el camino tradicional en México para efectuar un proceso de planeación para las ciudades: a) contratación de una empresa externa, b) enfoque unidimensional a la planeación (solo desarrollo urbano) y c) escasa o nula participación de otros sectores en el proceso de elaboración del plan regional. Ahora profundizo en cada uno de ellos.

De ninguna desestimo la capacidad de la empresa contratada ni señalo que su contratación haya sido un error. Simplemente trato de decir que por si sola es imposible que esta empresa haya podido visualizar las diferentes visiones de una sociedad ya que no interactuó formalmente con ella durante el proceso.

Su función, dentro de un proceso idóneo, debió haber sido la de transformador (de lo abstracto a lo concreto) y la de converger las diversas visiones que se le iban ofreciendo, fungiendo como arbitro, aplicando ciertas reglas básicas y delimitando las fronteras que forzosamente tiene la planeación.

Otra desviación en este proceso fue que no se visualizaron otros factores de la planeación y eso fue porque el mismo diseño del proceso impedía el que pudiera hacerse. Factores ambientales, sociales, culturales, hidráulicos, educacionales, jurídicos (por aquello de la actualización de reglamentos), entre otros, dejaron de contemplarse.

Finalmente, esta la limitada interacción entre los elaboradores del plan regional y los sectores sociales. Y cuando hablo de sectores sociales no me refiero únicamente a la consideración de los participantes tradicionales (sector privado, gobierno, sindicatos, academia y uno que otro representante social). La región es mucho más que estos sectores.

Un proceso tan importante como éste, requiere de una convocatoria publica donde todas las visiones tengan cabida, donde se invite a participar en mesas redondas, talleres y foros a escuelas, grupos cívicos, deportivos, culturales, filantrópicos, sindicatos, prensa, taxistas, transportistas, en suma donde se involucren a actores que difícilmente son escuchados. En otras palabras, hacer que el ciudadano común se vea representado en el producto final y que es nada más ni nada menos el plan que plasma el futuro de la región, de su región.

Aunque se hicieron algunos esfuerzos en el sentido antes mencionado, éstos quedaron cortos. Ahora bien, esta omisión puede ser una causal para que en un futuro el plan elaborado sea no respetado por un Alcalde (tipo López Obrador) ya que podrá argumentar que la sociedad no participo en él y que por lo tanto no hay compromiso para acatarlo.

Pero bueno, la realidad y el proceso fueron otros y los municipios (Saltillo, Ramos Arizpe y Arteaga) tuvieron que adaptarse a este plan mediante la actualización de sus planes rectores de desarrollo urbano, para lo que tuvieron cierto tiempo con el fin de que lo analizaran en sus respectivos consejos.

Todo el trabajo y esfuerzo que hasta el momento se ha realizado puede todavía encontrar mejores derroteros. El gobierno del Estado y los municipales tienen opciones que pueden tomar antes de que concluyan sus respectivas administraciones, y concretamente me refiero a que la planeación (multidimensional) sea institucionalizada tal y como ha sucedido en los municipios de otros países, e incluso de México.

Este instituto regional (o como se le llame) seria el encargado de ir ejecutando las pautas que la sociedad misma le vaya señalando, pero sin perder su objetivo final para el que sea creado: Dar certidumbre, claridad, rumbo, continuidad y asistencia o consejería técnica sin influencias, características que hoy no se tienen con el actual proceso de planeación.

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