Artículo Localeando, El Diario de Coahuila, 15 de enero 2007
Llegué a
las 4:45pm del pasado sábado 13 a la plaza del Sagrado Corazón, lugar donde
inicia la Gran Vía, calle principal de Bilbao y punto de partida de la marcha
titulada “Por la Paz y el Diálogo, exigimos a ETA el fin de la violencia”. Organizada
por el Lehendakari Juan José Ibarretxe (Presidente del País Vasco), su
propósito era condenar el atentado etarra del pasado 30 de Diciembre en el
aeropuerto madrileño. A quince minutos del inicio el escenario lucía
desangelado. La otra gran manifestación, la de Madrid, arrancaría una hora más
tarde.
Para
vestir mejor esta crónica vale la pena dar algunos detalles del contexto
socio-político de los últimos días. El título de la manifestación generó mucha
polémica entre los partidos políticos y la sociedad en general porque en un
principio solo incluía la frase “Por la Paz y el Diálogo”, algo que de alguna
forma privilegiaba a ETA; no le condenaba por su último acto. El día jueves,
dos días antes y bajo intensa presión, el Lekendakari y su partido PNV (Partido
Nacionalista Vasco) aceptaron agregar la segunda parte de la frase generándose
dos efectos; la suma del resto de los partidos políticos para participar (a
excepción del PP –Partido Popular-) y la cancelación de la participación de
Batasuna –brazo político de ETA e ilegalizada por el gobierno español-.
Por su
parte, el PP nunca dio una muestra clara de sumarse y en ocasiones caía en
contradicciones. Desde el día del atentado su postura ha sido netamente radical
y bloqueadora, tildando de incompetente al Presidente Zapatero (PSOE). Dicha
actitud me recordó al PRI del sexenio de Fox y ahora todos sabemos que las
consecuencias de ello fueron nefastas en las pasadas elecciones. Para el PP no
existe otra salida mas que exterminar a ETA y esta postura es compartida por la
AVT (Asociación de Víctimas del Terrorismo). Sobra decir la intensa cobertura
de los medios a estos acontecimientos.
Regresando
a la marcha; diez minutos antes de que ésta empezase se observaba un mar de
periodistas y poca gente en el punto de partida. Por momentos pensé que aquello
iba al fracaso pero tan pronto arrancó la marcha, la gente salió de los no
pocos bares existentes en la Gran Vía, similar en anchura a Insurgentes (DF) o
Blvd. V. Carranza (Saltillo). Igualmente, cientos de bilbaínos se incorporaban
a ella desde las calles laterales o bien del transporte público. Aquí no hay
acarreados. Yo quedaba gratamente sorprendido. El Lehendakari y demás políticos
locales (nacionalistas, socialistas), y los invitados catalanes, lideraban el
contingente.
Contrario
a las varias marchas que observé en el DF, donde se gritaban consignas o
cánticos dando un toque alegre, vivo, quizás chusco, y entonados por gente en
su mayoría clase media y baja –a excepción de la marcha por la inseguridad
2004, donde acudieron ciudadanos de todo tipo-, esta manifestación incluía
gente de buen ver, con vestimenta que denotaba un generoso ingreso económico (pirrurris
diría AMLO) y la razón es muy simple; el País Vasco es la autonomía con el PIB per
capita más alto de España y esto atempera la diferencia de clases.
Decidí
esperar hasta que la parte última se moviera y mientras ello acontecía la gente
se mostraba seria, silenciosa, parca, quizá triste y preocupaba porque su
tierra se encuentra en un conflicto que parece inacabable y en medio (una vez
más) de la violencia. Iban dialogando entre ellos, una que otra bandera vasca
se podía ver, ninguna española. La presencia de la policía (Ertzaintza) era discreta
en medio de miles de ciudadanos que seguían atiborrando la Gran Vía.
Ubicado
al final de los desfilantes de pronto entablo conversación con don José Luis,
un adulto mayor nacido en esta ciudad en 1936 y fiel testigo de la evolución vasca
y española. Le pregunto si había visto una manifestación tan populosa como esta
y me dice que quizás se asemejaba a la realizada en memoria de Miguel Ángel
Blanco (concejal del PP asesinado por ETA en 1997). En seguida afirma que los
vascos son gente normal que quieren vivir en paz. Don José Luis me dice
sentirse cansado de los políticos, quienes solo cuidan sus intereses y
confunden a la gente. Le digo que yo pienso lo mismo de los políticos mexicanos.
Me confiesa sentirse “desilusionado” porque el esfuerzo realizado por su
generación ha servido de poco. Hoy, agrega, el escenario es más complejo y
confuso.
Me
despido de don José Luis pensando en sus palabras y mezclo los roles de los
partidos españoles y vascos (PP, PSOE, PNV) con el de los mexicanos (PRI, PAN,
PRD). Mi conclusión temporal es que al menos los de aquí han creado las
condiciones para que los ibéricos gocen de un mejor nivel de vida. Para
entonces eran las 5:30pm y decido andar a paso veloz por una calle lateral para
alcanzar la punta de la manifestación. Diez minutos más tarde y algo cansado, la
alcanzo a la altura de “El Corte Inglés, la mayor tienda departamental de
España, algo así como Liverpool en México. Me coloco a unos metros frente a los
políticos, adelantados por cuatro o más personas que cargaban la manta blanca
con la leyenda que tanta controversia había causando. El lugar seguía atestada
de periodistas y fotógrafos atentos a cualquier cosa. Igualmente había
locutores transmitiendo reportes en vivo a sus noticieros. De pronto me
encuentro con mi nuevo amigo Iñaki, un joven que recién inicia sus pasos de
periodista. Charlamos sobre el suceso y me va señalando a sus colegas famosos.
Llegamos
frente del Ayuntamiento, un edificio antiguo, hermoso, una hora después. Iñaki
me introduce a la “isla” de los periodistas y soy afortunado porque puedo tener
una buena vista. Una voz en off indica que esperaremos cinco minutos porque aun
seguía saliendo gente del punto de partida. Le escucho decir a una reportera la
cifra de 70 mil asistentes, bastante para una ciudad de casi un millón de
habitantes. Pasa el tiempo y el Lehendakari sube al podio para dar su discurso
en Euskera y en Español. Comienza con un “Estamos aquí para manifestar nuestro
rechazo a la violencia”. Apela por el diálogo por encima de la politiquería y
pregunta “¿cuantas lecciones más deben aprenderse?”. Agradece la generosidad
del pueblo vasco por su asistencia y termina su mensaje pidiendo un minuto de
silencio. A las 6:15pm todo había acabado y los miles de vascos se retiran cargando
bajo el brazo una nueva esperanza, deseando que su mensaje lo haya escuchado
ETA. Y yo no estoy seguro que así haya sido.
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