Localeando, El Diario de Coahuila, 4 de diciembre 2004
Culiacán,
Sin.- El pasado 25 de Noviembre la Comisión de Fortalecimiento del Federalismo
de la Cámara de Diputados presentó al pleno una iniciativa para Reformar el
artículo 115 constitucional, que regula la vida de los municipios. Con el apoyo
de todas las fracciones parlamentarias (al menos hasta ahora después quien
sabe) parece ser que ésta iniciativa traerá cambios importantes, siendo el
principal la reelección de los Presidentes Municipales.
El
municipio en México es tan diverso como las opiniones que los llamados
“municipalistas” suelen expresar en sus conferencias, foros y reuniones, de
aquí la dificultad de poder expresar en unos cuantos párrafos constitucionales
el modelo municipal más adecuado.
La
semana pasada acudí a una reunión en Ciudad de México de municipalistas y donde
el propósito era reflexionar sobre las posibles reformas venideras con la
iniciativa de la Comisión de Fortalecimiento al Federalismo. He de reconocer que
no me quede hasta la etapa de conclusiones pero puedo asegurar que, al igual
que en todas las reuniones de este tipo, pretendíamos enmarcar al municipio en
un modelo determinado cuando la realidad nos indica otra cosa.
Un
ejemplo de lo que señalo es la resistencia a que exista la reelección de los
Presidentes Municipales por temor a que se construyan o consoliden feudos de
poder político, que por cierto ya existen. Si bien yo soy participe de esta
opinión bajo las actuales reglas, no podemos quitar este derecho a los Estados
del país. Hacerlo implicaría, como lo ha sido desde tiempo atrás, imponer desde
el centro condiciones que atentan contra el federalismo.
En todo
caso, los Congresos estatales que legislen sobre la reelección, deberán
considerar que es necesario la existencia de otras reformas institucionales
para que esto opere de la mejor manera y contribuya al desarrollo de los
municipios. El problema es que en los Congresos existe una pasividad operativa
y limitación creativa, todo cargado con ingredientes políticos, que hace que
tengamos no muy buenos panoramas en el corto plazo.
Si se
eliminase la restricción en el 115 Constitucional e inmediatamente un Estado
decide adoptarlo sin modificar su marco legal municipal, efectivamente el temor
manifestado por muchos se hará una realidad por varias razones, siendo una de
ella el actual sistema electoral municipal.
En
repetidas ocasiones he escrito en este mismo espacio que la elección por
planilla del Presidente Municipal, junto con Regidores y Síndicos, es un modelo
que fue elaborado para operar bajo las condiciones políticas y democráticas de
los años 70’s y 80’s. Si bien desde entonces han habido reformas municipales
desde los Congresos Estatales, éstas se limitan a otros aspectos que poco
tienen que ver con el desarrollo democrático y la representatividad social de
los Ayuntamientos.
Un caso
excepcional es lo acontecido en Chihuahua, donde el Síndico tiene que ganarse
la confianza de los electores a través de una campaña electoral independiente a
la del resto de los integrantes del Ayuntamiento. Aquí en Sinaloa, donde a
partir de enero del 2005 recién se integra la figura del Síndico, perdieron una
valiosa oportunidad de seguir los pasos del “Estado Grande” al integrarlo a la
planilla. Nuevamente el ciudadano quedo relegado y la culpa no es de un partido
en lo particular; es de todos.
Fuera
del intento realizado en Baja California en 2001, hasta el momento ni el PRI,
ni el PAN o PRD han hecho nada al respecto cuando han tenido la mayoría en
Congresos Estatales y la razón es muy simple; si se eliminan las planillas
entonces sus sistemas de elección internos sufrirían enormes modificaciones, lo
que haría que ya no tuvieran el poder de decidir quien debe estar en los
Ayuntamientos.
Pero el
reparto de culpas no se limita a los partidos o a los políticos en cuanto al
sistema electoral municipal y que, en otras palabras, distribuye las
representaciones de una comunidad en el cuerpo de gobierno local. La sociedad
tampoco ha generado un movimiento que indique o presione a los tomadores de
decisiones para que hagan reformas en este sentido.
Tal
parece que el haber realizado las reformas municipales electorales de los 70’s
y 80’s y haber alcanzado la alternancia a nivel nacional nos agotó y satisfizo
como sociedad. Una prueba más de mi pesimismo es lo acontecido actualmente en
Sonora, donde la iniciativa del Gobernador Bours por incorporar las
candidaturas ciudadanas e independientes no ha encontrado el suficiente
respaldo social para concretarse, lo que deja el camino libre para que los
partidos y los políticos hagan lo que les plazca, como aconteció en Baja
California en 2001.
El
camino que lleva hacia la democracia (y que tiene vertientes nacionales,
estatales y municipales) nunca se agota y nosotros ni siquiera hemos recorrido
los primeros kilómetros. El conformismo que nos caracteriza como país vuelve a
hacerse presente en el ámbito municipal.
Soy un
convencido de que la actual redacción del artículo 115 constitucional ofrece
generosos espacios para que los municipios puedan desarrollarse en lo
administrativo, operativo e institucional, más no así en lo democrático. Para
lograr esto hace falta, como ya lo mencione, modificar los sistemas electorales
municipales, y donde cada Congreso puede hacerlo.
De hecho
nuestro “centralismo inconsciente” sigue siendo muy arraigado en nuestro
pensamiento al grado que algunos por ahí, incluso políticos, han expresado en
diversos foros a los que he acudido, que el artículo 115 indique a todos que el
período de un gobierno municipal pase de 3 a 4 años, cuando esta atribución ya
la tienen los propios Congresos estatales. Señalamientos de este tipo no hacen
más que indicar que conocemos muy poco de lo que es nuestro municipio y de todo
lo que se puede hacer con el marco legal actualmente existente.
Algunos
señalan que el 2005 será el año de las reformas municipales en México, y ojalá
así sea, pero estas de nada servirán sí los Congresos estatales no se activan
como verdaderos mecanismos reformadores y modifican su papel de aletargadores y
obstaculizadores de los cambios municipales. Pero tampoco si la sociedad hace
lo que le corresponde; marcarles el camino a los partidos y a los políticos.
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