Localeando, 18 de Octubre de 2007
Jaime Villasana Dávila
El comportamiento de un político nunca es fortuito. Siempre es el efecto de una o varias causas (otra cosa son los porqués y los tiempos). Ejemplo: El gobernador de Coahuila sabe que los coahuilenses lo califican con un 8.3 (calificación alta), que tiene un férreo control de los burócratas estatales y de su partido, una clase empresarial extrañamente callada, la debilidad del PAN en el Estado, entre otros, y por ello no suena tan ilógico que se lance nuevamente a una batalla mediática del tamaño de Coahuila, al acusar a los senadores Moreira y Anaya de tener vínculos con el narcotráfico.
La lógica dice que la batalla del 2008 ya empezó y todos estos hechos son parte de ello. El PRI tratando de posicionar una imagen del PAN que a mi juicio está fuera de toda realidad (extrema derecha, privatización de todo, etc.) y el PAN tratando de posicionar al gobernador como un monstruo político (populista, dictador, etc.) que es algo exagerado. Obviamente quien mejor logre posicionar su mensaje y neutralizar el del contrario sacará los mejores dividendos para su causa.
Hasta hoy va ganando el PRI, pero ante este nuevo capítulo de los “narcosenadores” las cosas pueden cambiar. Todo tiene un límite y el ciudadano está aprendiendo a definirlo cuando se requiere. El caso más puntual fue lo sucedido con AMLO; le pasaron muchas pero ante su radicalización le pasó factura y perdió la presidencia.
Lo grave de este juego político es que Coahuila se encuentra en una maraña política que desgraciadamente distrae los esfuerzos que se concentran en lo importante para el estado y nos aleja de otros que se requieren concretar cómo mejorar la calidad de su educación, definir un instituto autónomo que de seguimiento a la planeación de largo plazo (propuesta del gobernador aún no cumplida), completar la reforma judicial, entre otras.
Es una verdadera pena lo que vive Coahuila hoy en lo político. Los equilibrios en este rubro y del poder son prácticamente inexistentes y eso a la larga trae consecuencias. De esto los actores sociales, incluidos los ciudadanos, somos culpables; desde los priístas por querer hacerse de todo, pasando por los panistas por ser tan débiles políticamente, hasta los maestros por andar muchos de ellos de grillos.
Debe terminar esta situación porque estamos perdiendo el bosque por unos cuantos pinos que ni siquiera dan sombra al estado sino a unos cuantos.
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