El municipio y la reforma del Estado


El Diario de Coahuila, 5 de octubre 2003

En los últimos tres años hemos observado con frecuencia en los medios de comunicación declaraciones de políticos y otros actores sociales sobre la necesidad de darle una nueva dimensión al Estado mexicano. La dinámica de interrelación actual que se presenta tanto entre órdenes de gobierno como al interior de ellos (de poder a poder), hace que sus potencialidades se vean mermadas operativa, administrativa y jurídicamente.

Si a este obstáculo le sumamos el alto (yo diría excesivo) nivel de política que prevalece en la toma de decisiones y la voluntad confusa que existe entre los partidos por avanzar en este sentido, tenemos entonces que el país es como un carruaje atorado en un lodazal: se avanza pero con mucho esfuerzo y a grandes costos.

Los estudiosos de la materia han dedicado horas de trabajo y litros de tinta para diseñar el nuevo mapa facultativo de los tres órdenes de gobierno, pero me parece que en lo que respecta al municipio, los ajustes siguen quedándose cortos. Y no me refiero a la clara definición de facultades y competencias ya que considero que en este rubro se avanza innovadoramente (esperemos que los políticos hagan lo propio cuando su turno inicie), me refiero a la conformación de la estructura institucional municipal que ejecutará dichas facultades y competencias.

Como lo he mencionado en anteriores artículos, hoy en día el gobierno federal y estatal tienen un pasable equilibrio de poderes (más el primero que el segundo, pero al menos éste posee los métodos adecuados para que se dé al mismo nivel que en el federal), cosa que no sucede en el orden del gobierno municipal, ya que el Presidente Municipal cuenta con mayoría absoluta de facto en el Ayuntamiento.

Dado lo anterior, ¿las nuevas atribuciones, competencias y facultades que se le otorguen al municipio, como consecuencia de la reforma del Estado, serán aprovechadas a su máximo bajo la conformación mayoritaria, no por decreto popular, del Ayuntamiento por un partido? ¿Existirá bajo este sistema electoral municipal la suficiente armonía y madurez institucional para que el municipio camine con pasos firmes por el siglo XXI bajo las nuevas reglas de juego?

Por otra parte, ¿qué pasará con los supuestos mayores ingresos que tendrán los municipios como resultado de una deseable exitosa Convención Nacional Hacendaria? ¿Podrán los Regidores del partido mayoritario exigirle una verdadera rendición de cuentas y una actuación transparente al Presidente Municipal de su MISMO partido? ¿Podrá la minoría en el Ayuntamiento, bajo el actual sistema electoral, apuntalar con suficiente fuerza sus válidos puntos de vista sobre el desarrollo que requiere el municipio?

La Secretaría de Gobernación recién elaboró un diagnóstico para negociar con los gobernadores la Reforma del Estado y dentro de este ejercicio se identificaron las fortalezas y debilidades en las autoridades locales. Por el lado de las fortalezas tenemos: avances significativos en la reforma al artículo 115 constitucional, consolidación del municipio como gobierno, consolidación de la facultad reglamentaria, ampliación de las facultades coincidentes en lo relativo a la planeación del desarrollo urbano, creación de la Conferencia Nacional del Municipio Mexicano (CONAMM), fortalecimiento de los ingresos municipales a raíz de la creación del Ramo 33, entre otros.

Entre las debilidades están: la falta de continuidad de funcionarios y personal operativo municipales, y de las políticas derivadas de los cambios de gobierno, contrastantes condiciones entre los municipios para asumir la mayoría de las competencias que les otorga la Constitución, facultades legales limitadas de los municipios para determinar sus ingresos propios, bajo nivel de recaudación del impuesto predial, entre otros.

Desmenuzando las debilidades de este diagnóstico pude comprobar que el sistema electoral municipal no entra en el pool de aspectos a analizar en la Reforma del Estado. Y lo que es peor, tampoco aparece dentro de los pliegos de propuesta de la CONAGO y mucho menos de la CONAMM. Ambos solicitan, en lo esencial, facultades que se traducirán en mayores recursos pero no van más allá debido a que sus peticiones parten de los respectivos ejecutivos (que sólo duran unos años en sus cargos), ignorando  las opiniones de los expertos municipalistas y de ciertos sectores sociales (que son ciudadanos de por vida).

En otras palabras, tenemos que para los tres órdenes de gobierno este aspecto no es de importancia aún y cuando la deficiencia del municipio mexicano se debe en una buena medida a la falta de un fortalecimiento institucional, no sólo en lo económico como muchos creen que lo es todo, sino también en su conformación y elección. Para decirlo de otra manera: no les importa que, a nivel municipal, NO haya un equilibrio de poderes en el Ayuntamiento, cuando durante años, sino es que décadas, los mismos actores reclamaban un equilibrio de poderes en los órdenes federal y estatal. ¿No es ésta una verdadera incongruencia? ¿Por qué ante tanta evidencia hay oídos que se niegan a escuchar los perjuicios de esta desventaja institucional? ¿Por qué esta reforma electoral municipal no es considerada por las legislaciones estatales para al menos ser estudiada?

La reforma del Estado es un movimiento que no puede retrasarse por más tiempo. Lamentablemente, entre las propuestas a discutirse para lograr un nuevo rediseño estadual no se contempla la cimentación de un equilibrio de poderes en los Ayuntamientos mexicanos. Los efectos de lo anterior son por todos conocidos: nula rendición de cuentas de los Regidores, mayoriteo en las Sesiones de Cabildo en la toma de decisiones, presidencialismo sin límites, centralismo decisorio en la figura del Presidente Municipal, simulación en la generación de políticas públicas locales, Regidores fieles a los partidos y no al ciudadano y muchos más. ¿Hasta cuándo durará esta incongruencia política? ¿Habrá una luz en este sentido?

Comentarios