Mi amigo Ricardo


Por Jaime Villasana Dávila, 6 de abril 2020

Si mal no recuerdo te conocí en febrero de 2002 en las oficinas del CESEM, ubicadas en ese entonces en Tajín No. 389 Col. Narvarte del DF. Era la segunda vez que Octavio Chávez, de ICMA, y este tu amigo que aún trabajaba para la entonces SECODAM, visitábamos a la China Herrasti, directora del CESEM y con la que ahora estas reunido. El propósito era terminar de convencerla de que CESEM se sumase al desarrollo del entonces Sistema de Evaluación para la Transparencia Municipal (SETRAMUN).

Desde agosto de 2001, en SECODAM estábamos desarrollando una herramienta que midiese el nivel de transparencia municipal en los gobiernos municipales al tiempo de que impulsase su consolidación. Por azares del destino, ese mismo agosto conocí a mi muy querido (y hoy jefe) Octavio, quien en septiembre decide sumar a ICMA, y sus muy necesarios recursos, para continuar el desarrollo del SETRAMUN. Octavio le veía futuro pero decía que era necesario incorporar a organizaciones civiles para darle legitimidad a la herramienta.

Hasta pronto amigo. (Foto del 2015)

De septiembre a diciembre hicimos varias actividades como pruebas piloto de la versión inicial y tuvimos reuniones con alcaldes, algunos diputados, académicos y otras cosas que no merecen detallarse ahora mismo. En diciembre nos recibe la China y se muestra interesada pero no da su brazo a torcer. Veía con recelo la presencia de SECODAM, y razón no le faltaba dadas sus experiencias con el gobierno federal como luchadora social por décadas.

En el febrero ya comentado, nos recibe nuevamente la China, acepta sumar al CESEM y nos presenta a Ricardo, diciendo que estaría a cargo de este proyecto por parte de ellos y sería su representante. Recién se estaba incorporando a dicha organización fundada años atrás por el también querido Octavio Acosta.

Mi primera impresión de "Don Ricardo" no fue de las mejores. Se me hacía demasiado serio, académico y con un lenguaje profundo sobre la justicia y legitimidad social, conceptos para mí muy lejanos, complejos e idealistas. Auguraba choques de opiniones, además yo tenía mucha prisa por avanzar. Él tenía su ritmo.

Luego de varias reuniones y desencuentros logramos avanzar en el perfeccionamiento del todavía SETRAMUN. Él decía una cosa, yo otra. De manera educada pero firme cada uno buscaba posicionar su visión.

En abril tenemos una reunión entre los entonces participantes en el grupo de trabajo: CESEM, ICMA, SECODAM, Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Vertebra, Consejo Nacional de ONGs (CNO) y Alianza Cívica. En esa reunión sucede un hecho muy importante. Por insistencia de ICMA y CESEM, la SECODAM deja el grupo pues ya no era viable que una instancia del gobierno federal se mantuviese y evaluase la transparencia de los municipios, cuando tenía mucho trabajo por hacer en transparentarse así mismo, entre otras razones. Se había salido con la suya Ricardo.

En esa misma sesión el CCE y el CNO también se bajan del barco y se aprueba seguir con el desarrollo del SETRAMUN al tiempo de buscarle otro nombre acorde con su nuevo perfil ciudadano, pero sobre todo, para alejarlo de SECODAM. Se había acordado también que el liderazgo temporal del grupo estuviese en manos del CESEM, es decir, en Ricardo Jiménez. El plan era presentar públicamente a la iniciativa en mayo de 2002, lo cual no era realista y debía posponerse.

Luego de la reunión, me encontraba confuso y cabizbajo, pues ya no iba a seguir en el desarrollo del SETRAMUN o como se fuese a llamar. Estando en SECODAM mi presencia había llegado a su fin. A los pocos días y en ese mismo mes de abril de 2002, Octavio me invita a trabajar a ICMA y con mucha emoción acepté por varias razones, una de ellas muy obvia; iba a representar a ICMA en este grupo de trabajo.

A partir de ese momento ya pude ver a don Ricardo (como siempre le llamé) “de tú a tú”, dado que ya no representaba a un gobierno sino a una organización civil especializada en gobiernos locales. Sobra decir que nuestra camaradería se reforzó e hicimos un excelente equipo; yo era el de las prisas, pragmático, echado para adelante, el de relaciones públicas. Él era el teórico, el de los discursos “bonitos” cargado de buenos argumentos, quien ponía por delante el tema de la justicia social a través de la rendición de cuentas, el filósofo del grupo.  

Durante los siguientes meses trabajamos duro, se avanzaba pero se retrocedía. Yo desesperaba, don Ricardo alentaba y sustentaba. Don Ricardo también aportaba la cordura y dentro del grupo de cuatro representantes hacia equipo con Mario Rivera (Alianza Cívica), igualmente era “chilango”. En el otro bando estábamos el regiomontano José Ángel Ramón de Vertebra y servidor, de ICMA, los “broncos” y mal hablados del norte.

Poco a poco se definió el nombre actual con su logo, se sumaron organizaciones civiles de Chihuahua, Zacatecas y Morelos, también Locallis de Querétaro, se establecieron reglas básicas internas y comenzamos las evaluaciones con la herramienta CIMTRA-Básico en el otoño-invierno de 2002.

Finalmente, el 23 de mayo de 2003, y ya con Locallis sumado al grupo coordinador, celebramos el primer Foro CIMTRA en la Casa Lamm de Ciudad de México, evento que también sirvió para la presentación pública de este esfuerzo colectivo que tenía más de un año gestándose y afinando su perfil y sus herramientas. Con enorme satisfacción informábamos en nuestra humilde página web del momento que 18 municipios habían sido evaluados, 12 de ellos en Nuevo León gracias a Vertebra, cuyo presidente entonces era don Juan Marcos Giacomán, gran empresario de Monterrey con una amplia conciencia social y con quien Ricardo ya está debatiendo el tema de la transparencia allá arriba.

Muchas otras experiencias operativas pasamos juntos en la conformación del Colectivo CIMTRA, las cuales relaté en un documento que escribí en 2007, pero no me quiero concentrar en eso, sino en algunas experiencias que Ricardo me dejó, más bien, que me dejaste querido y recordado amigo en estos 18 años de conocerte y convivir contigo.

La primera era tu transformación personal que sufrías al terminar la jornada laboral. Si durante ella eras serio y dedicado, luego te volvías una persona alegre con enormes ganas de disfrutar la vida, lo cual siempre lograbas transmitirnos a pesar de los problemas que cada uno teníamos en el momento. Varias fueron las ocasiones en que nos fuimos a tomar unas “chelas” en las cantinas de tu querido Distrito Federal. Me hiciste conocer los tradicionales “sábados Distrito Federal”, ese mundo defeño y chilango que sólo había observado en la televisión desde mi ciudad Saltillo cuando era niño y más joven.

Platicábamos largo y tendido de nuestras vidas, nuestros retos familiares y vida sentimental. Me dabas consejos sustentados en tus años más de vida. Me decías también “Don Jaime”. Todo ello en medio de música de rocola (cuando la había) y botana de las cantinas. En ocasiones rematábamos con una torta o unos tacos. Estábamos conscientes que nuestra amistad personal, a diferencia de la profesional, no era de alimentarla todos los días, sino ocasionalmente, pues cada uno tenía su propio mundo social. Pero cuando nos veíamos lo compartíamos todo.

Recuerdo muy bien marzo de 2010 cuando nos topamos, sin saber que cada uno acudiría, en el Foro Urbano Mundial celebrado en Río de Janeiro. Fue en alguna de sus sesiones por la mañana y acordamos en irnos a disfrutar la noche “como en los viejos tiempos”, y así fue. Hasta tuve que pedirte prestado. No traía suficiente dinero para las chelas. En medio del ambiente brasileño nos hicimos prácticamente dueños de un antro que estaba casi vacío al que le pusimos relajo y alegría, bailando como locos en la pista de baile al son de las canciones que el DJ ponía a nuestra solicitud. Inolvidable. De ese tamaño era tu alegría y ganas por vivir, lo cual compartías. 

En cosas más serias, y sobre el Colectivo CIMTRA, siempre luchaste porque no decayera, por su expansión y por su unidad. Eras tu quien, como coordinador nacional, nos mantenía unidos. Recordándonos que teníamos una obligación por cumplir, por hacer a los gobiernos municipales más transparentes. En nuestras incontables conferencias virtuales del grupo coordinador nos marcabas la agenda de la discusión y nos ponías al corriente de la situación general del Colectivo.

Gracias a tu liderazgo, CIMTRA creció y sensibilizó a muchos amigos, conocidos, ciudadanos y autoridades por años, haciéndoles ver que la rendición de cuentas y transparencia es una aduana obligada para tener mejores gobiernos locales y, por ende, una mejor sociedad. Un mejor México. Tu querida Lulú y tu familia deben estar muy orgullosos de haberte tenido y disfrutado. Por tus logros.

La última reunión virtual que tuvimos con nuestros amigos Pepe, Carlos y mi Tocayo Jaime N. para discutir asuntos del colectivo, fue el martes 25 de febrero. Nunca nos imaginamos que el dolor que sucedía a miles de kilómetros de distancia, pronto lo sufriríamos en CIMTRA, menos así de cercano.

La siguiente reunión virtual ya no la pudimos tener pues caíste enfermo de este maldito virus que tiene asolado al mundo. Al enterarme, el golpe fue tan duro que te derramé una lágrima amigo. Hoy casi lo hago escribiendo estas líneas, pero sí lo hago seguro me dirás tu clásico “Don Jaime, no la muele”. Estoy muy triste, se me ha secado un pedacito de mi corazón.    

Te voy a extrañar amigo, aun cuando últimamente nuestras pláticas eran ya muy ocasionales y limitadas casi al tema de CIMTRA. Me da envidia por los otros que te disfrutaron en los últimos años. Pero nada puedo hacer, salvo recordarte como te mereces. 

La siguiente reunión virtual mensual que tengamos en el grupo coordinador, obvio, ya no será lo mismo. Que enorme hueco has dejado.

Sólo me queda un deseo: que quienes conformamos el Colectivo CIMTRA estemos a tu altura y que siga operando y creciendo tal como siempre luchaste.

Te quiere y extraña JVD.

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