Artículo
Localeando, 16 de Febrero de 2012,
Jaime Villasana Dávila.
Son días
complicados para Coahuila. Su gobierno estatal está acorralado por que así lo
quiere al no desligarse de la administración anterior. Sus finanzas están
desechas y una calificadora las vuelve a degradar. Su sociedad está molesta por
el alza de impuestos para pagar una deuda de la cual es parcialmente culpable.
Su aparato
burocrático tiene la moral baja. Su clase política se atrinchera de quien les
critica. Su nuevo gobernador se muestra titubeante, muy distinto a aquel líder
de partido al cual llevó a éxitos electorales sorprendentes, de esos de los que
necesita el estado urgentemente.
Los éxitos que
necesita el estado para mejorar la situación actual pasa por no aplicar las
mismas recetas de siempre. No es sólo dándole un tono “humano” al gobierno con
campañas agresivas de lucha contra el cáncer o la obesidad (que aplaudo) o
contratando asesores de gobernantes panistas, a los que tanto se criticó alguna
vez, como se rescatará a Coahuila.
Al estado se le
sacará del bache planteando ideas, iniciativas y mecanismos innovadores que conlleven
a reformarlo desde sus entrañas. Y lo preocupante es que en estos dos primeros
meses no hay muestra de esto. Aquí un ejemplo.
Semanas atrás el
gobernador remitió al Congreso la iniciativa de Ley de Planeación y la reforma
a la Ley que creó el Comité de Planeación para el Desarrollo del Estado de
Coahuila (COPLADEC).
El gobierno de
las sonrisas plantea en la iniciativa de ley la creación del COPEEC (Consejo
Consultivo de Planeación y Evaluación del Estado de Coahuila) “como un órgano
plural de asesoría y consulta”. El COPEEC tendrá tres representantes del
gobierno estatal y “cinco consejeros ciudadanos, designados por el titular
del ejecutivo…” (art. 23).
Por su parte el
COPLADEC, máxima instancia de planeación en Coahuila, estará conformado
exclusivamente por funcionarios estatales (art. 11).
Tan sólo basta
citar estos dos artículos para decir que la planeación en Coahuila estará
totalmente acotada a lo que diga y disponga el gobernador. Pero hay muchas
otras más fallas; un COPLADEC sin ciudadanos cuando en otros estados los hay, un
sistema de planeación que desconoce parte de lo existente (COPERES por ejemplo),
una ley que personaliza y no institucionaliza, etc.
El gobernador
pudo anotarse un éxito si hubiera incluido buenas prácticas de otros estados o
mejor aún, haber hecho autónomo a la planeación como ocurre en Guanajuato.
Esta ley no la
merece Coahuila y menos en circunstancias actuales. La planeación es tan
importante como para dejarla sólo en manos de políticos y funcionarios. Hay
tiempo para corregir la iniciativa.
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