Tokio, Japón. – Han
pasado ocho días desde que el Primer Ministro Japonés solicitó a todas las
escuelas primarias, secundarias y preparatorias suspender clases por un mes y a
las empresas permitir que la mayor cantidad posible de sus trabajadores laboren
desde casa. Esto para minimizar riesgos de más contagios de coronavirus entre
la población.
No todas las escuelas
atendieron el llamado, aunque sí una inmensa mayoría. Acá las escuelas operan
de manera descentralizada por lo que no necesariamente están obligadas a
atender todas las disposiciones emitidas por el gobierno central. Las empresas
obvio tienen más libertades para decidir. Pero si se declara estado de emergencia
o de excepción, ahí sí todo mundo debe acatar lo que se ordene. Todavía no
estamos en esta etapa.
En estos ocho días el
panorama en las calles de Tokio es de menor movimiento derivado del coronavirus.
Los pasajeros en metro han caído entre 15 y 20%. El comercio ha sufrido caída
de ventas, las aerolíneas han anunciado recortes de vuelos, los transeúntes son
menos, el turismo chino y coreano (el principal) es prácticamente inexistente,
festivales de los cerezos han sido cancelados, los partidos de soccer
suspendidos, los de beisbol se juegan a puerta cerrada y un sinfín de demás
actividades públicas afectadas.
En millones de
familias la dinámica cotidiana obvio también ha cambiado, con efectos negativos
más en unas que en otras. Cuando los dos padres trabajan o se es padre / madre
soltera y se tienen hijos pequeños o adolescentes, entonces la tensión es mucho
mayor, más si tu empleador no permite laborar desde casa. Si faltas, quedas
despedido.
En el caso de mío y de
mi familia las cosas no han resultado tan negativas más allá de que no gozamos
con los espacios “normales” para laborar y que nuestro hijo no toma clases como
debe ser. Pero hay que tener presente que nuestra situación no es de las
normales y ahora me explico.
Inicio conmigo. Desde
2005 trabajo desde casa por lo que el impacto es mínimo, salvo que extraño en
ocasiones el silencio ambiental para concentrarme en ciertos temas. Por ahora
debo compartir el espacio con mi esposa e hijo, lo cual genera distracciones y
sus actividades propias ruidos, lo que es normal.
Mi esposa, al igual
que yo, es empleada de una organización internacional que le permite trabajar
desde casa en situaciones de emergencia como en la que estamos. El hecho que no
tengamos negocio(s) propios nos quita un gran peso de encima en momentos en que
las ventas en una mayoría de comercios e industrias sufren terribles bajas
(otras están en boom). Aunque es cierto que sí genera incertidumbre laboral
porque nuestras organizaciones venden servicios y en una economía estancada o en
decrecimiento nadie de salva.
Respecto de nuestro hijo
también somos de los privilegiados. La escuela internacional en la que estudia desempolvó
su plan de enseñanza a distancia que precisamente desarrolló para casos de emergencia
como en el que estamos. En tres días lo puso en operación y desde el miércoles recibe
clases virtuales que le mantiene ocupado una buena parte de la mañana. Mucho
ayuda que sea una escuela que posee y aplica herramientas tecnológicas en época
de normalidad, un privilegio que pocas se pueden dar, lamentablemente. Me quito el sombrero ante la escuela, sus
directivos, profesores y demás personal por la estupenda labor que están realizando
en estos momentos.
Concluyendo diciendo
que las crisis afectan a todos (hombres y organizaciones) de diferente manera.
A unos más, a otros menos. Algunos incluso salen ganando. En lo general es
obvio que habrá muchas afectaciones por el coronavirus, pero también ciertos
temas serán favorecidos y por lo tanto habrá ganadores pues crisis generan oportunidades. El teletrabajo es uno de ellos. A partir de ahora muchas
empresas lo considerarán como opción laboral seria pues permite reducir, por
ejemplo, costos fijos. La enseñanza a distancia será otro tema beneficiado pues
reforzará procedimientos y metodologías educativas.
En unos meses o años tendremos
una mejor idea de los impactos de esta crisis global. Pero por ahora hay que enfrentarla
y sobrepasarla.
Comentarios