Cuando las carreteras en México eran seguras

 

Artículo publicado en Más Información, 19 de febrero de 2024

LOCALEANDO - Jaime Villasana Dávila

Antes de entrar en el tema de esta ocasión, comentar rápidamente el enorme éxito de la marcha por la democracia. Fue una muestra más de que el obradorato no la tendrá tan fácil en las elecciones. El reto ahora es salir a votar en masa. Ya hablaré más del tema en la próxima columna. 

Toca regresar al tema de la seguridad, el fracaso principal de la 4T.  

 

Cada hora en México se cometen 1.6 asaltos a transportistas, según datos de la Fiscalía General de la República. Del 2022 al 2023 los asaltos subieron 4.3%. Escenas como las de la imagen (asalto a camionero) eran prácticamente inexistentes en los 80s y 90s. Imagen: Proceso.

El jueves de la semana pasada hubo un paro nacional de transportistas cuyo propósito fue manifestarse, primero, por la grave inseguridad que cientos de miles de choferes y transportistas padecen en las carreteras de México y, segundo, porque el gobierno federal les ofrece promesas vacías. Su paro es ya un síntoma de desesperación.

Como era de esperarse, en la mañanera de ese día AMLO llamó conservadores (y otros adjetivos) a los líderes transportistas y dijo que hacían politiquería.

Su actitud no es ninguna sorpresa. No sabe reaccionar de otra manera ante quienes se manifiestan de manera sincera por los graves problemas que padecen las/los mexicanos. Sus complejos y rencores le impiden ver la grave realidad, publicada incluso en medios afines a su gobierno, como el periódico La Jornada. Esto me hace pensar que AMLO no lee las noticias. Vive en su mundo y eso es muy peligroso. 

Casi todos los días se reportan en los medios asaltos y despojos de camiones de carga y autobuses y hasta asesinatos de choferes. No hay carretera que se salve, ni siquiera aquellas que son cruciales para el país y antes eran muy seguras, como la carretera 57 de CDMX a Laredo o el Arco Norte de la CDMX.    

Tengo aprecio y gratas memorias de las carreteras de México. En los 80s, siendo un niño y luego entrando en la adolescencia, pasaba todos los veranos viajando en trailers ayudando a los choferes que por aquel entonces trabajan en la empresa transportista de mis padres.

Mi primer viaje en trailer aconteció en 1981 teniendo yo apenas siete años. Fue un viaje corto de Saltillo – Monterrey – Saltillo para transportar cemento. El tracto camión era un Autocar 1973 con transmisión de 4 por 4. Si sabes de trailers reconocerás que fue quizá la transmisión más difícil de operar al tener ¡dos bastones! con cuatro cambios en cada uno. Había momentos en que tenías que soltar el volante para, con las dos manos, mover ambos bastones. Yo nunca operé esa transmisión, pero sí otras (14 y 15 velocidades) con un bastón.

A inicios de los 90s, en los veranos ya no laboraba como ayudante sino como chofer de un camión doble rodado. En ocasiones salía de viaje a las 9 o 10pm y debía amanecer en el destino. Manejaba toda la noche. Era una auténtica joda, pero una joda hermosa. Escuchando música, visualizando la noche, pensando, observando las luces el tráfico, poniendo atención en el tablero de indicadores y estando atento ante cualquier ruido extraño que pudiera generar el andar del camión. Recuerdos inolvidables todos ellos.

En esa etapa de mi vida pude recorrer en trailer y camión doble rodado la mayor parte del centro y norte de México. Los viajes al pacífico (Culiacán, Los Mochis, Mazatlán) me encantaban, pues había que cruzar el Espinazo del Diablo cuando no había autopista. Cruzarla era una hazaña para los choferes de trailers, principalmente. No todos querían ir para allá. La carretera era delgada y en cada kilómetro se respiraba tensión y peligro. Había mucha camaradería entre los choferes de esa ruta. Se podía cruzar esa Sierra Occidental de noche sin ningún problema. Lo mismo podía hacerse en casi cualquier carretera por las que me tocó viajar.

La única excepción que yo recuerde era el tramo de Uruapan a Lázaro Cárdenas, Michoacán. Es una distancia de 240km aprox. y también montañosa. En trailer y cargado con 30 o 40 toneladas te llevaba cruzar esa zona unas seis u ocho horas, dependiendo del tráfico. La recomendación era manejar de día.

En Lázaro Cárdenas me tocó pasar un año nuevo (si mal no recuerdo fue de 1990) festejando con los choferes en un patio de estacionamiento sin servicios. Los regaderazos los hacíamos entre los trailers. Para ir al baño había que irse al monte cercano. Como era época de fiestas, estuvimos ahí varios días esperando por carga para traer de regreso al norte. En uno de esos días alguien se nos acercó para ofrecernos cuernos de chivo. Obvio no compramos y tampoco nos amenazó.

Muchas otras experiencias tuve en esa etapa de ayudante de trailero y chofer durante los veranos de 1981 a 1996, año en que terminé mi carrera y me puse a buscar otro tipo de chamba más alineada a lo que había estudiado.

En ese lapso de tiempo jamás sufrí un asalto en carretera y jamás me sentí inseguro de manejar por las noches. Lo mismo sucedió con los choferes que trabajaban en la empresa de la familia. Si por las noches uno ya no podía con el sueño era tan sencillo como orillarse en cualquier parada formal o informal “pa echar una pestañeada”. Lo que sí es que debía tenerse cuidado con amarrar con cadena las llantas-rines o las herramientas en cajas con candado, pues este tipo de robos solían darse de vez en cuando y en ciertas carreteras.   

Otro aspecto por señalar es que en todos esos años, y hasta el 2018, operaba la Policía Federal de Caminos. Naturalmente no era perfecta y, en algunas carreteras (resalto algunas), había que darles “pa los refrescos” ya sea al comandante o al policía que resguardaba la carretera, pero hacían su chamba vigilando carreteras y brindando apoyo cuando te quedabas “tirado”. En suma, se podía viajar y transitar en paz.

No sé cuando la vida en carretera comenzó a deteriorarse (yo me “retiré” en 1996), pero por los reportes de prensa ello comenzó con la guerra de Calderón allá por 2007-08. Sin embargo, el objetivo de los criminales no era atacar los choferes o camiones (como ahora), sino que estos pudieran ser daño colateral entre las balaceras de las bandas criminales en conflicto.

Lo que hoy sucede con las carreteras del país es una tragedia que da tristeza y coraje. El desmantelamiento de la “Federal de Caminos” fue uno de varios factores generadores de la situación actual, según me dice un muy buen amigo que tiene un negocio de transporte en Saltillo, mi ciudad de origen. Me comenta que hoy la corrupción de la Guardia Nacional, también encargada de vigilar las carreteras, no tiene precedente desde que él inició su negocio hace poco más de diez años.   

Pero más allá de sus comentarios, basta con leer los reportes de prensa sobre el tema para darse uno cuenta de la gravedad de la situación y, ante lo cual, AMLO y su gobierno están totalmente rebasados y, lo peor, no saben qué hacer.

Las carreteras de México son hoy en día una aventura muy riesgosa. La inseguridad en ellas afecta a todos los habitantes de un país de una manera directa o indirecta. Los chóferes tienen que arriesgar sus vidas en un empleo que hasta no hace mucho tiempo se podía disfrutar. Hoy se sufre. 

Ojalá algún día, más pronto que temprano, las carreteras vuelvan a ser como en los viejos tiempos; seguras.    

www.localeando.com  Twitter: @jvillasanad

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