De Consultas a Consultas


El Diario de Coahuila, 14 de noviembre 2003

La evolución que vienen sufriendo los municipios en México, así como la que manifiestan también sus habitantes, está llevando a que las autoridades locales replanteen muchas de sus actividades, operaciones diarias y toma de decisiones.

Hace no muchos años, en casi todos los municipios, podíamos encontrar diversos hechos de imposiciones y autoritarismos por parte del Presidente Municipal, quien sin consultar debidamente con el Cabildo, tomaba cierta decisión, misma que no siempre era la más conveniente para la vida local.  Mucho menos se consultaba con los sectores de la sociedad, si acaso lo hacía, era con la o las personas que ostentaban el poder económico.

Ahora bien, el anterior fenómeno se sigue presentado en zonas donde el ayuntamiento carece de alguna consolidación institucional, de una sociedad activa y participativa y de autoridades sensibles y abiertas a los diversos planteamientos sociales. Estas comunidades, siguen enfrentando obstáculos que difícilmente puedan ser eliminados en el corto plazo, so pena de que el ostentador del poder realice o tolere verdaderamente actos que lo hacen insostenible (por ejemplo Caso Aguas Blancas, Rubén Figueroa).

La sociedad en su conjunto (se incluye al gobierno) ha venido desarrollando ciertas figuras que permiten interactuar a las autoridades con la ciudadanía,  esto con la finalidad de  facilitar el intercambio de visiones. Ahí tenemos, por ejemplo, a los Consejos Ciudadanos, a los Comités especiales, entre otros. También se han desarrollado herramientas y disposiciones que permiten levantar el sentir ciudadano para transformarlo en políticas públicas. Estas herramientas o disposiciones son la Consulta Popular, el Referéndum, y el Plebiscito, mismos que se utilizan en otros países de manera frecuente y seria, a tal grado que las han convertido en piezas fundamentales de la maquinaria social.

Y un ejemplo de lo anterior fue la construcción del American Airlines Arena (creo que así se llama) que se localiza en Dallas, Texas. La historia dice más o menos así: la construcción de esta obra de infraestructura, dada su magnitud, requería de realizar una consulta entre los habitantes de esa ciudad. Y es que el gobierno local necesitaba de fondos adicionales para financiarla y para aportar su parte correspondiente, además de que los estudios económicos sugerían que la mejor forma de obtenerlos era mediante el cobro de un impuesto especial y temporal.

Como en todo tipo de consulta había dos partes antagonistas: los que estaban a favor y los que estaban en contra. Rápidamente ambos grupos se pusieron manos a la obra y emprendieron diversas campañas informativas entre la comunidad con la finalidad de respaldar una u otra postura. Con estudios y argumentos verdaderamente sólidos, y basados en aspectos técnicos y económicos (no en corazonadas o en el “yo pienso o “yo creo”), se pretendía convencer a los votantes para su causa.

Al mismo tiempo, el gobierno de la ciudad preparaba todo el proceso de la votación (en EUA muchos gobiernos locales se encargan de organizar sus propias elecciones, consultas, referendums, etc), así como las preguntas que contendría dicha boleta, mismas que fueron diseñadas por un grupo plural y a la vista de todos, lo que las hacía sustentarse en verdaderos pilares de imparcialidad o neutralidad, simple y sencillamente porque así lo determinan sus leyes.

El tiempo del debate terminó y el día de la consulta llegó. El resultado es hoy por todos conocido: ahí juegan los Mavericks (equipo de básquetbol), el equipo de hockey y sirve para llevar a cabo otros eventos (conciertos, ferias, exposiciones, etc). De la misma manera se construyó, si mal no recuerdo, el estadio Heinz, donde actualmente juegan los gloriosos Acereros de Pittsburgh (el mejor equipo de la NFL).

Lo más importante de lo anterior fue que se le preguntó a la sociedad si quería para su ciudad una obra de este tipo y también si estaba dispuesta a pagar un impuesto extra durante el tiempo requerido para liquidar el adeudo. En otras palabras, se le tomó en cuenta a la gente y además el gobierno local no tuvo temor en preguntarle,  ¿por qué? Porque lo peor que podía pasar era que no se hiciera la obra, además de un pequeño sabor a derrota. Mucho peor hubiera sido que el gobierno se hubiera lanzado a realizar el estadio, y como consecuencia cobrar ese impuesto especial, sin dicha consulta.  Los resultados hubieran sido verdaderamente funestos tanto para el Mayor (Presidente Municipal) como para el City Council (Cabildo).

Hoy en día, varios Estados del país, entre ellos Coahuila (Art. 2 de la Constitución), gozan de disposiciones legales que permiten obtener de una manera directa el sentir de la ciudadanía, y me refiero nuevamente a la Consulta Popular, el Referéndum y el Plebiscito. Desgraciadamente, éstas casi no han sido utilizadas, quedándose simplemente como figuras decorativas que sirven para agrandar el número de artículos en las leyes de participación ciudadana.

El único ejemplo que se me viene a la mente es la malograda consulta que realizó el gobierno de la Ciudad de México con motivo de la construcción del segundo piso de viaducto y periférico. Lamentablemente, este precioso ejercicio democrático tuvo más errores que aciertos, lo que provocó que la ciudadanía desconfiara del mismo, trayendo como consecuencia una baja afluencia de votantes. A pesar de todo, la obra se desarrollará, pero lo que sí puedo asegurar es que la figura llamada “Consulta Popular” quedó gravemente herida.

Escribo todo esto porque Saltillo celebrará en poco tiempo un ejercicio similar al que se llevó a cabo en la capital del país, hecho que celebro, para preguntarle a sus habitantes si están de acuerdo o no en que se construya la planta de tratamiento de aguas y además si se cobra un impuesto especial por ello.

En manos de la autoridad local y de los organizadores está la responsabilidad de que la consulta termine siendo un éxito para todos (independientemente del resultado), de tal suerte que en el futuro podamos contar nuevamente con ella  ya que dejó un buen sabor de boca y a que se confía en el proceso mismo.

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