Artículo
Localeando, 10 de Octubre de 2013
Jaime Villasana Dávila
El cabildeo, también llamado “lobbying”, es una
actividad tan antigua como los gobiernos mismos, aunque su profesionalización
data apenas del siglo XIX, siendo el país pionero en este tema Estados Unidos. El cabildeo goza de mal prestigio pues siempre
ha estado asociado con el lado oscuro de la política y del poder, además de que
por lo general se utilizan métodos poco éticos.
El cabildeo en México fue recién regulado en 2010 y es
ejercido principalmente en el Congreso federal, lugar donde se hacen las leyes
que impactan al resto del país. También los hay en los Congresos locales y
obviamente en los Ejecutivos. A julio de este año había registrados en el Congreso
federal mexicano más de
250 cabilderos que representan a empresas, asociaciones, consultoras,
personas físicas, etc.
Traigo a colación el tema del cabildeo porque me
parece que hoy en día se encuentra en su máxima expresión. No digo que antes no
había (públicamente lo hay desde 1997), pero sí que su ejercicio no se hacía tan
evidente. Y lo está por dos razones; las reformas hacendaria y la energética,
dos temas de suma importancia entre los grupos de poder político y económico y
que tienen altas posibilidades de aprobarse.
Cito un ejemplo puntual del cabildeo ejercido a través
de una vía (desplegados) y observado en estos días en un medio de comunicación.
En la edición del pasado 3 de octubre del periódico Reforma fueron publicados
varios desplegados apoyando diversas posturas; uno a favor del “impuesto contra
la obesidad” y otro en contra del mismo.
Dos más apoyando la reforma hacendaria. Estaba también
el nuestro (IGLOM) solicitando una reforma político-electoral a nivel
municipal. A estos súmense varias notas informativas.
En lo personal estoy a favor del cabildeo, siempre y
cuando se ejerza de manera transparente y regulada. Pedir su prohibición es tan
inútil como prohibir el consumo de alcohol o la prostitución.
Por lo pronto para antes de que termine el año podremos
ver que cabildeo tuvo más éxito en sus encomiendas.
Glosa: Y hablando de política, si aún no ha visto House
of Cards, una serie web (no de TV, pues sólo es transmitida por Internet) producida
por Netflix, le recomiendo lo haga a la brevedad. Su protagonista es el
galardonado Kevin Spacey quien interpreta a Francis Underwood, un Congresista del
Partido Demócrata que se siente traicionado al no ser nombrado Secretario de
Estado, y que por lo tanto maniobra para vengarse y de paso ocupar el cargo
político que según él le corresponde. Es realmente adictiva y no muy alejada de
la realidad.
En esta serie sale el personaje Remy Danton, un
cabildero profesional y ex –colaborador de Underwood. Danton ilustra
perfectamente el lado oscuro del cabildeo.
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