Las elecciones intermedias del pasado julio generaron un resultado nada esperanzador para el presidente. Se le vinieron muy abajo sus posibilidades de aprobar reformas constitucionales y otras secundarias. Luego de asimilar un golpe tan duro y expresar su enojo con una actitud malhumorada en sus mañaneras, AMLO se puso rápidamente a analizar la situación.
Concluyó que su alianza con el PT y el Verde tendrá un muy alto costo al momento de las negociaciones. Igualmente concluyó que si no podía doblegar o arroyar a la oposición como lo hizo en la primera parte de su sexenio, tendría que generar nuevas aproximaciones hacia ella, pero jamás acercándose a sus dirigencias nacionales, por las cuales tiene un tremendo rencor.
¿Qué camino y táctica está siguiendo para hacerse de adeptos o aliados de la oposición? Invitando, por lo pronto, a gobernadores opositores que están concluyendo su sexenio. Al momento van dos casos; el gobernador priísta de Sinaloa como propuesta para ser embajador en España y el gobernador panista de Nayarit para incorporarse a algún cargo de su gobierno, por ahora no definido.
Estas invitaciones causaron revuelo no solo en las redes sociales, lo cual se leyó como un pago de favores hacia ambos gobernadores por el gran desempeño electoral que tuvo MORENA en estos estados, sino también en los partidos opositores involucrados.
Rápidamente el dirigente nacional priísta salió a declarar que si el todavía gobernador de Sinaloa aceptaba la invitación, muy posiblemente sería expulsado. La dirigencia del PAN por ahora no se ha pronunciado.
A los pocos días de hacer dicha invitación, el presidente declaró en su mañanera: "No es un asunto partidista. Es invitar a quienes tienen vocación de servicio y quieren ayudar en el proceso de transformación". Luego añadió “Leí que el propósito era desarticular a la oposición !No! Yo no ando pensando en eso, a mi hasta me parece conveniente por el bien del país que haya una oposición fuerte, articulada, inteligente; nos hace falta, porque eso es la democracia, son contrapesos. Cuando hay democracia nadie aspira a sentirse absoluto. Se requiere de una oposición, pero les está costando trabajo articularse, fortalecerse, actuar con imaginación, con talento".
Lo anterior genera muchas preguntas ¿porqué AMLO invita a actores de la oposición en este preciso momento en que la oposición ganó muchos diputados en el Congreso en la pasada elección? ¿porqué no lo hizo al inicio de su gobierno, cuando en ese momento también había opositores “que quieren ayudar al proceso de transformación”? ¿Por qué no se ha dignado a reunirse directamente y entablar negociaciones con las dirigencias partidistas?
Las respuestas son muy claras; dividir a la oposición, generarle heridas y dudas, mantenerlos débiles y, de paso, robarle actores con peso político regional con estructura electoral para la elección presidencial del 2024. Además, muchos de los gobernadores salientes son un actor muy fácil de “convencer” para sumarse a su gobierno pues tienen larga cola que les pisen y desean protegerse.
Por supuesto que el movimiento de un presidente invitando a opositores a su gobierno no debe considerarse como una afrenta antidemocrática. Es más que bienvenido. Pero hay tiempos y formas de hacerlo. AMLO no cumple con ninguno de los dos criterios. Pero esto a él no le importa, sino poner también en evidencia a la oposición: de no permitir que algunos de sus miembros se integren a su gobierno, entonces no quieren sumar esfuerzos por el bien del país. “Tiende la mano” pero igualmente tira la piedra. Es una buena jugada política del presidente y tentadora para muchos. La clave está en regresarle la pelota.
De aquí a las elecciones del 2024 el
gobierno federal aplicará toda su creatividad para mantener a la oposición como
ahora está (débil y una unidad que cuelga con alfileres) y, obvio, debilitarla
más. Su estrategia recién comenzó a aplicarla. Veremos como reacciona la
oposición. Veremos si caen en las muchas trampas que habrá en el camino.
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