Estatus del regionalismo en México luego de elecciones presidenciales 2024
Artículo
publicado en Más Información, 19 de agosto de 2024
LOCALEANDO - Jaime Villasana Dávila
Al igual que muchos otros fenómenos sociopolíticos, el regionalismo se alimenta de coyunturas o hechos que hacen se incremente o disminuya su presencia en el debate político y entre el sentimiento de las personas de una región en particular.
Cabe recordar que el regionalismo es
un movimiento político o sociopolítico que busca reivindicar y promover una
cultura identitaria regional y sin romper con una identidad nacional. No
obstante, hay regionalismos radicales que coquetean con esta última idea y
pueden llegar a convertirse en expresiones o movimientos separatistas.
En México el regionalismo ha existido desde el primer día de su independencia. En el siglo XIX hubo muchas expresiones y movimientos formales e informales de regionalismo radical e incluso intentos separatistas en varios estados (Yucatán, Chiapas, Noreste), sobre todo cuando el centralismo fue impuesto como organización política del país.
Durante el porfiriato el regionalismo estuvo “tranquilo” en parte por la mano férrea de Porfirio Díaz y en parte también por el buen acomodo político entre las élites político-económicas de los estados y el centro. Lo mismo ocurrió durante el priísmo, quien muy hábilmente supo cuando había que ser “centralista” y cuando “federalista”.
El regionalismo tuvo un auge importante entre el 2000 y 2018 y se debió en buena medida por el debilitamiento del presidencialismo y por el fortalecimiento de los gobernadores. En los primeros años del siglo XXI hubo gobernadores que promovieron abiertamente el regionalismo como Enrique Martínez y Martínez de Coahuila (1999-2005) y Natividad González Parás de Nuevo León (2003-2009). En esa época se construyeron los hermosos Museo del Noreste (Monterrey y Museo del Desierto (Saltillo).
El resultado de la elección presidencial del 2006, y que partió al país exactamente en dos (norte con Felipe Calderón y sur con AMLO), fue un gran catalizador del regionalismo no sólo a nivel político, sino también social. En las entonces nacientes redes sociales surgieron infinidad de grupos regionalistas virtuales, casi todas ellas en el norte promoviendo el regionalismo e incluso el separatismo. De esta etapa “brillante” del regionalismo político en México di cuenta en mi tesis doctoral.
El tema fue apagándose conforme AMLO perdió relevancia político-electoral entre 2006 y 2018, pues recuérdese que este personaje inspira mucho sentimiento regionalismo en ciertos sectores de la población norteña.
En todo este tiempo (2000-2018) ningún movimiento político u organización social promotora del regionalismo surgió en algún estado del país. Toda expresión se mantenía en el mundo virtual y en el discurso político de ciertos actores locales.
Con la llegada de AMLO al poder en 2018 el sentimiento regionalista volvió a surgir en el ámbito político y en el ámbito social. En el primero recuérdese la Alianza Federalista formada entre 2019 y 2021 por ciertos gobernadores del país, entre ellos el de Coahuila, Tamaulipas, Jalisco, Aguascalientes y Guanajuato, todos ellos de partidos opositores. Su principal reclamo fue el hacer una revisión de la distribución de los recursos públicos. No obstante, su actuar se quedó solamente en el discurso. Nunca remitieron de manera colectiva o individual una carta u oficio oficial solicitando al gobierno amlista la revisión del Pacto Fiscal Federal.
En el ámbito social-virtual el tema se mantuvo igualmente dinámico por la figura polarizante de AMLO y por cierto hechos de coyuntura, como la enorme ola de migrantes asentados en las ciudades fronterizas. En Tijuana hasta hubo manifestaciones sociales en 2018 y 2019 reclamando que se parase el flujo migratorio, ocasionado por el desastre de la política migratoria de AMLO.
Otro hecho importante por considerar es que, conforme el sexenio de AMLO avanzaba y la política de “abrazos, no balazos” fracasaba, cientos de mexicanos del sur migraron por la inseguridad o falta de oportunidades laborales a ciudades del norte como Chihuahua, Monterrey y Saltillo, en las cuales hoy en día hay colonias enteras de oaxaqueños, chiapanecos y veracruzanos. “Chiriwillos” o “chiriguillos” se les dice a estos mexicanos del sur asentados en el norte y tiene una referencia despectiva y diferenciadora.
Esta migración interna ha ocasionado un crecimiento de la identidad regionalista en el entorno social de ciertos segmentos de la población, aunque en el entorno político decaía. Esto último debido a los triunfos de MORENA en las gubernaturas estatales y cuyos gobernadores son totalmente sumisos ante AMLO (enteramente centralista, lo mismo que MORENA) y por lo mismo incapaces de articular un discurso regionalista o de reclamo al gobierno federal.
Y llegamos a la elección presidencial del 2024. Con un triunfo arrollador de la candidata de MORENA y habiendo sido gobernadora de la capital del país y dado el partido que representa, es de esperarse que mantenga un enfoque centralista en su forma de gobernar. No hay ningún indicio que diga lo contrario, ni siquiera en su plataforma electoral, donde la palabra “federalismo” no existe y, muy probablemente, será igual en su Plan Nacional de Desarrollo.
Por otro lado, la contundencia del triunfo morenista y su avance en los estados del norte ha hecho que el sentimiento regionalista, siempre más presente en el norte y en Yucatán, se encuentre en “horas bajas” en el ámbito social y político y pinta para que así siga hasta que nuevas coyunturas surjan (crisis, surgimiento de un líder, etc.).
De los gobernadores actuales, y considerando que solamente quedan sólo algunos de oposición, quienes han dado un mayor impulso al tema de la identidad local (regionalismo) en sus estados son los gobernadores de Nuevo León y Coahuila; Samuel García y Manolo Jiménez respectivamente.
Ambos resaltan de manera cotidiana su identidad y la diferenciación de sus estados en sus discursos, sin embargo ha sido el de Coahuila quien en los hechos lleva un poco la delantera al estar ejecutando actividades y eventos culturales y políticos para celebrar los 200 años de la fundación de Coahuila a partir de junio y hasta septiembre. Su enorme acercamiento con Texas y las reuniones con diplomáticos extranjeros también reflejan un comportamiento de tintes regionalistas. Por su parte García decidió hacer un sólo evento en junio pasado para celebrar también el 200 aniversario del estado y poco más con su discurso del “Nuevo Nuevo León”. Además prometió presentar la bandera de Nuevo León en tal celebración, pero al momento no lo ha hecho y tampoco ha explicado la razón del retraso.
Mención especial merece Enrique Alfaro de Jalisco, quien promovió y solicitó en 2021-2022 al Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco, el organizar una consulta ciudadana para preguntarle su opinión a los jaliscienses sobre la revisión del Pacto Fiscal y el tipo de relación que debe tener el estado con la federación. Se trató de un ejercicio oficial e institucional inédito relativo al federalismo mexicano y desde la perspectiva de un estado mexicano.
La iniciativa de Alfaro no tuvo los efectos esperados, en parte porque el regionalismo no está históricamente muy asentado en la sociedad jalisciense, pero el gobernador tuvo los arrestos suficientes para organizarlo en un país donde la “mexicanidad” es sagrada y cualquier intento regionalista es visto como traición a la patria. Quizá una consulta similar hubiese tenido resultados más alentadores en estados como Nuevo León o Coahuila, pero sus gobernadores no se han animado a realizar un ejercicio así y razones hay muchas, destacando la dependencia fiscal para con la federación y para llevar la fiesta en paz con un presidente polarizante y vengativo.
Un elemento final es que no ha habido y no hay partidos políticos locales que actualmente tengan una plataforma política regionalista. Todos se alinean a las propuestas tradicionales (pobreza, corrupción, educación, salud) desde un enfoque nacionalista. En este sentido, el nuevo gobierno de Sheinbaum no tendrá que lidiar, por ahora, con un movimiento local o regional que rete al centro.
Concluyendo, el regionalismo en México vive horas bajas a nivel político y social. Los actores regionales (gobernadores, diputados locales, alcaldes, empresarios, partidos locales) no pasan de las tradicionales expresiones regionalistas en entrevistas banqueteras o posicionamiento informales, mientras que a nivel social su mundo se sigue limitando al Internet (lo virtual), no habiendo actores sociales con el valor para promover abierta e institucionalmente una agenda regionalista. Por cierto, hace como un mes el polémico Gilberto Lozano anunció en redes la creación de un movimiento por la independencia de Nuevo León, sin embargo a este actor social no se le puede tomar con seriedad debido a sus actitudes pasadas.
La victoria contundente del régimen centralista de MORENA el pasado junio ha puesto contra las cuerdas, por ahora, el sentimiento regionalista, el cual espera momentos especiales, actores populares y/o fracasos del régimen para retomar fuerza.
Actualización: La forma en que el gobierno federal actual y el electo están procesando la reforma judicial, de manera autoritaria y soberbia, bien puede servir de catalizador pare reimpulsar el sentimiento regionalista en varios estados. Lo iremos viendo.
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