Artículo
Localeando, 20 de marzo de 2014
Jaime Villasana Dávila
Por supuesto no existe ninguna
comparación entre La Laguna y Crimea, salvo que un importante número de sus
habitantes desean constituirse en una entidad política con reconocimiento
jurídico por parte de las instancias correspondientes; En Crimea por parte de
la ONU para ser parte de Rusia (como ya lo es) y La Laguna por parte del
Congreso de la Unión de México.
Que su proceso de secesión no se salga de cauces institucionales. De Coahuila y Durango depende. Foto: ELLA. |
La diferencia crucial entre ambas
regiones radica en la forma en que buscan convertir sus deseos en realidad. Si
bien por siglos Crimea perteneció a Rusia y que
quizás fue un grave error el que Nikita Khrushchev cediera en 1954 la península
a Ucrania como un gesto político, lo cierto es que Crimea se unió a Rusia
saltándose todas las disposiciones internacionales definidas para convertir a
una región del mundo en un país autónomo.
Este movimiento
anti-institucional está dejando muy mal precedente para todas aquellas regiones
del mundo cuyos habitantes buscan una vida política propia, eclipsando los
procesos más o menos instituticionales de secesión llevados a cabo en Timor Oriental, Kosovo, Montenegro, entre otros, y tensa aún más los
actuales procesos de secesión en Escocia y Cataluña.
La creación de
los Estados-Nación y la división política interna de ellos, es el mejor
instrumento político creado hasta ahora para darle viabilidad política al
desarrollo ordenado de la humanidad. Su mantenimiento depende de muchos
factores. Uno de ellos de gran peso es que dicha entidad nacional (o regional) pueda
brindar un nível mínimo de bienestar a sus habitantes. Un país (o región) que
no lo tiene, tiende a manifestar en su interior sólidos movimientos de carácter
secesionista.
Y es
precisamente esto en lo que se basó Crimea para separarse del desastre llamado
Ucrania. Cataluña y Escocia incluyen en su manifiesto también este argumento.
Lo mismo acontece en los municipios que conforman la región de La Laguna. Para
muestra basta un botón; según una encuesta del periódico El Siglo de Torreón el 46% de los habitantes de los municipios duranguenses de Gómez
Palacio y Lerdo quieren irse de ahí debido al limitado futuro que visualizan
quedándose.
Con semejante
sentimiento popular ¿cómo inculcarle a esos ciudadanos un amor por un estado
(Durango) que parece no poder cumplirles con sus expectativas mínimas de
bienestar? ¿cómo impedir que se genere un sentimiento identitario
propio?
Muchos políticos
piensan que gastando millonadas de dinero en esas regiones es suficiente.
Tremendo error. Por eso Coahuila y Durango fracasarán si concentran su
estrategia sólo en dinero.
Con más de 350
mil firmas de laguneros solicitando su estado propio, la única salida es
permitir una consulta institucional en La Laguna. Nadie
desea ahí un “Crimearazo”.
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