Artículo Localeando, El Diario de Coahuila, 4 de abril 2004
La democracia como un proceso posee diferentes etapas,
quizás todas con igual grado de importancia. Para algunos la democracia nace
con el voto libre del ciudadano y concluye cuando un régimen autoritario se
hace del poder, por la buena o por la mala. Otros arguyen que la democracia
nace cuando las condiciones para que el ciudadano exprese su voluntad ha través
del sufragio están dadas y que muere cuando un pueblo decide por cuenta propia
que así se dé.
Como sea que fuere, hay una etapa del proceso democrático
que permite a los ciudadanos identificar, decidir y otorgar el poder al o los
candidatos y partidos que según su parecer, son los idóneos para regir por un
determinado tiempo a la sociedad. Me refiero al proceso electoral.
Dentro de este mismo proceso, hay un lapso de tiempo cuyo
objetivo es que el ciudadano pueda identificar al o los candidatos que les
otorgara su voto. Este pequeño lapso de tiempo se conoce como período de
pre-campañas y campañas. Si como citaba
anteriormente todas las etapas del proceso democrático son importantes, ésta,
para mí es fundamental ya que permite conocer no solo las propuestas e ideas
que los aspirantes al poder poseen para hacerle frente a los retos colectivos.
Permite conocer también las personalidades, factor fundamental para que la
democracia tenga vigencia y viabilidad.
¿Cuantos lobos con piel de oveja, que amparados bajo las
reglas de la democracia han arribado al poder, para someterlo a su personalidad,
trayendo la debacle para sus pueblos?. Hugo Chávez en Venezuela, Abdalá Bucaram
en Ecuador, Slodvan Milocevic en Serbia,
Sadamm Hussein en Irak. Todos en el plano internacional. Pero que les parece el
ex –Alcalde de Tultitlán, aquel que se hizo famoso por filmar una película en
pleno período de gobierno.
En fin, la lista es demasiado larga y no pretendo hacer un
recuento de aquellos políticos que lograron burlar la buena fe ciudadana, sino
enfocarme en la importancia de las pre-campañas y campañas políticas.
Este lapso de tiempo fundamental ha eliminado ilusiones
para no pocos políticos y sino pregúntenle a Howard Dean, el precandidato
demócrata en EUA que al arrancar las elecciones primarias de su partido
marchaba a la cabeza en las encuestas, pero que su personalidad lo llevo al
precipicio de las preferencias ciudadanas, a tal grado que ni siquiera termino
la carrera por la nominación. Imaginen que Howard Dean hubiera llegado a la
presidencia de su país con sus arranques emocionales. Solo el futuro sabe que
hubiera pasado, pero su personalidad no garantizaba buenas decisiones, pensaron
los electores.
En México las pre-campañas y campañas, además de cumplir
con su función (poner al candidato en una vitrina publica) están siendo
causantes de malestar y hartazgo entre la sociedad y además están siendo
menospreciadas por los políticos al utilizarlas como meras pasarelas de
desfiles de modas. Los slogans
pegajosos, una sonrisa blanca, frases huecas, ademanes espectaculares,
habilidad para bailar, dote de estadista, entre otros, sirven de mascarada para
esconder lo que realmente es importante: las propuestas, la personalidad y la
reacción ante ciertas situaciones que pueda enfrentar si es que llega al poder.
Si a los que queremos ser profesionales en un campo del
conocimiento, a los pilotos aviadores y de autos, a los profesores, policías,
bomberos, médicos, entre muchos más, nos hacen pasar por simuladores de
desempeño, mi pregunta es ¿Por qué a los políticos en plenas campañas no les
aplicamos un examen o los ponemos en simuladores de conducción social con toma
de decisiones políticas para conocer sus habilidades ante ciertas
circunstancias, como una devaluación por ejemplo?
Hay por ahí un juego muy interesante que consiste en que
varios jugadores que representan a un país en específico (como sí fueran
presidentes) tomen decisiones ante ciertas circunstancias que se les va
presentando. Al final gana aquel que haya logrado hacer transitar por buen
sendero a su país. Sin duda un ejercicio para tomar en cuenta ante la
ineficiencia de las actuales campañas políticas.
Algunos me dirán que los debates son el mejor ejercicio
para lograr lo que arriba menciono, pero a ellos les digo que con un solo
debate generalizado en toda una campaña no es suficiente, menos cuando el
candidato tiene ¡tan solo dos minutos! para hablar de tal o cual tema. Es
imposible conocer aunque sea mínimamente las habilidades de un candidato en ese
micro-lapso de tiempo. Hoy nuestro voto lo basamos en la percepción y no en el
conocimiento intrínseco del candidato.
Si los Institutos electorales obligaran a los partidos a
que existiese por lo menos un debate para cada tema sustancial (seguridad
publica, salud, educación, servicios públicos, agua potable, etc.) otra cosa
sería, pero dudo mucho que puedan hacerlo ya que los partidos harían hasta lo
imposible porque ello no sucediera, y ¿saben porque? Por que difícilmente sus
candidatos “naturales” podrían llegar al cargo.
No sé que piensen ustedes, pero yo considero que al menos
un mínimo grado de auscultación sustantiva tiene que estar presente en los
momentos de las campañas. Insisto, ahí nos daríamos cuenta, por ejemplo, de sí
un aspirante es muy insistente en una acción que a leguas se ve no tendrá
viabilidad (como tratar de introducir unas patrullas foráneas que violarían la
ley.) o de sí sabe cuando retirar una propuesta de IVA que no tendrá viabilidad
(y menos si no sabe cabildearla).
Hoy que estamos en medio de destapes para la gubernatura de
Coahuila y para la presidencia debemos mantener como sociedad un desarrollado
olfato político. Empezando por la vigilancia de los recursos públicos (para que
estos no sean gastados en desayunos y comilonas de cumpleaños o en publicidad
en municipios ajenos) y terminando por analizar las diversas personalidades.
Glosa: Al parecer el PRI-Coahuila ya dijo en
principio un “no” a la propuesta de un interinato de gobierno en el Estado.
Aunque no suena a un “no definitivo”, esperemos que los promotores sepan como
cabildear una iniciativa en la que hasta el mismo gobernador se pronuncio como
aceptable. De entrada el PRI dio un argumento ridículo que hace suponer que el
PAN estará para siempre en Los Pinos. ¡Dios nos libre!
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