Gobierno nuevo: ¿todo nuevo?

Artículo Localeando, 29 de Noviembre de 2002
Jaime Villasana Dávila

La planeación como herramienta científica y auxiliar de las actividades sociales y administrativas se posicionó a mediados del siglo pasado. Esta disciplina, de la predicción y previsión del futuro con muchas aplicaciones prácticas y con mediana efectividad en algunos aspectos, ha tenido un gran arraigo y divulgación mayormente en la esfera empresarial.

Pero a pesar de su reciente posicionamiento en el área gubernamental-administrativa, esta actividad se llevaba a cabo desde tiempos inmemorables en el campo de las guerras y de manera muy superficial en los Estados nacionales recién formados. En México, la planeación gubernamental como herramienta para organizar los recursos y proyectar resultados que generarán impactos en la sociedad es aún de reciente uso.

Desde la consolidación del Estado Nacional, que en el siglo XX puede datarse con el gobierno Cardenista (1934-1940), la planeación ha sido un objetivo de la ideología política, pero escasamente una práctica sistemática y ejercida por aparatos institucionales especializados. El plan sexenal elaborado por Cárdenas puede considerarse como el primer documento que de manera integral propone la planeación como una política gubernamental, responsabilidad del Estado[1].

La planeación obtiene su reconocimiento legal con la promulgación de la Ley de Planeación que fue emitida en 1983, la cuál emitía consideraciones básicas para que el Ejecutivo Federal las desarrollara en su forma más específica. Las Entidades federativas también desarrollaron e implementaron sus respectivas leyes de planeación, así como algunos municipios sus reglamentos, pero basados todos en la ley federal.

El carácter centralista del gobierno en México, hizo que las entidades federativas y los municipios alienarán sus perspectivas de desarrollo a las planteadas desde el centro, trayendo como resultado una enorme incongruencia entre las diversas visiones. No había de otro camino dado que el centro en muchas ocasiones condicionaba la transferencia de recursos a la realización de las obras, programas o proyectos por ellos diseñados. Pero lo anterior esta prácticamente concluido. Ahora la “pelota” esta del lado de los Estados y los Municipios.

Una planeación sujeta a cualquier tipo de interés que no sea el bien común, tiende a tergiversar los resultados de la puesta en marcha de dichos planes, beneficiando a unos pocos y perjudicando a la mayoría, generando efectos colaterales como corrupción, malversación de recursos materiales y humanos, merma de impactos y resultados y pérdida de motivación entre los empleados y funcionarios públicos.

Como bien sabemos, los planes de desarrollo realizados a cada inicio de gobierno pocas veces dan continuidad a lo realizado por el antecesor, aún cuando este sea del mismo partido que el nuevo gobernante. Esta falta de continuidad a los programas y proyectos, aunado a la escasa visión de largo plazo, sentencian a un final poco feliz cualquier intento por realizar planes.

La planeación a corto plazo (3 años), la falta de definición de un camino claro que seguir y la falta de continuidad en proyectos gubernamentales municipales es el reto, muy minimizado hasta ahora, a vencer en la vida nacional de México. La escasez de visión de largo plazo hace cambiar de rumbo, a toda una sociedad municipal, cada vez que nuevas administraciones arriban al gobierno. De ahí la necesidad de establecer planes de trabajo que sean inmodificables y solo mejorables por el gobierno en curso, en otras palabras, es fundamental que los planes trasciendan al hombre y se transformen en instituciones.

El pronunciamiento popular de ‘año nuevo, vida nueva’ aplica a la perfección en los gobiernos municipales mediante la analogía ‘gobierno nuevo, personal nuevo’. Para ilustrar lo anterior analicemos brevemente a la Dirección Municipal de Seguridad Pública.

Por principio de cuentas, uno de los primeros movimientos de todo nuevo Presidente Municipal es la remoción del director de seguridad publica. Dicho nombramiento, que es primordial en el éxito o fracaso de cualquier administración dada la importancia de la seguridad pública en nuestro país, detiene momentáneamente los avances logrados, retardando las nuevas acciones de mejoramiento ante el reacomodo de fuerzas al interior de la policía que se dá desafortunadamente cada tres años. Pregunta ¿Cómo planear cuando de entrada se elimina a una fuente importantísima de datos históricos?

En escalada vendrán los nuevos nombramientos de los consejeros miembros del Consejo Municipal de Seguridad Pública (si lo hubiere), muchos de ellos provenientes de ONG’s, que sin lugar a dudas representan a la comunidad, pero que poco pueden aportar debido a que su permanencia esta sentenciada por un período de gobierno.

Si a todo lo anterior aunamos el cambio en los mandos medios de una corporación policíaca, mismos que minan el sentir y motivación en la tropa policial que aspira por meritos propios a un lugar arriba dentro de la jerarquía, podemos determinar que dicha corporación va encauzada hacia la anarquía ‘controlada’, por lo menos en el primer medio año de gobierno, es decir la sexta parte del tiempo de una administración municipal. Bajo el esquema actual se esta garantizando que los “malos” sean profesionales y los “buenos” no continúen.

Para amainar el período de acoplamiento de las nuevas autoridades en sus responsabilidades, quizás una salida al grave problema de la incontinuidad en esta importante área sería la creación de un comisionado de seguridad pública que represente la visión de las autoridades elegidas ante dichos consejos / comités. Este nombramiento, y no el del director de seguridad publica, es el que debe ser renovado por las autoridades entrantes para no cortar de tajo con los logros alcanzados. Por supuesto, este comisionado tendría un papel fundamental al interior de estos consejos / comités.

Encontrar alternativas de solución a los diversos problemas municipales requiere de creatividad y voluntad política de todos los actores, ingredientes importantísimos cuando el problema de la inseguridad nos a rebasado. En algunos casos el gobierno municipal tendrá que ceder ciertas atribuciones pero ¿Acaso no vale la pena cederlos por el bienestar y desarrollo de la ciudadanía? Al fin y al cabo, ellos (los gobernantes) en tres años volverán a ser ciudadanos, ¿O no?.


[1] Guillén López, Tonatiuh. “Instituto Municipal de Investigación y Planeación de Ciudad Juárez”. Innovación en Gobiernos Locales: Un Panorama de Experiencias Municipales en México. CIDE- Fundación Ford-Instituto Nacional para el Federalismo y Desarrollo Municipal. pág. 264, Abril 2002. 

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