Artículo Localeando, El Diario de Coahuila, 26 de febrero 2007
El tema
es obligado. Lo sucedido la semana pasada respecto de la acusación del
gobernador de Coahuila en contra del ex –presidente Fox, en el sentido de que
el primero culpara a inocentes por lo sucedido en la mina Pasta de Conchos, es
otro capítulo más (no sé si el último) dentro de las nunca buenas relaciones
entre ambos. Su “luna de miel” solo duró diciembre de 2005 (toma de posesión
del gobernador) y enero de 2006. Luego vino la tragedia y ya nada fue igual.
El caso
Moreira-Fox merece analizarse seriamente porque ambos representan figuras
políticas que difícilmente chocaban durante el régimen priísta debido al
sistema presidencialista-imperial que existía. De una u otra forma los problemas
se resolvían sin mucho aspaviento, al menos no en lo público. Quizás el más
sobresaliente fue el protagonizado en 1994-95 por Roberto Madrazo y el ex
–presidente Ernesto Zedillo, resolviéndose finalmente a favor del primero (no
fue depuesto del cargo de gobernador), aunque le ayudó la tremenda crisis
económica, la cual reclamaba toda la atención del Presidente.
En esta
nueva etapa democrática, ambos actores (Moreira-Fox) sentaron un precedente, no
sé si bueno o malo, para las relaciones
futuras de un Presidente de la República y un Gobernador. Su actuación cambió
dramáticamente el método de solución de los ulteriores problemas o tragedias de
la envergadura de Pasta de Conchos. Igualmente modifica el trato para con ex
–Presidentes, que hasta ahora había sido de cierto respeto institucional, y
deja obviamente muchos aprendizajes.
En este
conflicto jugó un papel fundamental la personalidad (especial) de ambos
protagonistas y esta está conectada irremediablemente al discurso. Los dos (Moreira-Fox)
son simpáticos, emocionales, utilizan un lenguaje sencillo y penetrador entre
el ciudadano común, expresan un discurso popular (no populista) y hablan “como
va”. Caen bien. El mismo gobernador reconoció de alguna manera la similitud de
personalidades. Aquí la prueba. Dice Fox -Oye, tú no te quedas callado-, a lo
que Moreira le respondió -Presidente, con todo respeto, usted tampoco- (EL
DIARIO, 200207). Va pues el implícito de “somos iguales” y la deducción de que
la semejanza de personalidad fue (paradójicamente) una de las causas del
conflicto.
Desde
mi punto de vista es sano que sucedan este tipo de hechos porque ayudan a pulir
nuestra incipiente democracia y a purificarla, tirando máscaras y descubriendo
auténticas idiosincrasias. Pero se convertirá en algo nocivo si no hay
consecuencias puntuales y legales. En las democracias desarrolladas las hay
(castigos y/o encarcelamientos) y eso sirve de lecciones para todos. En Japón
incluso se debe pedir perdón de manera pública en una rueda de prensa. Pero en
democracias como la nuestra eso difícilmente sucede, y peor aún, alimenta el
sentimiento de impunidad que prevalece en la sociedad, relacionándola con
negociaciones de las élites políticas.
Respecto
a la revelación es de pensarse que el gobernador calculó bien la decisión
tomada y visualizó escenarios. Tuvo un año para hacerlo. Pero el resultado
indica que no se midieron las consecuencias. El saldo por ahora se deduce a la incredulidad
de la revelación y a los tiempos. La justificación del gobernador (guardo silencio
por prudencia pero decidió hacerlo público, luego de que se falsificaron
documentos para pretender fincarle responsabilidad en la tragedia) sigue sin
convencer y al contrario genera más preguntas y solo contesta una (acusó hasta
ahora porque lo involucraron) pero ¿Si no lo hubieran hecho lo hubiera dicho?
¿No sería eso encubrimiento de delito y/o obstrucción de la justicia? Con este
acto el gobernador retrasó un largo año las investigaciones.
Otra
pista que revela la mala estrategia es lo acontecido el jueves pasado, día en
que el gobernador decidió poner punto final (¿?) al caso ("de ese tema ya
no tengo nada qué decir", EL DIARIO 230207). Si uno va ganando obviamente
no para, sino al contrario, acelera. Este no es el caso. La ausencia de pruebas
físicas y/o documentales en contra de Fox obligó a recular. Ahora si no sigue,
el PRD lo tachará de encubridor, el PAN se lo recordará por siempre y ha
perdido un amigo (Lázaro Cárdenas, gobernador de Michoacán).
Otra
estela del error fue el retrógrada evento del viernes con burócratas del
Estado, quienes le manifestaron su “apoyo” e incluso su hermano declaró que se
trata de ¡un complot!. (¿Acaso no aprendieron de AMLO?). Era un tema
estrictamente legal y el gobernador decidió hacerlo estrictamente político.
¿Se
quiere saltar a la palestra nacional para proyectos futuros (léase 2011)? Hay
caminos mejores para hacerlo. Fox lo hizo colocándose en las orejas un par de
boletas electorales para protestar en el Congreso en contra del ex –Presidente
Salinas por su dudosa elección. Ese acto meramente mediático (como la
declaración del gobernador) le dio la vuelta a todo México y le sirvió mucho en
el 2000. Pero hoy son otros tiempos, la gente ya esta cansada de escándalos y
actos que no llevan a nada. Ellos quieren acciones y decisiones que les mejoren
su vida diaria y mucho puede hacerse para sobresalir nacionalmente actuando
localmente; reforma electoral de segunda generación, concreción del Instituto
de Planeación y Políticas Públicas, concreción del proyecto “Saltillo en
bicicleta”, conclusión del proyecto de juicios orales, consolidación de la
transparencia, transformación de la Contaduría Mayor en Auditoria Superior, metropolitanización de municipios, mejora
del transporte con acciones simples pero de valor, etc. En todas estas opciones
el gobernador tiene mucha o media influencia y algunas son innovaciones en
México. Solo es querer entrarle.
En la
actualidad, los gobernantes modernos saben que la mejor manera de dejar huella
en un gobierno no es amedrentando a rivales políticos, acometiendo otros
poderes, embistiendo instancias públicas autónomas, manejando casi con un
control absoluto el quehacer político, actuando en la desconfianza, controlando
medios, atosigando burócratas, agrandando el aparato gubernamental. Esas
estrategias las enterraron tiempo atrás. Ellos invierten sus energías en;
innovar, diseñar y/o adaptar nuevos esquemas, adoptar nuevas tecnologías, transformar,
en sumar voluntades (convenciendo); tomar decisiones.
¿Podrá
el gobernador deshacerse de las malas influencias?
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