Luego de vivir cinco
años en Washington DC, en unas horas estaremos partiendo mi famila y este su
servidor para mudarnos a Ciudad de México. No es fácil el cambio. Luego de un
tiempo uno se acostumbra a vivir en un país que lo tiene casi todo y, para
estos días, seguridad.
Pero el país de
uno es eso, el país de uno, y así fuera uno con tremendos desafíos siempre se
querrá regresar aunque sea temporalmente. Esto lo he confirmado con personas de
todas las nacionalidades posibles que he conocido en esta ciudad. Pongo el caso
de Mohamed, un taxista de Pakistán quien retorna a su país por meses de vez en
cuando para no extrañarlo demasiado, dice.
Odiado por
muchos pero deseado por casi todos los habitantes del mundo (“Yankee go home…but
take me with you” se suele decir), EUA es un gran país en constante evolución.
Hoy está en un momento de estancamiento relativo por el crecimiento de los
llamados BRICS, especialmente China. Pero guste o no estos países (y México
incluido) están a muchos años de distancia si tomamos como parámetros los valores
democráticos existentes.
Es obvio que
tiene retos formidables en todos los frentes. El racismo está presente y puede
olerse casi a diario. Tiene políticos de muy baja calidad. La polarización
partidista entre demócratas y republicanos pone en riesgo muchos de los logros.
Pero estos y otros desafíos los tienen, en alguna medida, todos los países.
De DC nos
llevamos numerosos instantes inolvidables. Haber presenciado la toma de
posesión de Obama fue algo espectacular por todo su significado.
La crisis financiera de 2008 con sus altas dosis de tensión fue otro momento que te marca. Las caminatas por algunos de sus hermosos vecindarios. Las hamburguesas de Five Guys.
Los viajes por el metro. El contemplar el inmenso “National Mall”. Cruzar muchas veces el río Potomac. El fastidio pero también conveniencia por rentar auto (nunca tuvimos
uno propio) casi cada fin de semana para hacer los mandados o visitar amigos. Las
“carnes asadas” en casa de mi añejo amigo nicaraguense. Los deliciosos helados de Larry.
Los cerezos abundan en DC. Fuente: propia |
El leer la
versión impresa del New York Times los domingos. Los reuniones con los queridos
amig@s (canadiense, nigeriana, árabe) . El mercado de los domingos, etc. Pero
sin duda el más importante instante lo fue el nacimiento de nuestro hijo. Esto
no tiene comparación.
Se nos queda
entonces un pedazo de vida y de corazón en este gran país que nos trató de lo
mejor. Por ello le digo gracias/thanks. Quizás nos volvamos a vivir juntos.
Como dije al
principio nos espera el maravilloso DF, ciudad mucho más cerca de la capital
del mundo (Saltillo) y yo en lo personal esperó con ansias el domingo para ir a
votar.
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