Artículo
Localeando, 4 de Abril de 2013
Jaime Villasana Dávila
Bajo la
estructura y reglas actuales del federalismo fiscal mexicano los estados (y
municipios) que van mejorando sus condiciones generales reciben menos recursos
de la federación. La base de este grave defecto se ubica en el Sistema Nacional
de Coordinación Fiscal creado a inicios de los 80s. Nada hemos hecho por
cambiarlo.
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De Ángel Aguirre se podía esperar lo mismo, pero no de Gabino Cué. De poco les ha servido la alternancia política a Guerrero y Oaxaca. |
Y siendo así las
reglas, la solidaridad del país con los estados más pobres es ilimitada y sin
pedirles nada a cambio. No es como en Alemania donde hay un límite a dicha
solidaridad pues algunos estados suelen aprovecharse (y burlarse) de dicha
ayuda. En México los estados que lo hacen son Oaxaca y Guerrero. La añeja
tolerancia de sus gobernantes y sociedad al pésimo magisterio local es una
prueba de ello.
Históricamente Guerrero
y Oaxaca han sido pobres y conflictivos. Cierto es que su estructura social es más
compleja y heterogénea al resto de los estados, pero esto no es impedimento
para lograr resultados que incrementen el desarrollo de las entidades.
Quienes se
apeguen a estos “argumentos” de complejidad social en estos dos estados para
justificar su rezago social de siglos, es condenarlos por siempre a la realidad
que actualmente poseen pues dicha complejidad siempre existirá.
Atraer
inversiones para industrializarlos es imposible ahora. Por ello el enfoque
turístico y artesanal es la vía para sacarlos del atolladero. Existen ahí algunos
buenos ciudadanos y empresas creativas que generan empleos y riqueza
aprovechando su entorno, pero las constantes manifestaciones y muestras de
inestabilidad las hace retroceder. Y el gobierno no les apoya.
Por el lado de
las inversiones federales en ambos estados podemos ver que los resultados han
sido raquíticos por las corruptelas locales y la tolerancia federal a las
mismas, pero su importancia es incuestionable pues les permite sobrevivir.
Al final la
única respuesta a sus problemas la tienen los mismos guerrerenses y oaxaqueños.
Pero si volteamos a su historia podemos adelantar que su futuro será igual al
actual; últimos lugares en cualquier ranking temático nacional.
Cuando hay
sociedades estancadas y desanimadas, sin liderazgos políticos y sociales
positivos y ningún plan propio indicando
por donde transitar hacia un destino de progreso, entonces deben tomarse decisiones
radicales por parte de quienes los mantienen a flote (federación).
Dos posibles son;
a) condicionarles las aportaciones y participaciones solidarias a cambio de logros
puntuales y medibles y b) nombrarles por un tiempo un gobernante/administrador
externo que haga la chamba que los locales no pueden hacer.
Urge quitarnos las ataduras de la historia y enfocarnos al futuro.
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