Artículo Localeando,
13 de junio de 2015
Jaime Villasana Dávila
En esta elección
salimos sorteados para ser funcionarios de casilla los nacidos en enero y con primer
apellido con letra inicial “V”. Como nunca lo había sido, y era una experiencia
que quería vivir, de inmediato acepté cuando acudió a mi domicilio una
funcionaria del INE (Rebeca) para informarme de mi elección.
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Resultados de mi casilla. |
Días después, Rebeca
me informó que había sido nombrado presidente de casilla. Ese mismo día me
entregó material para leer e informarme de las capacitaciones y simulacros. En
ellas conocí a mis compañeros de casilla y me fueron aclaradas muchas dudas. El
día de la jornada electoral salieron muchas más.
Un lunes antes de
las elecciones Rebeca me entregó las boletas electorales (que tuve que contar y
eran aprox. 1,800), urnas, actas y demás material necesario para montar una
casilla. Las boletas electorales las escondí en casa, como si fuesen un tesoro.
Esos papeles eran la expresión máxima de la democracia.
La noche del 6 de
junio me fui a dormir cerca de media noche. Desperté dos veces. La elección me
había robado parte de mi sueño. Me preguntaba si todo saldría bien al día
siguiente.
Me levanté a las 6am
del 7 de junio. A las 7:15am que llegué a la sede de la casilla con el material
ya estaban todos mis demás colegas; Emma, Exie, Luzma, Lety y Diego, todos
ellos funcionarios propietarios, además de Fabiola y Lupita que eran suplentes.
Era un buen principio. También llegaron los representantes del PRI y PRD.
A las 7:30am comenzamos
a montar la casilla. Fue más difícil de lo que parecía. Terminamos a las 8:30am
y ya teníamos fila de votantes. Algunos con caras de molestía por el retraso.
Los despachamos rápidamente así como el resto de los votantes del día y que
fueron alrededor de 250 de 666. Votación baja, como era de esperarse. Tuvimos
sólo un incidente leve; una ciudadana quejándose porque el lápiz que dio el INE
para marcar la boleta según ella se borraba. No era del todo cierto su
alegación. De todas maneras lo registramos.
A las 6pm cerramos
casilla. Iniciaba lo bueno. Las dos secretarias a llenar actas interminables.
Los escrutadores a contar y el presidente apoyando. A las 8:30pm clausuramos la
casilla. Terminamos agotados. Algunos renegando. No puede ser posible que usemos
tantos recursos humanos y materiales cuando el voto electrónico nos ahorraría
miles de millones de pesos.
De ahí Diego y yo
partimos a entregar un paquete electoral a la oficina distrital del INE. Aquí
fue rápido. Nos fuimos a la oficina del IEDF a entregar el otro. Aquí fue
lento. En la fila todo mundo contando sus historias.
A las 10:30pm
llegaba a casa muerto de cansancio físico, pero con un espíritu enriquecido y
muy satisfecho.
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