Artículo Localeando, El Diario de Coahuila, 22 de enero 2007
En
estos momentos un equipo especial del Presidente Calderón está preparando el
Plan Nacional de Desarrollo. Dentro del mismo se incluirá lo relativo al tema
municipal. En su momento el ex –presidente Fox incluyó este tema dentro del
Programa para un Auténtico Federalismo (PAF), el cual fue anunciado con bombo y
platillo, según recuerdo.
El PAF,
cuyo responsable de aplicarlo y darle seguimiento fue el INAFED (Instituto
Nacional para el Federalismo y Desarrollo Municipal), incluía la Agenda Desde
Lo Local (ADLL, www.desdelolocal.gob.mx),
un programa “para impulsar el desarrollo integral de los municipio y que
permite a los tres órdenes de gobierno brindar soluciones específicas a los
problemas cotidianos de los ciudadanos y sus autoridades locales”. La ADLL
también era (y es) “una guía sencilla y práctica” basada en 39 indicadores agrupados
en cuatro categorías: Desarrollo Institucional, Económico Sostenible, Social
Incluyente y Ambiental Sustentable.
A los
pocos meses de arrancado el PAF, la ADLL se convirtió en el principal programa
del foxismo para la descentralización y los municipios. Para su desarrollo se
efectuaron múltiples reuniones con actores diversos; desde universidades, hasta
organizaciones nacionales e internacionales. También se le invirtió mucho dinero,
incluso de países extranjeros. Lo sé porque yo participé en alguna parte del
proceso. La ADLL se pensó algo así como un “torrente sanguíneo” por donde
fluiría la descentralización política, administrativa y fiscal del país acorde
con los indicadores desarrollados; quien iba cumpliendo iría recibiendo
facultades y recursos. La idea conceptual no estaba mal, según yo, pero era un proyecto
ambicioso que requería una enorme habilidad negociadora para mantener aquel
esfuerzo operando.
Pasó el
tiempo y muchos de los participantes iniciales se fueron retirando, entre ellos
las asociaciones de municipios, quizás los principales actores. Luego los
líderes del proyecto quisieron exportarla a otros países cuando ni siquiera
había sido probada en el país. Finalmente los “jefes foxistas” decidieron
seguir operando la descentralización a la vieja usanza donde la SHCP era el
principal protagonista. Los gobiernos estatales continuaron negociando
individualmente con cada secretaría aquello que deseaban que se descentralizase,
y los municipios a su vez negociaban con los gobiernos estatales. Una vez más se
había perdido el orden en un proceso crucial.
Adicionalmente,
el “torrente sanguíneo” (ADLL) no llevaba “sangre” (recursos, facultades) y
solo distribuía “agua” (capacitación y meros reconocimientos a gobiernos
estatales y municipales que participaban). Con ello al cuerpo humano (México) le
siguieron saliendo deformaciones y obesidades por algunas partes. Incluso
surgieron coágulos, como aquel fiasco de septiembre de 2004, cuando la SEGOB
incluyó erróneamente en el paquete presupuestal que entregó al Congreso, el
borrador de una iniciativa para la reelección inmediata de alcaldes. Todo un
desastre y hazmerreír para los rivales políticos.
Finalmente
los resultados de la ADLL (con su objetivo inicial totalmente desvirtuado) fueron
más de forma que de fondo y estos se difundieron el 26 de octubre de 2006 en
Aguascalientes durante el 3° Foro Internacional “Desde lo Local”; se aplicó en
364 municipios de 20 estados, se entregaron 857 certificados de calidad a 123
municipios de 9 estados y 113 obtuvieron la certificación correspondiente (Boletín
INNOVA, 6/11/06).
Con
esos resultados, cualquier persona eliminaría la ADLL porque hoy por hoy no se
tienen mejores municipios, pero no tan rápido y a continuación describo mis comentarios
sobre el asunto:
1. De
entrada no eliminar el programa. Muchos de los participantes manifestamos duras
críticas al diseño final de la herramienta pero no olvidemos que en su
concepción original muchos estuvimos de acuerdo porque sabemos que necesitamos
ese “torrente sanguíneo” para proveer al municipio de las atribuciones
necesarias que le ayuden a atender a una cada vez más exigente ciudadanía. Partir
otra vez de cero tomaría al menos un par de años y el país no esta para
desperdiciar el tiempo.
2. No
cambiarle de nombre. Hacerlo es quitarle un pedazo a la institucionalidad que
hasta ahora ha logrado construir. La ADLL esta posicionada en el ambiente
municipal y para ello se invirtió mucho esfuerzo y dinero. En todo caso
reposicionarlo bajo otro enfoque.
3. Reconquistar
socios. Es necesario subir nuevamente a las asociaciones de municipios a la
“Fase II” de la ADLL para lograr su aval. Sin ellos todo resultado será
limitado, como lo ha sido hasta ahora. Igualmente subir al Congreso federal y
estatales por aquello de las reformas que deban hacerse a las leyes correspondientes.
4.
Reformar el “corazón” y sus “venas”, es decir, sus indicadores. Algunos de
estos requieren ajustarse y hacerlo es reforzar y preparar al “torrente
sanguíneo” para que ahora sí distribuya “sangre” y no solo “agua”. Los modelos
SINDES de AMMAC, G-7 y de otras universidades pueden aportar elementos
valiosos.
5. La
“sangre”. La ADLL debe entregar reconocimientos
pero también las atribuciones (con sus recursos) que los municipios requieran.
Esto en base a los resultados en los indicadores y siguiendo un proceso ordenado,
claro y transparente.
6. Obtener
el compromiso formal y legal de las Secretarias federales y estatales para considerar
a la ADLL como aduana obligada para descentralizar atribuciones y recursos a
los municipios.
7. Transparencia.
Hasta ahora no existe de manera pública una tabla de avances por municipio. El
INAFED ha sido muy opaco en este punto y solo conocemos el status de los
municipios participantes por los boletines pírricos que se difunden. Se
necesita un programa (hospedado en la página de INAFED) que de un seguimiento
profesional. Esto conllevaría a generar una bolsa de buenas prácticas
municipales.
8. Reflejo
de esfuerzos. El proceso de descentralización que vaya realizándose a través de
la ADLL deberá irse reflejando en índices que a la fecha existen, principalmente
el de Desarrollo Humano Municipal de la ONU.
Conclusiones.
Un proceso de descentralización es una tarea titánica que requiere de numerosos
mecanismos jurídicos, políticos y técnicos. La ADLL es uno de ellos y solo
requiere reformarse.
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