Jaime Villasana Dávila
Artículo Xataka-México, 11 de abril
2015
México
es desde la década de los 60s un país que manufactura y exporta con mucha
calidad miles de productos de prácticamente todas las industrias habidas. Ejemplo
de ello es el reciente crecimiento exponencial en las industrias aeronáutica y
automotriz. Antes lo fue (y lo sigue siendo) en televisores, lavadoras,
computadoras, smartphones (BlackBerry en Guadalajara) y hasta tractores.
Imagen portada: Yuri Samoilov |
En la
tecnología también tiene algo de historia. En mi ciudad natal (Saltillo) operó
durante los 90s un gran centro de desarrollo de software de Ericcsson que sentó
bases para que florecieran algunas pequeñas desarrolladoras de software. Hoy la
misma Guadalajara al igual que Monterrey son un hervidero en este rubro. Pero
la pregunta es ¿dejaremos de ser mayormente manufactureros para balancearlo con
la creación y/o desarrollo de tecnología?
Conforme
la electrónica va dominando a la mecánica, la tecnología se va haciendo más
relevante en nuestras vidas diarias y ya no digamos de una empresa. Pero así
como la tecnología no se le da a cualquier persona, es decir crearla o
desarrollarla, tampoco se le da a cualquier país. México, lamentablemente,
todavía no se encuentra en la elite de creadores de tecnología.
De
nuestro país no han salido los desarrollos tecnológicos más deslumbrantes de
los últimos años como los chips o pantallas, donde los coreanos son los
campeones. Tampoco hemos generado las apps que están revolucionando actualmente
la interacción de las personas con servicios, como si lo han logrado EE.UU. o
Israel. No estoy diciendo que no seamos capaces de ello, pero para crear
tecnología es necesario la suma de muchas condiciones como la capacidad citada
pero también de un marco regulatorio apropiado, buenos proveedores,
universidades de altura, servicios públicos eficientes, seguridad pública y
otras condiciones más en los que aún seguimos quedando a deber.
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