El Diario de Coahuila, 18 de octubre 2003
Como en cualquier sociedad, las resistencias a los cambios
siempre se hacen presentes y más cuando estos van directamente a la
modificación metodológica de los repartos en los espacios de poder. Afirmo lo
anterior porque durante la época de la última reforma municipal en Coahuila
(finales 2000, inicios 2001), la posibilidad de hacer ajustes innovadores al
sistema electoral municipal se vio esfumada debido a la oposición de distintos
sectores gremiales.
Pero
iniciemos por el principio. La reforma realizada en diciembre de 1999 al
artículo 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, donde
se les reconoce a los Ayuntamientos como orden de gobierno y no solo como administradores,
obligó a que las Entidades federativas realizaran las adecuaciones
correspondientes a sus respectivas constituciones locales. Dado lo anterior, el
nuevo gobierno estatal en Coahuila, que entró en funciones el 1º. de diciembre
del mismo año, se topo de entrada con esta encomienda.
Para
no auto-limitarse a simplemente reconocer
al ayuntamiento Coahuilense como gobierno, el ejecutivo estatal decidió
emprender una reforma municipal de mayor profundidad. Para ello, y junto con
los poderes Legislativo y Judicial y los Ayuntamientos, se organizaron una
serie de foros ciudadanos en cada una de las 5 regiones en que se encuentra
dividido el Estado.
En
los 5 foros se presentaron 74 ponencias que contenían 118 propuestas, de las
cuales 22 hacían alusión directa al sistema electoral municipal que hasta ese
momento prevalecía: elección del Ayuntamiento por planillas, donde el partido
ganador se llevaba el control total del mismo.
De
las 22 propuestas antes mencionadas solo 5, osea el 6.76% del total de ellas,
planteaban que la elección de los Regidores fuera por distrito o
circunscripción. El resto se enfocaba en
aspectos tales como: a) distribución proporcional de regidurías según el porcentaje de votos que cada partido
hubiera obtenido (como en el sistema electoral municipal de España), b)
reelección del Presidente Municipal y de Regidores (como en EUA), c) requisitos
más enérgicos para aspirar a un cargo público local y d) que todas las fuerzas
políticas tuvieran solo un Regidor en el Ayuntamiento (propuesta que atenta
directamente contra la democracia).
De
acuerdo con una charla que sostuve con una muy respetable fuente del Gobierno
Estatal, una de las intenciones del Ejecutivo era lograr que los Regidores
fueran electos por distritos municipales para consolidar la auténtica
representatividad ciudadana y la capacidad institucional de los Ayuntamientos.
Sin duda alguna, una pretensión que de haberse convertido en realidad hubiera
marcado un hito en la historia reciente municipal del país. A diferencia de
Baja California, que por las mismas fechas también estuvo a un paso de lograr
la citada reforma electoral de no haber sido por un mal movimiento que los
Diputados locales realizaron, al pretender introducir ajustes no consensuados
en materia de alcoholes y transporte, en Coahuila las resistencias se
encontraron en diversos sectores o gremios, principalmente del PRI, quienes al
ver “amenazados” sus espacios de representación en los Ayuntamientos,
impidieron la citada reforma.
Para comprender un poco más el origen de tales
resistencias, señalaré que cuando un pre-candidato obtiene por el método del
partido respectivo la candidatura oficial, los distintos grupos internos
comienzan a reclamar los espacios de regidurías, reclamo que se acentúa si el
candidato tiene amplias posibilidades de salir avante. De todos es sabido que,
para el caso del PRI, la CNC, CTM, CROC, SNTE, CNOP, entre otros, exigen cierto
grado de “representatividad” en la conformación de la planilla. Si a lo
anterior le agregamos los deseos del candidato por colocar a sus cuadros,
tenemos que la rebatinga es todavía más intensa.
Para
el caso del PAN, que carece de sectores gremiales, la cosa es más llana pero no
por ello menos complicada. Los bandos, al menos en Coahuila, se reducen solo a
dos: los “rosendistas” y los “garciavillistas”, por lo que la disputa se vuelve
en algunas ocasiones más personalizada y por lo tanto más encarnizada. En el
caso del PRD están las famosas tribus:” amalios”, “chuchos” y “roblistas”. El
resto de los partidos hasta ofrecen las candidaturas con tal de cumplir con los
requisitos que marca la ley electoral, so pena de perder el registro.
Para configurar un sistema
electoral por distritos municipales no es sencillo. Hay aspectos logísticos,
operativos, obviamente legales, administrativos y financieros que son
necesarios considerar. Pero el beneficio que se obtiene es mucho mayor que los
costos: Ayuntamiento fuerte, Regidores con auténtica representatividad y fuerza
moral, fortalecimiento institucional, confianza organizacional, generación y
desarrollo de líderes locales, entre muchas otras bondades.
Las resistencias entonces tienen su
razón de ser. Y es que no es lo mismo “navegar” o “subirse al tren” de la
figura de un buen candidato a Presidente Municipal que tiene amplias
posibilidades de obtener el triunfo, a que cada uno de los regidores
registrados de manera individual y por distrito, realicen por sí solos campañas
para obtener el voto ciudadano.
No, no es lo mismo, y más cuando hoy en
día convencer al electorado se requiere de carisma, inteligencia, buenas
propuestas, imagen, buen discurso, capacidad de atraer voluntades (por la
buena), currículo sólido, etcétera, características que no tienen muchos de los
actuales regidores en funciones, trátese del partido que sea.
Regresando a la charla que tuve con la
persona antes citada, ésta me aseguró que los malogrados intentos serán
nuevamente relanzados con la finalidad de ahora sí alcanzar dicha reforma
electoral para antes de que termine la actual administración estatal. Aunque
pudiera haber discrepancias en otros tópicos, desde aquí le digo que cuenta con
un aliado para impulsar este, para mi, importantísimo y fundamental cambio. Mis
mejores deseos.
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