Radicales, populistas y medios/comunicadores paleros; bájenle al
discurso polarizante
Artículo
publicado en Más Información, 15 de julio de 2024
LOCALEANDO - Jaime Villasana Dávila
Lamentablemente no será el último atentado contra una personalidad política del calibre del expresidente estadounidense Donald Trump. En los últimos años hay múltiples ejemplos así, iniciando con el asesinato del ex primer ministro japonés Shinzo Abe en 2022 y terminando con el del primer Ministro de Eslovaquia hace apenas unos meses atrás.
Existen múltiples factores comunes
de porque tales atentados suceden y destaco dos: a) la personalidad de la
persona atacada y; b) el momento político y social en el que sucede el ataque.
Las figuras políticas (y públicas) que sufren atentados suelen tener una personalidad muy particular y no necesariamente negativa. Por ejemplo, el Papa Juan Pablo II no era una persona que haya ofendido a algún país o al grupo étnico de su atacante (un turco), pero al momento del atentado en su contra (1981) estaban sucediendo levantamientos en su natal Polonia y otros países del bloque comunista.
En el caso de Trump todo mundo conoce su comportamiento radical y ofensivo, si bien pudiera tener razón en algunos de sus argumentos. El mismo ha sido un actor central en darle vida al ambiente polarizante existente en EE.UU. en lo político y en lo social.
Por supuesto que no estoy señalando que dada su personalidad es que Trump se ganó dicho atentado en su contra, sin embargo sería una ingenuidad enorme negar su influencia en la radicalización de las personas, tanto a su favor como en su contra.
El problema es que figuras políticas como Trump y otras similares como AMLO en México, Milei en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Maduro en Venezuela o Rafael Correa en Ecuador, por citar casos del continente americano, no quieren admitir su rol en la creación de ambientes polarizados. Se dicen ser víctimas y sus seguidores naturalmente se lo compran.
Para estas personas su actuar es perfectamente tolerable porque están luchando contra un ser o entorno maligno y en esa batalla todo es permitido para ellos más no para los demás.
Lo creado por estos personajes en sus países de origen se ha salido de control. En todos los casos de América antes citados, los países respectivos tuvieron o viven actualmente crisis políticas y/o entornos completamente radicalizados entre los dos bandos. Y si te vas a Europa lo mismo acontece.
Tenemos entonces comportamientos en estos liderazgos políticos que no velan por el bien común, sino por el bien de una parte de la sociedad. Este estilo actitudinal y discursivo se ha traspasado a otros actores importantes como los medios y personalidades de la comunicación.
A las pocas horas del atentado contra Trump me puse a escuchar algunos podcast de medios y comunicadores conservadores para analizar su reacción ante el hecho. Uno de ellos fue Bill O´Reilly, un muy reconocido y veterano comunicador en EE.UU. que simpatiza con la derecha y quien emitió una edición especial de su podcast luego del atentado contra Trump. En dicho podcast Bill O´Reilly culpa del ambiente crispante en EE.UU. a medios de comunicación que simpatizan con la izquierda liberal como son MSNBC, CNN y el New York Times.
En su podcast O´Reilly omite citar a Trump y a su discurso como agente y medio polarizante, respectivamente ¿cómo es posible una omisión así? Naturalmente no me sorprendió tal omisión, pero no deja de ser ilustrador de lo que sucede en EE.UU. y muchos más países: todos los que piensan como yo tienen razón. Todos los que no piensan como yo tienen la culpa. Así no se puede destensar una situación.
En México sucede de la misma manera con los medios de comunicación y comunicadores afines al gobierno de AMLO cuyo lenguaje es muchas veces ofensivo, burlón y arrogante. Ahí tenemos los casos del Fisgón con su programa El Chamuco en Canal 11 o el de Los Periodistas en el portal web Sin Embargo.
Y ya no hablemos del mismo AMLO y su discurso de los “otros datos” ensalzado con altanería, el cual muchos intelectuales y comunicadores sensatos y no tanto suelen tolerar o critican con pétalos de rosa.
Por supuesto que con políticos y medios/comunicadores de perfil conservador sucede lo mismo (ejemplo Atypical TV), pero ahora mismo su influencia y poder es algo insignificante y en consecuencia su impacto es limitado en audiencia, pero no en la penetración de conciencias.
A diferencia de EE.UU., donde hay Trump para rato ya sea como presidente otra vez o como figura política activa, en México el principal promotor del discurso polarizante está por dejar el poder para pasar al mundo de los desapercibidos, según él, y entrará en escena una Presidenta que no posee exactamente el mismo carácter y discurso altanero. Por lo anterior, es de esperarse que el ambiente político y social mexicano se serene un poco luego del 1 de octubre, minimizándose la posibilidad de un posible atentando contra alguna figura política.
Las personas importantes deben usar el discurso y el micrófono de manera responsable para no dañar a la democracia, aún y cuando ésta permita decir lo que sea. Ahora bien, por supuesto que a los radicales les importa un pepino cualquier sugerencia de respeto hacia quien no piensa como ellos, quedando solamente que como ciudadanos “normales” hagamos lo que nos toca; mandarlos a volar en las elecciones, limitarles el poder o no dándoselos por más tiempo del necesario.
Ojalá Trump pierda en noviembre, aunque este atentando le ayudará temporalmente a su popularidad, aumentando con ello sus posibilidades de triunfo. Veremos.
En México, nuestro Trump tropical se va a su casa el 1 de octubre. Una buena noticia para el “señor ambiente”; podrá relajarse un poco, aunque se quedarán los medios y comunicadores paleros. Bájenle una rayita a su discurso polarizante. Es por el bien de todos.
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