Artículo
Localeando, 26 de Septiembre de 2013
Jaime Villasana Dávila
El 2 de septiembre pasado nuestro hijo inició su
estancia en una nueva guardería aquí en DF. En la anterior lo llevábamos
caminando mientras él iba en su carriola. Por la mañana yo lo dejaba y por la
tarde ella lo recogía.
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Mi hijo y yo tomando un "break" en la ruta recreativa del DF en el Paseo de la Reforma. |
Pero la nueva se ubica a mayor distancia. Ante este
hecho teníamos tres opciones; a) seguirlo llevando caminando, b) llevarlo en
carro y c) llevarlo en bicicleta en la canastilla para bebe-niño. Descartamos
la primera pues nos haría perder mucho tiempo. La segunda era viable pero había
un cargo de consciencia en usarlo para una corta distancia.
Así que optamos por la tercera opción y decidimos
comprarla pocos días antes de que iniciara “sus clases”, de modo que practicásemos
antes del gran primer día. Es la primera bicicleta que tenemos desde que nos
casamos. De hecho es la primera para ambos desde hace muchísimos años, desde
nuestra temprana adolescencia.
Como en un principio acordamos que ambos la usaríamos
en nuestro respectivo turno, compramos una de rodada mediana y de cuadro para
mujer. Lo importante era que ella se sintiera cómoda en la bici pero
principalmente segura de usarla. Ya luego veríamos si compraríamos otra para
mí. Al final decidimos que sólo yo la usaría.
El primer uso se lo dimos mi hijo y yo en un domingo
de ruta recreativa en el Paseo de la Reforma. Al inicio me sentía a disgusto pues traía tras
de mí una enorme responsabilidad, pero conforme pedaleaba y pasaba el tiempo,
el goce del viaje se iba incrementando.
Recuerdo muy bien ese primer uso pues los dos
aguantamos una buena distancia. Pedalear por esa gran avenida de la capital es
muy satisfactorio y definitivamente transforma tu visión y comprensión del
paisaje urbano. Quedé fascinado.
Ese mismo domingo decidí explorar y conocer las
posibles rutas de traslado casa-guardería-casa. Opté por una en la que los
riesgos son menos pues 2/3 partes de la ruta se hace por un amplio andador para
transeúntes y ciclistas, debiendo tener cuidado en los cruces de calles.
Llegó el primer día de guardería por la mañana. La
ansiedad me volvió a llegar pues no es lo mismo transitar por una avenida
cerrada para uso exclusivo de ciclistas (Paseo de la Reforma) o bien por calles
“normales” en un tranquilo domingo, que en el tránsito normal.
Y ahí vamos mi hijo y yo en la bicicleta. Conforme
pasaban los carros al lado nuestro mi cuerpo se tensaba y mi atención se
agudizaba. Llegamos a nuestro destino. Lo dejé en la guardería y una paz interna
y externa me invadió. Ya no corría él peligro.
Hoy llevamos casi cuatro semanas pedaleándole juntos y
es una muy agradable sensación que recomiendo muchos puedan sentir. Se siente
uno muy bien y el medio ambiente lo agradece.
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