Coahuila y su elección

Jaime Villasana Dávila, 23 de enero 2005

Para Sachi, que es nueva luz.

 

La ley electoral que actualmente prevalece en el Estado ha contribuido para que las manifestaciones visuales y auditivas propias de una campaña no estén por todas partes. Aun y cuando diversos actores han estado a punto de cruzar la delgada línea legal y de que hay una iniciativa para eliminar disposiciones jurídicas que actualmente someten a los candidatos a un comportamiento determinado, hoy podemos ver una relativa calma político-electoral.

 

A principios de 1999 y sin el marco legal ya señalado, el ambiente electoral estaba por demás reflejado no únicamente en los medios sino en espacios de infraestructura públicos (postes, señales de tránsito) y privados (bardas, autos). La elección interna del PRI para seleccionar a su candidato a gobernador estaba por arrancar y lo acaparaba casi todo. Eran otros tiempos, la alternancia en el gobierno federal aun no se daba aunque el PAN tenía una alta presencia en el Estado al gobernar a las tres principales ciudades (Saltillo, Monclova y Torreón), presencia que más tarde de nada o poco sirvió.

 

A seis años de distancia parecería que la situación es otra, y lo es en muchos aspectos, pero hay ciertos elementos fundamentales que permanecen igual lo que augura que la campaña electoral de este año no será diferente a las anteriores, pudiendo inclusive ser de más bajo perfil. Las condiciones sociopolíticas actuales y el comportamiento que ha venido mostrando la clase política no invitan a pensar que será de mejor nivel.

 

Con una crisis en su máxima expresión dentro de los partidos políticos y rodeados de tantos escándalos nacionales, la elección del 2005 se antoja apática y hueca. Como es común, el voto duro de cada partido tratará de motivar al resto de los electores a través de diversos caminos. Una vez más los electores más vulnerables caerán en las redes que implican alguna dadiva, haciendo de la democracia un festín de entrega de satisfactores superficiales e inmediatos (cemento, paquetes escolares, tinacos, etc) pero dañinos para la sociedad en su conjunto.

 

Con la existencia de alguna coyuntura en el ambiente público (crisis, fraude mayor, escándalo político) las campañas suelen ser más intensas pero no necesariamente más enriquecedoras para el desarrollo democrático dado que las campañas giran en torno a dicha coyuntura. Coahuila hoy en día no enfrenta un reto mayor en el presente o en el futuro de mediano plazo, por lo que la oposición deberá ser más creativa para encontrar argumentos que le permitan posicionarse entre los electores no pertenecientes al voto duro.

 

La cultura electoral prevaleciente, es decir donde la competencia es relativo a quien es el candidato más carismático y no quien tiene la mejor propuesta, nos seguirá condenando a tener gobiernos con visión limitada. La ausencia de espacios para discutir y analizar propuestas y la nula cultura por el debate sigue y seguirá siendo un claro signo de nuestro subdesarrollo democrático. La retórica de los candidatos estará mejor que nunca en estas elecciones del 2005 simple y sencillamente porque no hemos construido como sociedad una serie de estímulos para que cambien hacia propositivas formas de hacer campaña.

 

Aun le tenemos miedo a la competencia política directa, al desafío cara a cara, a esa que hace extraer todas las habilidades del ser humano para salir avante ante un determinado obstáculo. En cambio, durante las campañas electorales somos campeones de la evasión, del enfrentamiento indirecto, de la calumnia, del rumor, de la acción que da puntos porcentuales de popularidad de corto plazo. Somos especialistas en lanzar una piedra electoral e inmediatamente esconder la mano. Con esta forma de hacer política no se llega demasiado lejos.

 

Dar un vuelco de timón al significado de las campañas electorales y a su estrategia de desarrollo es y seguirá siendo una tarea pendiente. La todavía débil educación política de las clases marginadas continua siendo un lastre que afecta al resto de los sectores sociales y mientras esto no sea superado difícilmente el sistema de dádivas y compras de votos desaparecerá.

 

Si bien Coahuila no padece de problemas socio-políticos y económicos como en Oaxaca, Tlaxcala, Tabasco o Guerrero, las estrategias para el desenvolvimiento de las campañas electorales siguen siendo exactamente las mismas. En otras palabras podemos decir que Coahuila presenta desarrollo en diversas áreas como la infraestructura, actitud de cierto respeto a la ley y todo aquello que “se ve”, pero el desarrollo político de las personas, aquello que hace generar una mejor clase política debido al nivel de exigencia, sigue estando rezagado. Nos conformamos con los satisfactores básicos que hoy poseemos.

 

Me temo que la elección del 2005 será una más, sí acaso estará marcada por la deserción de algún político renegado que no le fue concedida la candidatura a gobernador, y que buscará cobijarse en otro partido para llegar a su meta personal pero ¿Realmente esto es importante dentro de una democracia?

 

Coahuila sigue necesitando reformas integrales de segunda generación tales como: juicios orales, candidaturas ciudadanas, elección de regidores por distrito, elección directa del síndico, sistema de medición de desempeño de sus autoridades estatales y municipales, institucionalización de su sistema de planeación, reformas a su sistema de estímulos para la investigación científica y la atracción de industria de alto conocimiento, entre otros, ¿Serán estos los temas a discutirse en campaña o la retórica será nuevamente “su majestad electoral”?

 

Es frustrante ver como otros países, y regiones dentro de esos mismos países, avanzan a pasos agigantados. A estas alturas de nuestro endeble desarrollo democrático ya no espero un avance significante para mi país, al menos no generado desde nuestra enana clase política. Donde todavía guardo esperanzas es que Coahuila sea capaz de seguir construyendo condiciones que le mejoren la calidad de vida a sus habitantes.

 

De esta elección próxima a celebrarse obtendré las respuestas.

Glosa: Cada día aumenta el número de estadounidenses que vienen a vivir a México ¿Qué está haciendo Coahuila y Saltillo para atraer a esas personas que generan dinamismo económico donde se asientan?

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