77 días en Viena

Luego de poco más de dos meses viviendo en Viena con mi familia hay algunas cosas por contar de esta hermosa e histórica ciudad. La parte central, donde se ubica la parte histórica, es glamorosa, elegante, majestuosa, suntuosa, antigua, vanidosa, elitista y hermosa. Incluso algunas iglesias como la de San Pedro, palacios como Schönbrunn o museos como el Museo de Historia del Arte, en su interior pudiesen parecer ofensivos por la riqueza que reflejan, pero ciertamente te dejan con la boca abierta.  

Todo ello se debe a su pasado como capital del Sacro Imperio Romano, Imperio Austriaco y luego Imperio Austrohúngaro, respectivamente. Durante casi mil años fue una de las principales potencias europeas e incluso mundiales, pero que desapareció al término de la Primera Guerra Mundial.      

Turísticamente hablando es una ciudad que vale mucho la pena visitar, más si te gusta la historia, pero este artículo no ahonda en este tema. Hay mucha información, y mejor de la que yo te pueda proveer, en el internet sobre los atractivos turísticos.

De aquí que en este artículo mejor me enfocaré en lo que significa vivir aquí, considerando que apenas han pasado 77 días.  

Centro de Viena, muchos de sus edificios son majestuosos. 

Como sabes, al inicio de un cambio de casa, ciudad o país se vive una especie de luna de miel con ese nuevo lugar. Todo es interesante y atractivo. Pero conforme va pasando el tiempo y tienes mayor oportunidad de reflexionar y comparar, las “aguas se van asentando” y entonces es cuando te das cuentas de muchas cosas.  

Desde un principio el venir a Viena nos pareció una idea fantástica. Una oportunidad que como familia no podíamos dejar pasar, principalmente para nuestro hijo pues sería la primera vez que el viviría en Europa. En nuestro caso ya habíamos vivido en España hace más de quince años atrás, sin embargo esta zona central y del este europeo no era conocido por nosotros. Siendo así, no había mucho que pensar y sería un interesante contraste con la moderna y gigantesca Tokio, en la cual habíamos pasado 4.5 años. 

Opera de Viena

Infraestructura, zona urbana y demografía

Inicialmente Viena nos pareció una ciudad hermosa, principalmente su centro histórico como cité al inicio. Hay decenas y decenas de edificios emblemáticos cargados de mucha historia. Caminar por el centro o algunas zonas residenciales como Döbling (o distrito 19), donde se ubican las residencias de una mayoría de las Embajadas, es muy placentero y es fácil caer en preguntas de todo tipo iniciando con las de tipo intriga internacional y espías, toda vez que esta ciudad fue sede de una guerra de inteligencia durante la guerra fría. Era uno de los principales frente de batalla.  

Caminar por la ciudad es muy seguro a pesar de que los grafitis son muy comunes, pero aquí tienen creo otro significado más cargado al arte (que lo es) respecto al significado de pandillas que usualmente solemos darle en México y Latinoamérica. Claro, hay de grafitis a grafitis.

La población en su mayoría es austriaca pero en la zona donde vivimos (Spittelau) es muy plural. Abundan las personas de perfil de medio oriente (turcos, sirios, libaneses), así como del este europeo (polacos, húngaros, slovenos). Comunicarse no es problema pues el inglés es hablado por una inmensa mayoría de la población principalmente joven y adultos, lo cual es un alivio.  

En materia de infraestructura de edificios la parte central de Viena es vertical. La mayoría de sus edificios no pasa de cinco pisos y una parte de su población de dos millones vive en departamentos, pues son más accesibles que una casa en los alrededores. Y hablando de casas, estas son de corte antiguo o clásico en los alrededores del centro. En la zonas más alejadas hay de estilo moderno.

Vista desde la torre de la Catedral de San Esteban

Algo notable son los edificios de departamentos sociales. En muchos hay leyendas que indican su nombre y el año en que fueron construidos. Algunos luego de la segunda guerra mundial y durante la guerra fría. Otro punto por resaltar es precisamente la ubicación de este tipo de edificios en colonias o vecindades de alto ingreso, lo cual evita un poco que no se vayan conformando zonas claramente segregadas.

Terminando con este tema de la urbanidad debo señalar que la ciudad no es limpia en las zonas de mayor densidad. Es común ver botellas PET de refrescos, cervezas y papeles tirados en las calles. El grafiti (no del bueno) es también muy evidente. Muy lejos de la limpieza de Tokio y el grafiti ni se diga (muy difícil encontrarlo).

Movilidad

El transporte público es de primer nivel y hay de tres tipos: bus, tranvía y metro. El sistema funciona teniendo como base la integridad del usuario pues solamente hay algunas máquinas para validar ticket de papel a la entrada del metro y un validador en el bus y tranvía. La inmensa mayoría usa boleto electrónico, mismo que puedes adquirir en la app o vía web del transporte de la ciudad. Puedes comprar por viaje o por tiempo (semana, mes, semestre). En ocasiones hay inspectores revisando a uno que otro usuario para comprobar si tiene o no su ticket físico o electrónico. En caso de no traerlo la multa es alta.  

Hay 29 rutas de tranvía

El tranvía lo ves casi por toda la ciudad pues hay 29 rutas con más de mil estaciones, siendo la extensión de la red como 170km. El bus tiene presencia igual y del metro son cinco líneas cuya longitud es de 83km y hay 109 estaciones, nada mal para una ciudad de dos millones. Naturalmente las rutas de los tres medios de transporte no se empalman y son complementarias, de manera que cubren toda la ciudad.

Todo el transporte público es propiedad de la ciudad y debo decir que funciona correctamente, son limpios y casi todo es de reciente modelo, aunque hay algunas unidades algo viejas pero son las menos.  En suma, la movilidad pública motorizada es de primer nivel.


Ciclovía por el canal de Danubio. Al fondo el río del mismo nombre.

Pasando al tema de la movilidad en bicicleta tenemos que, como cualquier otra ciudad europea, existen numerosas rutas de ciclovías en la zona urbana. En total son más de 1,600km y la red se expande con frecuencia. Prácticamente puedes ir a cualquier punto de la ciudad. En las zonas céntricas o de alto tráfico vehicular y ciclista, la señalética es impresionante. Cuando se es nuevo incluso te abruma y confunde. En este aspecto Viena está a la par de Tokio e incluso podría superarla, guardando las proporciones.

Por la orilla del canal del Danubio y del río del mismo nombre, en ambos lados, hay ciclovías que cruzan la ciudad. De hecho por el río pasa la ruta Euro Velo 6, ruta que cruza toda Europa y buena parte es por este río. Al ser un practicante del ciclismo, esta ruta la transito mucho. 

Panorámica de Viena con el majestuoso Río Danubio

Siguiendo con el ciclismo, en la parte norte de la ciudad hay una cordillera de colinas en la cual hay rutas para recorrerlas en bicicleta de MTB, ruta o gravel y hay de todo tipo; asfaltadas, gravel y senderos. Estos dos últimos son mayoría en esta zona y, dado que tengo una gravel, puedo entrarle casi a cualquier ruta. Las vistas en la cima de esta cordillera son hermosas (ver imagen anterior) y es común ver viñedos en los alrededores de la ciudad (imagen anterior, zonas verde claro).

Finalmente, el frío aquí es más severo que en Tokio. Llegamos en pleno invierno y es inicios de abril y el clima sigue rondando entre los 0 y 10 grados. Algunos días ha bajado a menos 5 y dos o tres ha subido a 15-18 grados. Nada más. Otro factor es el viento; no hay día que haga viento y fuerte, mismo que es más notable en las orillas y afuera de la ciudad. En lo que llevo aquí he usado más veces mi kit completo de ropa ciclista de invierno que en casi cinco años en Tokio. 

Concluyendo

¿Ha sido placentera la estancia en esta ciudad luego de 77 días? Sí. Es una ciudad de tamaño medio que posee muchas atracciones turísticas de corte cultural e histórico y aún nos queda mucho por conocerla. Es segura y se llega a los lugares de mayor interés en poco tiempo gracias a su sistema de transporte público. Su ubicación en el centro de Europa permite conocer otras ciudades del mismo nivel que no están tan lejanas como Praga y Budapest (todavía no vamos, pero pronto).  

Pero como cualquier otra ciudad, Viena no es perfecta. Extraño (extrañamos) la enormidad de Tokio y sus diversos distritos como Shibuya o Shinjuku donde encuentras de todo y son más grandes que la misma Viena. La presencia de tiendas de conveniencia tipo 7-Eleven es igualmente un inconveniente pues acá ¡no hay de este tipo! por increíble que parezca, lo cual hace que adquirir comida preparada para llevar o bebidas no sea tan simple.

A pesar de lo anterior, soy de la idea de que se debe disfrutar al máximo donde quiera que viva uno de manera temporal, precisamente porque es temporal. Ya no regresaremos aquí al concluir nuestra estancia y, lo peor que pudiera uno decir cuando te marches es algo como “debí haber hecho esto o lo otro mientras vivía ahí”. Siempre habrá este riesgo, pero hay que minimizarlo al máximo. Y en esas estamos.


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