No pasa día en que no salga una nota periodística informando sobre una mala actuación o decisión de los regidores mexicanos. Fraudes, corrupción, peculado, incapacidad para resolver los problemas, auto-asignaciones de bonos o licencias, auto-aumentos de sueldos, etcétera, son un denominador común en los Ayuntamientos mexicanos ¿Las causas? Son varias pero una de ellas muy importante es el nulo vinculo de los regidores con sus gobernados, lo cual inicia con la forma en que son electos.
Muchas reformas federales y estatales se le han hecho al Ayuntamiento, incluso relacionadas con la fórmula matemática para distribuir las regidurías, pero se ha evadido el de la elección de los regidores por distrito, lo que ha generado que este cargo sea uno de los pocos en el mundo que se gana sin esforzarse por él.
La evolución histórica del sistema electoral municipal muestra varias facetas. En los 300 años de ocupación española el cargo de Regidor era asignado a notables del municipio e incluso estaba en venta para el mejor postor. En el siglo XIX las cosas no cambiaron mucho. Con la Constitución de 1917 solo un Estado optó por elegir a sus Regidores por distrito; Guanajuato, pero lo abandonó en 1977 para adoptar el sistema de planillas que prevalecía (y prevalece) en todos los Estados.
La oportunidad más cercana de revivirse esta metodología electoral ocurrió en 2001, en Baja California, con el famoso “Dictamen 116” pero todo se vino abajo con una mala jugada del Gobierno estatal para con los Ayuntamientos, quienes en respuesta eliminaron esta metodología del conjunto de reformas aprobadas. Tenemos pues que en los casi 500 años de vida del Ayuntamiento en México, en muy pocos años u ocasiones, el Regidor ha ganado su puesto convenciendo al electorado.
En los últimos meses varios estados hicieron reformas electorales (ejemplo, Michoacán y Zacatecas), pero como siempre los partidos “olvidaron” discutir un tema que, incluso estudiosos del municipalismo, lo consideran incipiente y de poco valor, cuando en otros países esta metodología ha contribuido a fortalecer a los gobiernos locales.
Sin embargo una nueva oportunidad parece estarse asomando y me refiero concretamente a Coahuila, donde los partidos políticos y otros actores de la sociedad han manifestado el deseo de iniciar, en breve, un proceso de reforma que conlleve a mejorar la actual ley electoral. Según reportes de prensa, por ahora se notan visos de solo concentrarse en los temas de las precampañas y el monto de campañas, ambos aspectos ya regulados pero de forma algo rigorista, así como lo relativo a los debates, ejercicio que debe incluirse en la legislación sin demora.
A diferencia de otros Estados, Coahuila no partiría de cero para discutir las regidurías por distrito, sistema que puede ser enriquecido eventualmente con regidurías plurinominales, tal y como acontece en Congresos locales y Federal. Y no parte de cero porque ya existe en el Congreso local una iniciativa al respecto presentada en el 2004 por el pasado Ayuntamiento de Saltillo y elaborada por Antonio Neira Villajuana, hoy funcionario de la Secretaría de la Función Pública Estatal. La iniciativa también incluye una propuesta para disminuir el número de regidores y otros ingredientes mínimos necesarios para iniciar una transformación del Cabildo en cuanto a su operación y administración.
En mi columna de la semana pasada mencionaba que en su primer año como Gobernador, Humberto Moreira ha realizado acciones importantes (destacando un programa de obra pública espectacular y otro de cero marginación) pero al momento no ha emprendido acciones “que no se ven”, es decir reformas institucionales.
Pues bien, aquí esta una verdadera oportunidad para romper otro hito en la historia municipal reciente de este país. Concretizarla sería de un gran beneficio para el ayuntamiento no solo de Coahuila sino del país porque sería un paso más (pero muy importante) para profesionalizar y hacer protagonista en la escena pública local al Regidor, hoy por hoy la figura política menos desarrollada del entramado gubernamental mexicano.
En la actualidad solo en el Estado de Chihuahua un miembro del Ayuntamiento diferente al Alcalde es elegido directamente por los votantes; el Síndico. Ahí el candidato a Síndico debe preparar un programa de trabajo y ofertarlo a los votantes para ganarse su voto. Por cierto, el gobernador anterior pretendió modificar esta metodología pero los sectores sociales lo rechazaron (incluso los partidos) porque sus beneficios se han traducido en Cabildos más responsables.
Los Estados de Durango, Guanajuato, Guerrero, Morelos, Tlaxcala y Veracruz han diseñado metodologías que pueden conformar la existencia de una mayoría de oposición dentro del Cabildo, tal como acontece en los Congresos locales o Federal. No obstante, este hecho no ha generado Cabildos más eficaces, menos partidistas y con un vínculo directo al ciudadano, y eso es porque el sistema de planilla sigue existiendo.
La reforma de los Ayuntamientos mexicanos es también una reforma estructural que nuestro país debe realizar pero no le damos la importancia que se merece. El Ayuntamiento (o Consejo de la ciudad en otras naciones) representa la primera aduana para hacer política en cualquier país, pero en México nuestra visión centralista nos impide darle su exacta dimensión. Nuestra obsesión por los asuntos nacionales nos imposibilita ver que en los municipios es donde comienza la estructura y cultura política del país, ¡volteemos a verlos! y despertemos a los Congresos locales que están adormilados.
Solo el fogueo que provee el hacer campaña (debatir, preparar propuestas) y enfrentar su rigor, permite entrenar a quienes serán nuestros líderes locales. Si esto no se da entonces tenemos ciudadanos aspirantes a Regidores mal entrenados cuyo desempeño es mediocre, tal como lo vemos ahora.
Hago votos porque la iniciativa que ahora se encuentra arrumbada en algún cajón del Congreso coahuilense sea rescatada y al menos discutida. De ser aprobada (con algunos ajustes seguramente) ocasionaría un efecto en cadena en el debate municipal, tal como lo hizo la ampliación a cuatro años de los gobiernos municipales coahuilenses. ¿Fue lo mejor? No lo sé, pero peor es no hacer nada.
El Gobernador y los partidos coahuilenses pueden “abrir brecha” nuevamente en el tema municipal ¿Estarán a la altura? Yo espero que sí.
Muchas reformas federales y estatales se le han hecho al Ayuntamiento, incluso relacionadas con la fórmula matemática para distribuir las regidurías, pero se ha evadido el de la elección de los regidores por distrito, lo que ha generado que este cargo sea uno de los pocos en el mundo que se gana sin esforzarse por él.
La evolución histórica del sistema electoral municipal muestra varias facetas. En los 300 años de ocupación española el cargo de Regidor era asignado a notables del municipio e incluso estaba en venta para el mejor postor. En el siglo XIX las cosas no cambiaron mucho. Con la Constitución de 1917 solo un Estado optó por elegir a sus Regidores por distrito; Guanajuato, pero lo abandonó en 1977 para adoptar el sistema de planillas que prevalecía (y prevalece) en todos los Estados.
La oportunidad más cercana de revivirse esta metodología electoral ocurrió en 2001, en Baja California, con el famoso “Dictamen 116” pero todo se vino abajo con una mala jugada del Gobierno estatal para con los Ayuntamientos, quienes en respuesta eliminaron esta metodología del conjunto de reformas aprobadas. Tenemos pues que en los casi 500 años de vida del Ayuntamiento en México, en muy pocos años u ocasiones, el Regidor ha ganado su puesto convenciendo al electorado.
En los últimos meses varios estados hicieron reformas electorales (ejemplo, Michoacán y Zacatecas), pero como siempre los partidos “olvidaron” discutir un tema que, incluso estudiosos del municipalismo, lo consideran incipiente y de poco valor, cuando en otros países esta metodología ha contribuido a fortalecer a los gobiernos locales.
Sin embargo una nueva oportunidad parece estarse asomando y me refiero concretamente a Coahuila, donde los partidos políticos y otros actores de la sociedad han manifestado el deseo de iniciar, en breve, un proceso de reforma que conlleve a mejorar la actual ley electoral. Según reportes de prensa, por ahora se notan visos de solo concentrarse en los temas de las precampañas y el monto de campañas, ambos aspectos ya regulados pero de forma algo rigorista, así como lo relativo a los debates, ejercicio que debe incluirse en la legislación sin demora.
A diferencia de otros Estados, Coahuila no partiría de cero para discutir las regidurías por distrito, sistema que puede ser enriquecido eventualmente con regidurías plurinominales, tal y como acontece en Congresos locales y Federal. Y no parte de cero porque ya existe en el Congreso local una iniciativa al respecto presentada en el 2004 por el pasado Ayuntamiento de Saltillo y elaborada por Antonio Neira Villajuana, hoy funcionario de la Secretaría de la Función Pública Estatal. La iniciativa también incluye una propuesta para disminuir el número de regidores y otros ingredientes mínimos necesarios para iniciar una transformación del Cabildo en cuanto a su operación y administración.
En mi columna de la semana pasada mencionaba que en su primer año como Gobernador, Humberto Moreira ha realizado acciones importantes (destacando un programa de obra pública espectacular y otro de cero marginación) pero al momento no ha emprendido acciones “que no se ven”, es decir reformas institucionales.
Pues bien, aquí esta una verdadera oportunidad para romper otro hito en la historia municipal reciente de este país. Concretizarla sería de un gran beneficio para el ayuntamiento no solo de Coahuila sino del país porque sería un paso más (pero muy importante) para profesionalizar y hacer protagonista en la escena pública local al Regidor, hoy por hoy la figura política menos desarrollada del entramado gubernamental mexicano.
En la actualidad solo en el Estado de Chihuahua un miembro del Ayuntamiento diferente al Alcalde es elegido directamente por los votantes; el Síndico. Ahí el candidato a Síndico debe preparar un programa de trabajo y ofertarlo a los votantes para ganarse su voto. Por cierto, el gobernador anterior pretendió modificar esta metodología pero los sectores sociales lo rechazaron (incluso los partidos) porque sus beneficios se han traducido en Cabildos más responsables.
Los Estados de Durango, Guanajuato, Guerrero, Morelos, Tlaxcala y Veracruz han diseñado metodologías que pueden conformar la existencia de una mayoría de oposición dentro del Cabildo, tal como acontece en los Congresos locales o Federal. No obstante, este hecho no ha generado Cabildos más eficaces, menos partidistas y con un vínculo directo al ciudadano, y eso es porque el sistema de planilla sigue existiendo.
La reforma de los Ayuntamientos mexicanos es también una reforma estructural que nuestro país debe realizar pero no le damos la importancia que se merece. El Ayuntamiento (o Consejo de la ciudad en otras naciones) representa la primera aduana para hacer política en cualquier país, pero en México nuestra visión centralista nos impide darle su exacta dimensión. Nuestra obsesión por los asuntos nacionales nos imposibilita ver que en los municipios es donde comienza la estructura y cultura política del país, ¡volteemos a verlos! y despertemos a los Congresos locales que están adormilados.
Solo el fogueo que provee el hacer campaña (debatir, preparar propuestas) y enfrentar su rigor, permite entrenar a quienes serán nuestros líderes locales. Si esto no se da entonces tenemos ciudadanos aspirantes a Regidores mal entrenados cuyo desempeño es mediocre, tal como lo vemos ahora.
Hago votos porque la iniciativa que ahora se encuentra arrumbada en algún cajón del Congreso coahuilense sea rescatada y al menos discutida. De ser aprobada (con algunos ajustes seguramente) ocasionaría un efecto en cadena en el debate municipal, tal como lo hizo la ampliación a cuatro años de los gobiernos municipales coahuilenses. ¿Fue lo mejor? No lo sé, pero peor es no hacer nada.
El Gobernador y los partidos coahuilenses pueden “abrir brecha” nuevamente en el tema municipal ¿Estarán a la altura? Yo espero que sí.
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