Por Jaime Villasana Davila Periódico PALABRA (28 Septiembre 2000).- La incorporación de China al mundo resulta benéfica para algunos países, pero para otros será como el vecino incómodo. México, por su parte, deberá perfeccionar el sistema comercial de cuotas y tarifas para proteger a las empresas instaladas en el País y el extranjero. China por su historia y por su mística representa una de las culturas más importantes en el mundo. Su influencia en Asia, en lo cultural y en lo político, data desde el inicio de las grandes dinastías. Su influencia económica hasta hace unos años era limitada, pero pronto habrá de ser una verdadera potencia en este sector en todo el mundo. Con la subida al poder de los comunistas, encabezados por Mao Tse Tung en la década de los 401/2s, China vivió una serie de transformaciones culturales, políticas y económicas que influenciaron en lo educativo, social y laboral el desarrollo de la vida en aquel país. Los comunistas de aquellos años pensaron que bajo ese régimen podrían aspirar a mejores niveles de vida. Sin embargo, ello no fue suficiente y rápidamente adaptaron su modelo a los acontecimientos mundiales que iban sucediendo en el mundo, pero siempre bajo el yugo y la rigidez que caracteriza a un régimen comunista. Los Chinos decidieron abrirse al mundo y competir en el mercado mundial, no había de otra. La globalización estaba ya en la puerta de enfrente y había que abrirla. Algo similar ocurrió en México en la década de los 801/2s bajo el Gobierno de Miguel de la Madrid y continuado por el actual presidente. Sin embargo China no es un país más que se suma a la globalización. China tiene a la mayor población del mundo, más de mil millones de seres humanos (por consiguiente tienen mucha mano de obra y barata) y sus empresas tienen una capacidad impresionante para copiar y mejorar productos (la misma característica que Japón en la década de los 701/2s y 801/2s pero a la china). En el mes de mayo, China y EU finalmente firmaron un acuerdo comercial en donde el país asiático se compromete a abrir limitadamente sus fronteras a la inversión e importaciones procedentes de EU. Por otra parte China obtiene beneficios en lo tecnológico y financiero, además éste país asiático se compromete a intentar procurar un mayor respeto a los derechos humanos por parte del Gobierno, que son mundialmente cuestionados. China y Saltillo tienen mucho que ver, más de lo que usted y yo nos imaginamos. Muchas de las empresas extranjeras que hoy están establecidas en nuestra ciudad, escogieron a esta zona por su mano de obra barata y de calidad, además por su cercanía al principal mercado mundial: EU. China poco a poco está, primero, atrayendo la inversión que a México le hubiera correspondido si no se hubiera abierto y segundo esta haciendo productos mucho más baratos y de igual calidad que los mexicanos. Empresas locales están resintiendo la apertura de China al mundo. Platicando con directivos de la iniciativa privada me dicen que varias de las empresas aquí establecidas de capital nacional y extranjero, están sufriendo por este embate mortal (comercialmente hablando) y luchan desesperadamente por sobrevivir firmando acuerdos y joint-ventures con los chinos, pero desgraciadamente algunas ya están condenadas a morir. Estas compañías en agonía desaparecerán no por su falta de competitividad y por falta de talento directivo, desaparecerán simplemente por esos bajísimos precios que ofrecen los chinos que en algunos casos llegan a un 40% menos que los precios de los productos nacionales en el mercado estadounidense, (incluye el flete desde aquel país lejano). Así no se puede competir. El desafío para el Gobierno federal será perfeccionar el sistema comercial de cuotas y tarifas que protejan a las empresas mexicanas en México y en el extranjero. Por su parte los Gobiernos estatales y municipales deberán de construir (o seguir construyendo) infraestructura en servicios y de seguridad para que sus localidades sean atractivas a los inversionistas. China se incorpora al mundo de una manera benéfica para algunos países, pero para otros será como el vecino exitoso e incómodo que todo lo hace mejor y que le va muy bien. No importa la lejanía de aquel país si se compensa con una mano de obra barata y calificada, que es el principal costo en el proceso productivo. Hasta ahora, México es de los segundos y Saltillo está incluido. ¿Decidirán muchas empresas aquí establecidas mudarse a China? ¿Podrán las empresas nacionales y locales hacer frente a este embate Chino? ¿Esta condenado Saltillo a dejar de recibir inversión extranjera y nacional que genere empleos para las generaciones futuras? Las preguntas, creo yo, serán contestadas en un plazo no muy lejano. Hasta la próxima. |
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