Localeando, El Diario de Coahuila, 1 de febrero 2004
Lorenzo Meyer hace no mucho escribió que Brasil y México avanzarán en la
medida de la calidad de su clase política, y que las diferencias de las
transiciones entre uno y otro país estarán precisamente en ello. Hasta el
momento, pareciera ser que los políticos brasileños son mejores que los
mexicanos para realizar reformas estructurales. Y es que en meses pasados ellos
realizaron dos reformas muy importantes: la de pensiones y la tributaria.
El gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha dicho que la
reforma a las pensiones, aprobada a finales de agosto en la Cámara de
Diputados, es crucial para la salud fiscal a largo plazo, y tiene razón. Con
los índices de natalidad cayendo y la masa de vejez aumentando, en algunos años
la limitada clase trabajadora no podrá mantener el pago de las pensiones para
los jubilados. En México no hay de otra y en marzo habrá que entrarle de lleno
a dicha reforma, sin más postergaciones.
Por otra parte, la reforma tributaria brasileña, que busca reordenar el
intrincado sistema tributario, fue aprobada por la cámara baja a finales de
septiembre. Ambas reformas permitirán crecer a Brasil entre un 3 y 4 por ciento
al año. Nada mal si consideramos la actual situación económica mundial. México
lleva años tratando de realizar una reforma tributaria, sin que a la fecha
hayamos tenido éxito.
Sin embargo, según Guillermo Perry, jefe de economistas del Banco
Mundial para América Latina y el Caribe, Brasil sigue teniendo algunos
problemas de regulaciones excesivas que hacen muy difícil la aprobación de
nuevas empresas, además de tener todavía problemas de tasas de interés
excesivamente altas.
Si lo antes comentado sobre Brasil lo ponemos en perspectiva con lo que
acontece en México tenemos entonces que nuestro país tiene bajas tasas de
interés y además esta haciendo un gran
esfuerzo por disminuir las regulaciones excesivas. En esto llevamos ventaja.
Pero en lo que acontece a lo de pensiones y la reforma tributaria, seguimos atorados.
Algunos pensarán que la habilidad política para armar consensos de Lula
es mucho mejor que la de Fox, y quizás tengan razón, pero no hay que olvidar
que la disponibilidad de la oposición para escuchar propuestas también cuenta,
y mucho. Analistas políticos señalan que las grandes reformas en un país
siempre serán logradas de una manera más fácil por Presidentes de izquierda
(caso Lula) que por uno de derecha (caso Fox), debido a que sus propuestas no
serían vistas como políticas de entreguismo o de beneficio para el sector
privado, sino todo lo contrario. Quizás ellos tengan razón, pero yo lo atribuyo
a los malos líderes políticos que ha tenido Latinoamérica en la década de los
90’s y que hicieron que la sociedad vea hoy con recelo una nueva generación de
reformas. La burra no era arisca sino hasta que la hicieron.
México tendrá en los próximos días el mejor escenario para diseñar de
una vez por todas una estructura tributaria acorde con los nuevos
requerimientos sociales, políticos y fiscales: la Convención Nacional
Hacendaria (CNH).
Este evento, esperado por muchos pero mal visto por otros, esta a punto
de suceder y los actores preparan ya sus argumentos. El gobierno federal, la
CONAGO, la CONAMM, diputados locales, diputados federales y senadores, partidos
políticos y organizaciones civiles, se agrupan y acuerdan sus posturas en
reuniones internas por el país. Todo en aras de proponer soluciones a los
problemas fiscales que hoy nos atañen. Todo desde sus propios puntos de vista.
Considero que existe un primer elemento que debe respetarse para que la
CNH sea un éxito: Escuchar a los participantes. De no existir este elemento
entonces todo será un diálogo de sordos y nuevamente la sociedad verá de una
forma frustrada que su clase política simplemente no esta a la altura de las
circunstancias. Si esto sucede, ¿Deberíamos aferrarnos a una frase argentina
que decía “Qué se vayan todos”?
El clima previo a la CNH parece ser adecuado pero no del todo ideal, más
cuando algunos actores comienzan a poner condiciones, mismas que no deben darse cuando se va a una mesa de
negociaciones. Estas condiciones hacen que se vaya con prejuicios que facilitan
más el bloqueo que la construcción de soluciones. Casi como siempre, uno de
este tipo de actores es el PRD.
Este partido es una institución que no acaba de transformarse y no se ve
para cuando pueda hacerlo. La mayoría de sus “tribus” siguen atrapadas en una
izquierda ya caduca y rancia que aporta muy poco. Pablo Gómez, Dolores
Padierna, Cuauhtemoc Cárdenas, entre otros, son los mejores exponentes de este
lado oscuro. A lo mejor abría que mandarlos a cursos de izquierda moderna con
Ugo Pippitone o quizás a Brasil o Inglaterra. En cambio, personajes como
Demetrio Sodi de la Tijera son los líderes abiertos (y que escuchan). De estos
requiere el PRD, desgraciadamente, son los menos.
La postura de algunos miembros de este partido, amenazar con “reventar”
la CNH si el gobierno pone sobre la mesa el ya tan trillado IVA en alimentos y
medicinas, hace que me surgan varias preguntas ¿Porque siguen siendo tan
viscerales en sus actitudes? ¿Acaso consideran que con ellas lograrán obtener
lo que dicen desear: una mejor calidad de vida para los ciudadanos? ¿Acaso
sabrán que un presidente de izquierda (Lula) logró en su país las reformas tan
ansiadas en México, y que no por ello significa que ya es un traidor ideológico
y social? Los principios que dan origen al PRD son muy nobles y necesarios,
pero se desvanecen ante líderes tan radicales.
Sobre el desarrollo de la CNH preveo que los actores llegaran agrupados
según su estatus político-gubernamental, es decir gobernadores aquí, alcaldes
acá, partidos más allá, diputados y senadores por acá, etcétera, pero no sé si
vayan a salir de la misma forma. Las diferencias geográficas (norte contra
sur), económicas-naturales (estados y municipios petroleros versus los
industriales), políticas (todos contra todos), ideológicas (derecha versus
izquierda) y sociales (pobres contra ricos), todas juntas, serán los retos a
vencer.
Por el bien de todos, que la CNH sea un éxito.
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