Artículo Localeando,
14 de noviembre de 2015
Jaime Villasana Dávila
En 2006 decidí hacer mi doctorado en el País Vasco
porque en ese momento era una de las pocas regiones democráticas donde un
movimiento secesionista y regionalista estaba vivo.
Totalmente de acuerdo. Imagen: sergimateo.com |
Me interesaba experimentar de primera mano ese entorno
y compararlo con lo que por esos años sucedía también en México; el incremento
del sentimiento regionalista derivado del derrumbe del sistema presidencialista
y el empoderamiento de los gobernadores, algunos de ellos ejerciendo un
discurso regionalista (Humberto Moreira, Coahuila) o creando instituciones
representativas de su región (Natividad González Parás, Nuevo León, y el Museo
del Noreste, Monterrey).
Y quien iba decir que ocho años después el País Vasco
está más o menos estabilizado (pero sin seguir renunciando a su sueño), mientras
que Cataluña ahora está en ebullición y poniendo en duda a la España que
conocemos, cuando en ese entonces poseía
un nacionalismo dormido,
Esa ebullición no es por obra de magia. Tiene dos
componentes. El primero es el histórico. Cualquiera que lea un libro de
historia sobre España podrá interpretar que esa nación es un colectivo de
naciones (o reinos) que existieron tiempo atrás. Pudo amalgamarse en paz
durante buena parte del siglo XIX y luego a partir de la muerte de Franco.
El sentimiento nacionalista en sus naciones nunca
murió. Siempre estuvo y ha estado ahí. Por lo tanto el nacionalismo catalán o
vasco no es una invención como muchos dicen. Una invención es crear un
nacionalismo en Aguascalientes o Coahuila pues nunca fueron naciones en el
pasado.
El segundo componente es político y está en función
del momento que se vive, en este caso en España. Si España estaba en crisis
entonces el nacionalismo tomaba aire y con ello lo político también. Y así
sucedió luego del 2008.
Este es un fenómeno que pasa en cualquier país con
características similares o incluso diferente, como en México.
En lo político el conservador Presidente Mariano Rajoy
ha fallado rotundamente. Todo esto pudo desactivarlo uno-dos años atrás
haciendo las reformas constitucionales respectivas. Luego tuvo otra oportunidad
cuando los líderes catalanes le pidieron hacer un referéndum conjunto, tal como
aconteció
en Reino Unido (RU) un año atrás bajo el mandando del también conservador
David Cameron.
Hoy existen en España y Cataluña dos bandos no
legitimados. Además tóxicos y poco racionales; Un Rajoy que polariza y un
movimiento secesionista que no cuenta con una mayoría ciudadana para seguir
adelante.
Los españoles deben aprender a administrar sus
nacionalismos como hacen Canadá o RU y no tratar de eliminarlos, pues esto
nunca sucederá aún bajo dictaduras como la de Franco.
Ojalá aprendan esta vez la dolorosa lección. España no
lo merece.
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