Localeando, El Diario de Coahuila, 10 de abril 2003
En un principio, las leyes tuvieron su origen en la transformación de
actitudes y en el consenso que van generando las costumbres comunes. Así pues,
hace miles de años, cuando una costumbre se volvió indispensable para el
desarrollo armónico de una sociedad entonces esta se plasmó en escritos que se
hicieron del conocimiento público. Más o menos así paso con el Código de
Hammurabi y así fue sucediendo hasta que la complejidad generada por el mismo
desarrollo de la sociedad hizo que las leyes ya no tuvieran su fuente en las
costumbres. Ahora las leyes, entre otras cosas, deben generar costumbres.
Desafortunadamente no siempre las leyes generaran las “buenas”
costumbres respectivas y ante esto viene mi duda sobre la nueva Ley del
Servicio Profesional de Carrera en la Administración Pública Federal, que
apenas en días pasados fue aprobada y oficializada en el Diario Oficial de la
Federación.
Esta ley pretende rescatar a una
profesión que se encuentra fuertemente devaluada: burócrata. Estos sujetos, quiénes teniendo unas de las
responsabilidades más nobles y serviciales en el ámbito laboral, se encuentran
desafortunadamente parados en un ambiente que envuelve la ineficiencia con la incertidumbre,
la corrupción con el desconocimiento, la apatía con la cerrazón y la
des-autoestima profesional con el conformismo. Y se lo digo con conocimiento de
causa porque yo fui uno de ellos.
El senador priista Carlos Rojas, su promotor original, explicó que la
razón fundamental de proponer la profesionalización del servicio público radica
en evitar que los cambios de administración provoquen suspensión de programas,
servicios y acciones gubernamentales. Ante esto yo me pregunto ¿Por qué mejor
la razón fundamental de esta ley no fue sino ofrecer un verdadero servicio de
calidad al ciudadano basado en altos niveles de eficiencia laboral?
Lo malo de esta ley será que ahora garantiza la estancia en un puesto
público a aquellos malos servidores públicos que hoy en día laboran en el
gobierno federal, es decir, los “malos e ineficiente” serán ahora arropados por
esta ley para seguir haciendo de las suyas en su puesto ¡con la garantía de que
no serán corridos tan fácilmente!
Los legisladores argumentan que mediante la aprobación del Decreto
respectivo (publicación de la Ley), se pretende eliminar la discrecionalidad en
el ingreso, permanencia y promoción laboral dentro del servicio público y que
para asegurar lo anterior, se transformará la Secretaría de Contraloría y
Desarrollo Administrativo (SECODAM) en la Secretaría de la Función Pública.
¿Debemos dar una vez más un nuevo voto de confianza a esta ley?
Por supuesto que si, pero dudo mucho que bajo los argumentos que la
sustenta, pueda llegar a cumplir su cometido. Insisto; esta ley fue creada
fundamentalmente para garantizar el puesto a los que están ocupando algún cargo
con la finalidad de dar continuidad a programas y proyectos, y no esta
sustentada en relación con a quienes sirven, es decir sus clientes, osea los
ciudadanos. Enfoques muy alejados uno del otro.
Es más esta ley contraviene en algún momento con la también reciente Ley
de Acceso a la Información, al obligar a los trabajadores públicos a
"guardar reserva de la información, documentación y, en general, de los
asuntos que conozca, en términos de la ley en la materia". Pero bueno, es
harina de otro costal.
Si bien
es cierto que algunas de las obligaciones estipuladas en esta ley son que los
trabajadores públicos deberán ejercer sus funciones con apego a los principios
de legalidad, objetividad, imparcialidad y eficiencia; asistir puntualmente a
sus labores, participar en las evaluaciones y de excusarse de participar en
asuntos que puedan implicar conflicto de intereses, todo lo anterior aún me deja
mucha duda.
Y
créame, no estoy en contra del espíritu central de este tema (la burra no era
arisca hasta que la hicieron), pero es que México arrastra una tradición de
patronazgo que, difícilmente, se rompería con la promulgación de leyes. Otra vez, la costumbre (que es mala en este
caso) versus la ley.
Ahora bien, pasando al orden de gobierno municipal,
tenemos que si bien el tema pudiera encontrar eco en la administración pública
federal, el ámbito local no abriga, en este momento, la posibilidad de
establecer modelos estructurales –entre ellos los jurídicos- de servicios de
carrera. Empero, si es depositario de
los principios que alientan la profesionalización de los servidores públicos.
De las 2 mil 431 administraciones públicas municipales mexicanas, más
del 50 por ciento sustenta una planta laboral no mayor de 70 personas, según
una encuesta de SEDESOL/INGEGI/CONAPO.
De principio, la instauración de modelos de carrera nos exigiría una
adecuación a las características “sui generis” del mosaico local en
México. Aunque la
posibilidad de su establecimiento en algunos municipios, por sus
características de desarrollo institucional, es factible. En los demás también,
pero no en estos momentos.
Como
una de las investiduras preponderantes de la autoridad municipal, es pertinente
resaltar su carácter de prestador de servicios. Bajo este principio, será suficiente –por lo
pronto- asegurar que los cargos públicos sean ocupados por servidores con el
perfil adecuado y tenedores de las capacidades requeridas para el cumplimiento
de su función –conocimiento, experiencia, habilidades, entre otras-. Su conexión integral con los planes y
políticas del gobierno municipal serán resultado de un proceso paulatino en el
marco de la gestación de una nueva cultura de gestión gubernamental. No podemos, por decreto, impedir los cambios
en las costumbres, como lo expone el jalisciense José Rosas Moreno en su obra
literaria “La Ley Inútil”.
Las
instituciones municipales en México gestaron y
alimentaron un ambiente tal, que
hoy es ineludible la separación política del conocimiento técnico y la
operación de los servicios. Así fue
diseñado y así trabajará el esquema por un futuro indeterminado. ¿Cómo, entonces, encontrar una respuesta que
brinde certidumbre a la prestación de los servicios públicos y, al mismo
tiempo, considere el patronazgo político visto como “normal” y legítimo en las autoridades?. Continuara...
Para la reflexión: "No sabe nada pero piensa que lo
conoce todo. Eso apunta claramente a una carrera política." George Bernard
Shaw ¿Usted que piensa sobre lo anterior?
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