Artículo Localeando, 18 de Diciembre de 2008
Jaime Villasana Dávila
Han pasado seis meses desde que llegué a Saltillo a radicar por este periodo de tiempo y llegó la hora de regresar a la capital estadounidense. De inicio doy gracias a mi esposa por el espacio brindado.
De este tiempo ciertamente hay nostalgia y varios sinsabores pero también síntomas de satisfacción personal y profesional.
Sobre el primero pude convivir con mi familia y amigos como desde hace mucho no lo hacía. Aclaré pensamientos, retome contacto con viejas amistades y avance en la edificación del espacio que me albergará cuando sea viejo. El sinsabor es que nunca se convive con los seres queridos y amistades tanto como se desea.
En lo profesional cumplí con un anhelo largamente esperado; dar clases por primera vez. Agradezco al ITESM-Campus Saltillo la confianza brindada y principalmente a cada uno de mis alumnos. Quizás aprendí yo más de ellos que ellos de mí. Confirmo que no es lo mismo pararse frente a jóvenes estudiantes que ante adultos ya en una etapa de su vida profesional. El sinsabor radica en la insuficiente habilidad propia para motivar a algunos actores a evaluar ciertos aspectos de los gobiernos municipales.
Hay otro ámbito para comentar. Se trata de un híbrido entre lo profesional-personal; la sociedad que me encontré en estos seis meses. Aglutina a ambos aspectos porque es en la sociedad donde uno los desarrolla e incluso ella los moldea en buena medida.
Lo encontrado muestra síntomas de avances y retos. Avances por el desarrollo palpable de la infraestructura del lugar en que se desenvuelve esa sociedad. Para explicarme utilizaré la analogía de una “casa”, la cual se llama Coahuila. Pues bien, ésta ya muestra otro aspecto, con uno o dos cuartos adicionales, con avances tecnológicos en algunas áreas, con luz en todos los cuartos, un plan general sobre cómo queremos que quede esa casa en algunas décadas, etcétera.
Pero resulta que esa casa con una fisonomía más avanzada sigue poseyendo viejas prácticas las cuales son las que rigen y no las leyes diseñadas para ello. El administrador de la casa (gobiernos estatal-municipales, Congreso, Poder Judicial) creen que les pertenece y siguen sin darse cuenta que únicamente son los administradores. Lo malo es que el resto de los que viven (vivimos) en ella tampoco hacen lo suficiente por cambiar actitudes.
Hay una gran diferencia entre tener una grande y bonita casa cuyos habitantes saben aprovecharla y vivir en ella y quienes simplemente la tienen por tener. Al final a estos últimos se les puede “caer” mientras los primeros podrán mantenerla y mejorarla.
Feliz Navidad.
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