2024, un año muy retador para las democracias del mundo

 

Artículo publicado en Más Información, 1 de enero de 2024

LOCALEANDO - Jaime Villasana Dávila

La democracia como forma de gobernarnos está bajo ataque tanto desde adentro como desde afuera como quizá nunca antes se había visto en la historia reciente del planeta.

Esta bajo ataque desde adentro porque en muchos países donde ahora existe es atacada un día si y otro también por actores varios para debilitarla y hacerla a modo, tal como hacen los gobiernos de Rusia o China, quienes graciosamente gritan a los cuatro vientos que sus países son democráticos, a su manera. Por cierto, los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua dicen lo mismo. Más cinismo imposible.

Las democracias del mundo no deben dejar ganar a los autócratas. Además son menos. No derrotarlos o contenerlos pone en riesgo al mundo y sería un fracaso para el mundo liberal.

Pero en países donde sí existe o ha comenzado a madurar es donde preocupa. Casos sobran y para no ir tan lejos tomemos a EE.UU. y a nuestro país. Los gringos echaron fuera en 2016 a Trump, la amenaza más grande a su democracia que han enfrentado desde la guerra civil. El problema es que, según las encuestas hoy en día, existen grandes posibilidades de que sea electo nuevamente presidente en este 2024 debido a que Biden ha cometido errores en el peor momento de su presidencia con los temas de migración e Israel – Palestina principalmente, pagando los platos Ucrania.

En México estamos sufriendo a nuestro Trump a la mexicana. Un señor que se dice redentor de los pobres porque con una mano les deposita dinero a ellos y a los adultos mayores, pero con la otra le da de patadas a las instituciones que facilitaron el que pudiera llegar a la presidencia. Y como ya llegó, entonces ahora hace lo imposible por permanecer en el poder a través de su partido que todavía no llega a serlo. Quiere hacer una democracia a modo, como los chinos y rusos. Lo peor es que a una mayoría de los beneficiarios de los depósitos que les hace el gobierno federal les importa un carajo la democracia, aunque en muchos pudiera justificarse tal actitud, pues tienen ingresos muy limitados para comer y vestirse. Pero al paso que vamos, en el mediano plazo no tendrán ni para eso.

Al igual que en México y EE.UU., en Hungría, Eslovaquia, Serbia, Turquía y otros países más, la democracia está riesgo y en peligro desde adentro. Ciertamente hay luces en el camino como Polonia, cuyos habitantes semanas atrás sacaron del poder al gobierno populista de derecha cuyas decisiones ya habían puesto a buena prueba a sus instituciones democráticas, al tiempo de que muchas de ellas quedaron debilitadas por los ocho años de gobierno del partido que estaba en el poder. Les costará mucho a los polacos reconstruir lo que ellos mismo dañaron, tal como nos costará mucho a los mexicanos hacer lo propio luego que se vaya AMLO.

En suma, desde adentro de los países la democracia se la juega bien y bonito en una mayoría de ellos donde tiene presencia y, para no variar, en este 2024 en más de 50 países habrá elecciones nacionales.

Pasemos a “desde afuera” y con ello me refiere a la amenaza que un país no democrático significa para uno o varios que son democráticos. El caso más claro hoy en día es Rusia (no democrático) invadiendo y tratando de desaparecer a uno democrático llamado Ucrania. Es cierto que muchos países democráticos han acudido en su ayuda y ha logrado sobrevivir hasta ahora, pero también es cierto que tales países no están haciendo lo suficiente para que gane esa guerra a la brevedad.

Las resistencias de los gringos y los alemanes por darle a los ucranianos armas de más alto poder es realmente desesperante y frustrante. Ambos apelan a no provocar al bravucón de Putin, pero con tal comportamiento hacen todo lo contrario; seguirá haciendo bullying a Ucrania hasta que se le permita hacerlo, poniendo de paso en riesgo a las democracias europeas y matando los experimentos democráticos en África.

Pasemos a otro caso más cercano; lo que sucede en América Latina. En los últimos diez - quince años la izquierda populista ha gobernado y/o gobernó en países como Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y México. Los primeros dos países ya se cuecen aparte pues se ubican casi a la par de Cuba como naciones gobernadas por un partido dictatorial con un hombre fuerte al frente, tal como sucede en Rusia y China. Y no olvidemos a Brasil, quien luego de su propio Trump (Jair Bolsonaro), hoy les gobierna un Lula que está muy lejos de aquel Lula de los 2000s. El Lula actual apoya a Putin en su guerra contra Ucrania.

Pues bien, todos esos países de izquierda populista en algún momento dado trataron y/o tratan de exportar su “modelo democrático” hacia otros países. AMLO se ha metido en los asuntos internos de Perú como nunca lo había hecho México antes, por ejemplo. De los cubanos y venezolanos ni se diga; lo intentan todos los días en centro y Sudamérica.  

Otro caso de un país democrático siendo atosigado por uno no democrático es Taiwán y China, respectivamente. Pero este último no se detiene ahí, pues amedrenta a sus vecinos democráticos de Filipinas y Malasia con disputas territoriales sobre el Indo-Pacífico. A ello se le suma sus esfuerzos por corromper países democráticos alrededor del mundo para aplicar su iniciativa del Cinturón y Ruta mediante billetazos y obtener las máximas ganancias posibles para si y maximizando perdidas para los países que dice beneficiar.        

Estamos entonces en momentos muy complicados y retadores para la democracia en el mundo. Más vale que aquellos países con democracias consolidadas hagan lo posible para ayudar a sus pares con democracias que buscan consolidarse y que enfrentan retos internos (desde adentro) y retos externos (desde afuera). Pero vale todavía más que tales países que buscan consolidar sus democracias se pongan las pilas, sobre todos los actores políticos, sociales, académicos y civiles, así como los ciudadanos que más o menos le entiendan al asunto. Su movilización y votos es lo que salvará a la democracia, tal como lo ha demostrado la historia.

Sacrificar la democracia para beneficio propio es jugar con fuego. No la sacrifique y mejor castigue con su voto a aquellos políticos que buscan dañarla. Hágalo por el bien de todos, pero sobre todo por el bien suyo y de los suyos.         

Ya veremos como cierra el 2024.     

www.localeando.com  Twitter: @jvillasanad

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